El nuevo hogar
Menos plática, más acción.
Harper
Muchas veces me cuestioné el hecho de si me encontraba viva o si solo era un fantasma que vagaba entre jardines de flores muertas.
Me agradaba la idea de ser un alma errante.
A mis dieciochos años adopté una actitud ruda y grosera, alejando sin querer a mis únicos amigos en la ciudad. Sin ellos estaba sola y sola era el blanco perfecto de críticas.
Me di cuenta que la soledad me aterraba tanto como el monstruo bajo mi cama, incluso más que eso.
En aquellos días mi lugar seguro fue el grupo de jóvenes de la iglesia, eran lo más cercano a amigos, ellos no me miraban mal o mucho menos cuestionaban mi forma de ser, pero a pesar de sus buenos tratos fui consciente de que yo no encajaba, es difícil de explicar, pero yo tenía una idea muy alejada a la que ellos habían adoptado en base a su doctrina. Lo que para mi estaba bien, para ellos estaba mal. Nunca me dijeron directamente que mi ideología era incorrecta, en cambio, se esforzaban por guiarme por un camino que decidí dejarlo varado a la mitad.
Y no sé si irme estuvo bien.
Aún me lo sigo cuestionando.
Fiestas, alcohol, drogas y sexo fue de lo que estuve rodeada a mis casi diecinueve años. Estaba en mis años dorados, necesitaba disfrutar de eso; necesitaba disfrutar de mi novio. Necesitaba disfrutarme a mí misma. La universidad siempre fue mi prioridad, pero un día eso no me importó, porque un día la famosa depresión visitó mi mente y acaparó todos mis sentidos, volviéndome en una persona viviendo en un cascaron vacio.
El 31 de octubre del 2023 una sombra negra cubrió mi alma al ser testigo del como una persona encapuchada le quitó la vida Josh sin motivo alguno, habían matado de un tiro en la cabeza a la persona que me prometió amarme en todas las galaxias. Su separación fue tan dura que mi cabeza se inundó de una locura que me hizo sentir que este cuerpo nunca había sido mío.
Todas las noches supliqué entre sollozos amargos volver a ver a Josh, mis deseos eran tan fuertes que casi un año después se cumplió. Lo vi, me vio, y el momento fue tan aterrador que supuse que eso no era real. Porque yo fui testigo de su muerte. Los muertos no salen. Los muertos descansan en sus tumbas.
—Se ve fatal—la voz de una chica dice al final del cuarto, nuestra otra compañera asiente a lo que esta le comenta de mi—Pobrecita, debe de tener mucho miedo.
—¿Alguna vez la viste fuera del pueblo?—la otra pregunta con intriga.
—Nunca, ¿y tú?
—No.
Ellas hacen silencio, y luego vuelven a murmurarse cosas. Yo trato de mantener mi vista fija en otra cosa que no sea en la chica rubia y la de cabello rizado. Es más, quiero hacerme sorda.
No tengo en cuenta cuanto tiempo he estado en este lugar, pero al parecer han sido más de 24 horas. La ropa que llevo puesta no es la misma, me han puesto un pijama de hospital. He pensando en que quizás esto es un psiquiátrico, pero todo apunta a que no.
Mis manos no dejan de temblar, al igual que no desaparece el dolor en mi cuerpo. El yeso en mi pierna solo me incomoda más, me quiero mover, pero solo me incomodo todavía más.
Veo como una de ellas se me acerca con curiosidad, es la rubia, ella por alguna razón se me hace conocida. Pero no me muevo, me quedo quieta, viendo cómo ve.
—Eres diferente. —me dice achicando sus ojos, trata de tocarme la nariz pero de inmediato le doy un manotazo a su mano para que se aleje. —Y muy arisca.
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Desaparecidos
Kinh dịEn un mundo retorcido no existe lo blando, ¿Los desaparecidos en realidad se encuentran "perdidos"?, o ¿solo han buscado sus propios instintos? Harper tiene una mala punzada. Sony tiene en cuenta que no deben confiar mucho. Perla y Aria, ellas sol...