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Tu alma esta sucia, fría y marchita. No lo sabes pero estás muerto en vida, y yo lo estoy también. Juntos podemos fingir que somos felices, aunque sea por un instante. ꧂

Quitarte la ropa no es un problema por lo que rápido te dejo en la regadera mientras consigo una muda nueva para ti.

Debo admitir que la vista desde lejos no se compara en nada a tenerte así de cerca. Tu piel es tan tibia, tan colorida, tan... llena de vida.

Intento no prestar demasiada atención, sin embargo, no puedo evitar poner mi mirada sobre ti. No me mal entiendas, solo me resulta interesante tu anatomía.

Tomo un pantalón holgado y una camisa que he encontrado al alcance. No creo que te moleste el no usar ropa interior, al fin y al cabo no recordarás nada de esta noche y al amanecer las preguntas serán de lo menos que tendrás que preocuparte.

Veo que estás regresando poco a poco a juzgar por tus quejidos. Bien, esta vez has roto récord. Quizá eso necesites para situaciones futuras. Un buen baño con agua fría.

Dejo tu ropa sobre el retrete y no puedo evitar ver mi reflejo en el cristal sobre el lavamanos al pasar. Mi rostro me saluda al instante y hay una sensación rara en verme a mi mismo. No es como si no supiera como luzco, por lo de bien, pero verme no es algo que haga todo el tiempo. Así que me tomo un instante para apreciarme correctamente.

Ugh, mi cabello está un poco largo en la parte de atrás y mis pestañas creo que están un poco más empinadas que la última vez que me vi. ¿Cuando fue la última vez? Lo cierto es que ya ni lo recuerdo, aunque debo darme crédito por tener la piel igual de tersa que siempre y lucir así de perfect-.

—¿Quien eres tú?

Volteo al instante con mi mano a mitad del camino entre el espejo y yo.

Oh. Mierda.

Me estás observando muy desconcertado mientras te tocas la cabeza. Estas vestido ¿Tanto dure viéndome al espejo?

—¿Te conozco? —vuelves a preguntar, y dudas en si acercarte a mi o no. Tranquilo chico, no te haría más daño que lo que tú te empeñas en hacerte.

Tuerces un poco tus labios en señal de que algo va mal en tu cabeza, pero dudo que recuerdes siquiera de tanto alcohol que has ingerido.

Se supone que no debo hablar contigo ya que es una de las reglas fundamentales para nosotros, aunque bueno, he roto también otra al dejar que me estés viendo y... ¿Enserio estás evaluándome como a los chicos que cazas en el bar? Bah, no se ni porque me sorprendo. Aunque debo admitir que entiendo un poco más como es que todos caen ante ti. Tu presencia no es algo que puedas solo ignorar.

—No creo haberte visto antes —sonríes con chulería. La misma sonrisa que siempre te he visto darle a los demás ahora me la estás dando a mi ¿No es gracioso? —No eres alguien que podría pasar desapercibido.

Si, bueno. Pensamos igual.

Vamos, chico. ¿Qué no estabas convulsionando? Quizá debí dejarte directo en tu habitación en lugar de darte el baño.

—¿Eres del bar? —preguntas, mientras das un paso hacia mi. No debo dejar que me toques o habré roto la tercera regla, me recuerdo. —Eres muy lindo. ¿Seguro que–?.

—No —digo cortante.

Es mejor terminar todo aquí que darte pie a que sigas con tu rutina de tira y atrapa. No puedo decirte que no soy alguien como tú y las cosas son complicadas, así que es mejor solo cortar e irme antes de que recuperes tus cinco sentidos.

Espera. Maldita sea. He roto la segunda regla.

Hago una mueca por mi boca floja, bueno no es tan malo de todas formas. No es como si te estuviera contando algún secreto divino.

Inicialmente las reglas eran para evitar tales situaciones, pero supongo que si no digo algo que me delate o te haga pensar más allá de lo que ignoras, todo estará bien. De hecho, creo que es posible que aún estés en el umbral del sueño, quizá hasta pienses que esto es producto de tu imaginación. Lo cuál es perfecto para mi.

