Capítulo 2: Cámara magmática.

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Capítulo 2: Cámara magmática.

Sanemi podía decir que la vida había tomado una normalidad bastante curiosa.

Por un lado las personas habían empezado a notar un cambio en él, siendo atribuido a que quería entrar a una universidad tan prestigiosa como la universidad de Tokio. Pero sabía que no era por eso que su actitud general había cambiado.

Los recuerdos de su vida pasada eran lo que realmente le había proporcionado la madurez que (Aunque no le correspondía por su edad) necesitaba. Esas viejas amistades de pacotilla, con las que su máximo aporte a su vida eran latas de cerveza ilegales considerando su edad y peleas callejeras por dinero quedaron totalmente fuera de su vida. En la preparatoria también había dejado de lado su antiguo círculo social, pues todos esos problemas y anécdotas que antes compartían ahora le parecían tan infantiles y tan mundanas.

Él había enfrentado problemas reales alguna vez. La muerte le había respirado en la nuca. Había tenido la sangre de sus seres queridos manchándole la ropa. Por lo que escuchar a sus antiguos amigos pelear por ver quien salía antes con una Omega de otro salón le parecía tan… aburrido.

Dedicaba casi todo su tiempo a dos cosas.

A su familia y a Gyomei.

Con la conciencia de lo afortunado que era ahora (por más que su posición económica no fuera la mejor) decidió recuperar el tiempo perdido y dedicarse al 100% a sus hermanos, y a su madre. Amaba escuchar a su madre feliz de que ahora la besaba antes de salir de casa, amaba llegar y tener a sus hermanos compitiendo por ver quien jugaba primero con él. Incluso había comenzado a reconectar con su padre, con quien por más que le doliera admitirlo tenía muchas cosas en común.

Gyomei era su otra cosa favorita. Los viernes se habían convertido nuevamente en su día preferido de la semana, porque el mayor lo esperaba con los brazos abiertos y una cena deliciosa listo para estudiar con él.

Los meses habían pasado sin ningún avance a considerar. Sus conversaciones, convivencias y llamadas eran meramente de dos amigos sin segundas intenciones. Sanemi no diría que no estaba decepcionado considerando que en esta vida probablemente había conocido más a Gyomei que en la anterior, y aunque eso le daba un sentimiento cálido también le revolvía el estómago de pensar que nada de eso servía para nada. 

Incluso había conocido a su madre. Una Omega hermosa, delicada y con un carácter agradable y risueño. Entendía porque el Himejima mayor, tan serio y estricto, se había enamorado perdidamente de ella.

—¡Bienvenido Sanemi-kun! —Habló la mujer cuando lo vio siendo escoltado por una de las criadas— ¿Vienes a estudiar?

—Así es Himejima-san — Le dijo sonriendo, la mujer tenía un dulce aroma a flores silvestres y Sanemi entendía perfectamente cómo es que Gyomei parecía tener el aroma de los bosques con una madre así.  —Muchas gracias por recibirme.

La Omega tenía la misma aura de paz que alguna vez tuvo el patrón, por lo que ser cortés con ella le salía natural. Su largo cabello negro y su suave piel blanca la hacían parecer una diosa.

—¡Oh, no! Somos nosotros los que tenemos que agradecerte —Dijo la mujer cubriéndose la boca con la manga de su (morbosamente caro) kimono — desde que vienes a visitar a nuestro hijo el es muchísimo más feliz, me alegra tanto de que haya encontrado un amigo como tu, como puedes darte cuenta no es una persona muy sociable debido a su discapacidad, hasta ahora solo habíamos conocido a uno de sus amigos y bueno…

La curiosidad se desbordó, quería saber cuanto pudiera del alfa. Ahora que lo recordaba jamás mencionaba amigos, tenía muy bien definida la diferencia entre compañeros y amigos, por lo que siempre que se refería a las personas de la universidad usaba la palabra compañeros y jamás les llamaba por sus nombres.

Domo de lava (HimeSane) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora