capitulo 6:¿El remedio es peor que la enfermedad?

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- ¿A dónde vas Emma? - dijo mi tío en un tono serio y frío. Ante esto bajé mi mirada inmediatamente porque sentí miedo. Nunca había oído a mi tío utilizar ese tono de voz con nadie y menos conmigo. Era un tono que no daba opción a réplicas de ninguna de las formas posibles que pudiesen existir. Me quedé callada, bueno más bien me quedé muda. La verdad es que no sabía que le podía decir. No había justificación de ningún tipo para lo que había hecho. No la había. Yo era un monstruo pero claro eso mi tío no lo sabe. Bueno, más bien no lo sabía, ya que ahora tiene una idea de la clase de bicho a la que dio hospedaje en su casa. 

Si de algo lamentaba lo que ocurrió en esa clase de historia era el daño que les pudiera causar a mis tíos, ya que de ningún modo ellos se merecían algo como eso. Yo sabía perfecto que las malas lenguas iban a hablar mierdas de mí y, por tanto, de mis tíos. En lo que a mi respectaba me valía una mierda lo que pudiera salir de su boca. Como si me importara lo que dicen y lo que no. Todos esos comentarios hirientes me los pasaba por el forro. Pero en cuanto a mis tíos la situación no era la misma. Joder, no quería causarles este malestar a mi familia. Nunca fue mi intención causarles este daño, yo solo quería cambiar de aires. Intentar comenzar de nuevo en otro lugar para llevar una vida que en San Francisco no puedo, por el simple hecho de que caminar por esas calles me duele. Me duele tanto... que vivo aterrada de que pueda volver a pasar. No era vida. La de vivir cerrando puertas y ventanas con candado por si volvía. Me dolía tanto... tener miedo al futuro... a lo que puede venir después de una etapa. Porque sí a partir de ese momento me volví una controladora de mierda que no aceptaba lo que había ocurrido y buscaba tener todo bajo control para no recordar ese día bajo ningún concepto. Puedo decir que fueron pocas veces las que la realidad me superó. Es cierto que tenía altibajos pero nunca me permití aceptar que eso había ocurrido. No podía aceptarlo, no podía. Me deprimía saber que si lo aceptaba ya no podría levantarme. No podía permitirme caer por ese precipicio que se abría a mis pies. A veces, me parecía la mejor opción pero... cuando me levantaba y veía a mi madre prepararme el desayuno con toda la ilusión del mundo. Me arrepentía. No podía causarle ese mal porque sabía perfectamente que si se llegaba a enterar de todo eso, la dañaría como nunca. Y eso era algo que no podía permitirme de ningún modo posible. Yo la amaba, la quería como nunca aunque jamás se lo haya demostrado. Yo siempre mostraba preferencia por mi padre, pero yo la admiraba muchísimo. La razón es sencilla, ella tenía la capacidad de llevar la casa, trabajar fuera de ella y siempre tener esa sonrisa dulce que la caracterizaba. Yo diría que era la persona más buena de este planeta. Muchas veces recordaba que la gente decía que éramos gemelas ya que somos como fotocopias pero es mentira. Ella siempre fue y será un ángel mientras yo seguiré siendo eternamente un monstruo, que no sirve para más nada que causarle mal a los que le rodean. Este monstruo debe alejarse de la gente que quiere, pero su cobardía no le permite hacer tal cosa, y cuando ya había tomado la decisión resulta que me cogen con las manos en la masa. 

- Ven, vamos a curar estas manos - dijo mi tío en un tono amable que me sorprendió en demasía. ¿Qué pasó con la voz aterradora que pedía explicaciones? 

Poco a poco fui levantando mi mirada del suelo. Yo no tenía el suficiente valor para mirarle nuevamente a la cara pero con todo el dolor que mi alma albergaba lo hice. Porque a pesar de todo el daño que pudiera haber causado... yo no era una cobarde... yo respondería de mis actos aquí y donde fuese. Una vez levanté el rostro me encontré con una sonrisa dulce en su rostro, que provocó que me relajase levemente. No me fiaba mucho de eso... seguro se dio cuenta de mi reacción ante su voz y me esta dando una pequeña tregua para que vaya asimilando lo que se viene a partir de ahora. 

- Lo mejor es que limpiemos esas heridas - dijo mi tío mientras tomaba mis manos con mucha delicadeza indicándome que me sentase sobre el banco, que está a los pies de la cama. Me puso desinfectante en todos los nudillos. Mierda, escose como su... pero ni un solo quejido iba a salir de entre mis labios. DUELE, maldita sea. Duele como un demonio pero aguantaría como que me llamo Emma de Sousa. Los ojos se me llenaban de lágrimas pero de ellos no saldría ni una. Pronto sentí una sensación de aire próxima a la herida, lo que hizo que se aliviase un poco. Al fijar la vista en la zona vi como mi tío abanicaba la zona con un trozo de papel. 

El día que marcó mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora