"Te quiero" esas dos palabras taladraban en mi mente, se repetían y lo único que podía hacer era sonreír como tonta. No me lo creía. Parecía un sueño. Un sueño de los buenos y lo era tanto que se asemejaba a una vil mentira. Pero el cosquilleo que sentía en mis labios era un fiel signo de que era cierto. De que estaba ocurriendo realmente. Me daba miedo pero al mismo tiempo la felicidad me corroía. Me quería. No podía entenderlo pero así era. Le abracé fuerte en un intento de asegurarme de que no fuese un fantasma, una ilusión. Pero estaba allí, de carne y hueso junto a mí, más bien abrazado a mí como si la vida se le fuese en ello.
Ahora empezaba a entender un poco la razón por la que quería que viniésemos aquí, por qué Alba me quería poner ropa sexy. Incluso podría asegurar que mis tíos sabían de qué iba este viaje, su permiso inmediato sin pedir explicaciones de ningún tipo dejaba mucho que desear. En otro momento me viese molestado que me hubiesen ocultado información pero ahora no.
Todo era tan hermoso. Podía sentir el corazón de Adrian latiendo fuerte. Debía estar nervioso pero lo único que se me pasaba por la cabeza en ese instante era que deseaba esto. Estar con él así... sentir esta tranquilidad, esta paz... él me daba la estabilidad que tanto necesito.
Él esperaba una respuesta y debía dársela pronto. Temía con toda mi alma que todo lo que estoy sintiendo ahora se acabe. Pero tenía que ser egoísta y aprovechar todo esto el tiempo que dure. Ojalá fuese mucho pero sobretodo esperaba no dañarle en el camino. Eso era lo que menos pretendía.
- Yo también te quiero, sería imposible no hacerlo- dije con voz entrecortada sin saber como expresar todas las emociones encontradas que albergaba mi corazón en estos momentos tan ¿extraños? Para mí
Mis palabras hicieron que nuestras miradas se cruzaran. Parecía como si buscase explicaciones en mi rostro. Poco a poco vi como una deslumbrante sonrisa adornaba su rostro.
- Gracias Emma, no te vas a arrepentir. Lo juro- dijo pletórico a la vez que repartía besos por doquier en toda mi cara, lo que me hizo sonreír pero al final acabé riendo por su locura.
Sus besos cesaron, escuchándose tan solo el sonido de mi risa hasta que pude controlarme. Nuestras respiraciones estaban aceleradas por el momento vivido. Sentados sobre la arena nos mirábamos profundamente, muy cerca el uno del otro.
- Eres tan hermosa pero en este momento lo eres mucho más- dijo acariciándome el rostro sin seguir un patrón determinado.
- ¿Por qué? - dije extasiada por sus caricias.
- Tus ojos están tan claros, brillan... tienen luz propia- dijo como si estuviese embrujado... sus ojos parecían caramelo derretido. - Estas preciosa haciéndole competencia al mar... tus ojos son como ese espejo que está ante tus ojos, puede estar turbios o rebosantes de paz como ahora, ¿sabes una cosa? - me preguntó en un tono confidente.
- ¿El qué? - dije siguiéndole el juego a este hombre. Sus palabras eran tan hermosas pero sin dejar de ser ciertas. Su comparación no era tan fallida.
- Me encanta el mar- dijo con una sonrisa pilla.
- Exagerado- dije un tanto deslumbrada por todas esas palabras hermosas que estaban respaldadas por el brillo en su mirada.
- No lo soy... me recuerdas tanto a ella- dijo en un tono nostálgico. ¿Ella? ¿Quién es ella? A otra mujer. Una ex novia o qué. Por eso me besó, por una ilusión, una mentira. No podía ser. Adrian no sería capaz de hacerme algo como eso. No. Es imposible. Me removí inquieta sobre la arena. Me tomó de la mano como intuyendo mis miedos, mis pensamientos.
- Tus ojos son tan parecidos a los de mi madre... son tan idénticos- dijo Adrian con pesar en sus ojos. ¿Su madre? Desde cuando ella tiene los ojos verdes. Creo que me estaba perdiendo de algo verdaderamente importante. No entendía nada.
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El día que marcó mi vida.
RomantikTodo cambia, nada es estable y para siempre. Estas son palabras que Emma ha oído desde que era muy pequeña pero no es hasta este momento en el que comprende su significado.