—Perdón —me disculpo, sonriendo cortésmente al instante. Seguramente si actuo como todos esos chicos con los que coqueteas puedas olvidarlo con más facilidad por la mañana. —Estabas dormido y solo, así que creí que preferirías regresar a casa. Te pregunté si necesitabas un aventón y me diste tu dirección. Espero no haber ido muy lejos. —así es, manteniéndolo simple. Y para ser más convincente vuelvo a sonreír como si ese fuera mi trabajo.

Analizas lo que estoy diciendo. Buen chico, te doy puntos por no ser tan estúpido después de todo. La desconfianza es parte de la supervivencia y al ver tu carencia de sentido común continuo, me alegra que por lo menos no todo esté perdido en ti.

—Hmm —murmuras, comprendiendo que quizá algo no cuadra con lo que está pasando pero prefieres callarlo y meditarlo en tu mente. Mala idea para ti porque puedo leer tu mente y no se como sentirme al respecto con tus pensamientos sobre mis caderas.

—Eres muy amable.

Tu voz es muy cautelosa. Puedo ver que no soy de tu confianza, más sin embargo, no piensas echarme de tu casa. ¿Por qué mantendrías a un desconocido? Eres un peligro para ti mismo.

—Seguro fue un viaje pesado para ti —tu voz es dulce y ahora haces esa sonrisita con tus ojos. Maldita sea sabes ser adorable —Soy un poco tozudo cuando tomo.

—Oh, no. De hecho fuiste muy tranquilo.

Yo también se como ser adorable ¿Deberíamos competir por mostrar nuestros encantos? Por la forma en que inclinas tu cabeza y sonríes más fuerte, me imagino que haz aceptado el reto. Bien, a mi nadie me gana chico.

Miro al rededor fingiendo inocencia mientras cruzo mis manos intentando aparentar nerviosismo. ¿Pueden tus chicos ser más adorables que yo?

—Yo... —alargo un poco, subiendo mi mirada a tu rostro. La clave es hacerlo lento pero inocente —Creo que será mejor que me vaya —sonrío, provocando un sonrojo en mis mejillas —Ya es algo noche y seguro no quieres a un desconocido en tu casa.

Vamos chico, pica mi trampa y lo harás más fácil para ambos.

—¡Oh! ¡Pero que descortés soy! Seguro no me he presentado adecuadamente —te golpeas la frente riendo, definitivamente no ves lo que no quieres ver —A veces se me va el hilo, discúlpame por favor.

—Está bien Rubio, conozco tu nombre —pero no por los motivos que tu crees —Yo solo no quiero ser una carga —vuelvo a sonreír suave.

—No lo podrías ser aunque quisieras, caderas.

—¿Qué?

Tú enserio acabas de...

—Disculpa —tapas tu boca sonriendo travieso —Creí que estábamos empezando con los apodos.

Estas empleando tus tácticas de coqueteo completas, no pierdes tiempo. No puedo comprender cómo es que alguien como yo pueda llevarte a sacar todo tu arsenal de movimientos. Me siento algo halagado.

—Bien cre-.

—No te vayas —susurras, interrumpiéndome.

Tus ojos están sobre mi y te acercas lentamente sin apartar la vista. Quizá sea por la oscuridad pero tus pupilas parecen estar más dilatadas de lo normal y por alguna extraña razón no encuentro como moverme o como decir algo. ¿Que demonios me está pasando? ¡Detente!

—No te vayas aún —susurras otra vez, muy cerca de mi rostro. Rayos, estás tan cerca que puedo ver tu una marca en tus labios.

Espera, ¿Por que estoy viendo tus labios? Y espera de nuevo ¿Por que tu estás viendo los míos?

Tomas mi mano suave y seguro, pidiendo permiso pero siendo autoritario de igual manera.

Creo que hoy romperé las tres reglas completas y sin embargo, lo único en lo que puedo pensar es...

¿Harás valer el castigo?

-Mon.

-𝑿𝑿; 𝑆𝑒𝑜𝑛𝑔𝑠𝑎𝑛𝑔/𝑆𝑎𝑛𝑔ℎ𝑤𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora