Staboo

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Desde que observé por primera vez aquel chico, no deje pensar en él. Su musculatura, su estatura un poco más alta que el promedio de los hombres de California y su piel blanca brillando en el sol, cuál estrella coreana, rebobinaban en mi mente una y otra vez.

Mientras desempacaba lo poco que me pude traer en una maleta, una inquietud obligaba a observar por la ventana. En estos momentos se encontraba en el porche de su vivienda, distraído, mirando en un punto fijo, mientras que la leve ventisca alzaba su corta melena rubia.

—¿Debería presentarme como dijo mamá? O ¿Simplemente debo admirarlo desde este lugar? —decía para mí —. ¿No creo que él se fije en una chica como yo? —respondía desanimada.

Estaba tan sumisa en mis pensamientos que, la vibración de mi móvil me regreso a la realidad. Cogí el móvil al ver de qué se trataba de Steph.

—Buenos días, Mía -saludó Stephanie —. ¿Cómo te ha ido en tu nueva vida?

—Steph, en primera, aquí es medianoche —contesté con fastidio —, en segunda, ¿cómo quieres que esté? Si de un día a otro mi vida cambió.

—No es para tanto Mía. Ya conocerás nuevas personas, te irás acostumbrando y en menos de que puedas decir ese chico guapo yo me lo ligo ya ni te acordarás de California.

—Ese es el problema Stephanie, tengo miedo de olvidarme como era mi antigua vida, incluso de ti.

Ante este comentario, Steph se quedó callada. Sabía que esas palabras le dolían, pero, era la realidad. En mi nueva vida no solo conocería personas nuevas que pudiesen impedir la comunicación entré nosotras dos, sino también el cambio de horario sería uno más que agregar a la lista.

—Sí, encuentras nuevas amigas Mía, yo estaría feliz. ¿Sabes por qué? El que sea tu amigo encontrará un tesoro.

Dicho esto, ella desconectó la llamada. Aun pensando en el chico me quedé dormida.

—Mía, ¿quieres ser mi novia? —me pregunto el chico rubio.

Emocionada, respondí con un sí, dándonos un tierno beso. Ante tal declaración, los chicos del instituto Staboo nos aplaudían. Aquel momento fue mágico, el chico que tanto había amado durante meses, por fin se me había declarado.

Apenas me iba a dar otro beso, cuando el reloj despertador hizo su función. No quería despertarme, pero en esta ocasión, la voz chillona de mamá intervino.

—Mía, levántate o llegarás tarde al colegio —gritó —. Emilia he dicho que te levantes —sentenció.

A regañadientes me levanté, cogí mi falda corta, la camisa blanca y el suéter del colegio. Antes de ponerme dicha prenda, me puse mi corbata roja, del mismo color de la falda y el suéter.

—¡Odio tener uniforme! —me quejé.

—Mía, es un requisito del prestigioso colegio Staboo. Así que lo tienes que usar, te guste o no.

Por lo regular dejaba mi cabello suelto, dejando caer aquellos chinos castaños tras mi espalda, pero hoy lo recogí en una coleta.

Durante el transcurso de mi casa al colegio, mi madre me explicaba que dicho colegio era exclusivo, solo las familias más ricas de Londres estudiaban allí.

Esto último me dejó con una duda, si solo los apellidos más prestigiados de todo Londres estudian en Staboo ¿Por qué una chica como yo lo hace?

Daba igual, si estudiaba en un colegio público o privado, el destino sería el mismo: una chica nerd, ignorada por el resto de los estudiantes y la sociedad.

Un badboy para una nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora