Sacerdotisa de los perdidos

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Año 837: Sacerdotisa de los perdidos

"Qué tan difícil debe ser rescatar a un humano, todo lo que buscan es ser comprendidos. Si hacen algo mal ellos solo quieren que los entiendan a la hora de que se están redimiendo, sin embargo no importa que hagan, nunca es suficiente para ellos. Muchos llegan con ojos puestos en el suelo, con miedo de que los juzguen sin ver su segunda piel. Es pesado en el alma saber que te has equivocado, mirar hacia delante sintiendo que lo hecho, hecho está, y que el mundo a su alrededor no los recibirá. Es lógico no sentirse aceptado cuando no es debido, si no el perdón no tendría peso. Para recibir tienes que dar, y en el mejor de los casos, si es posible, da sin pensar que vas a recibir"

Adala tenía un profundo pesar en aquellos que habían perdido el rumbo de sus vidas cometiendo actos atroces tan simples como robar, o el más dañino, lastimar. Ladrones, mentirosos, lujuriosos, adictos y más personas eran la gente a la cual cuidaba en el templo como su guía. Nadie en el mundo les daría cobijo, muchos de ellos serían ejecutados o enviados como esclavos de exportación. En ambos casos serian vendidos sin valor alguno de sus vidas.

"Ellos llegan, esperando que una mano los alcance, pero ¿cuántos están realmente dispuestos a cambiar, a cargar con el peso de sus errores en lugar de huir de ellos? Porque ese es el verdadero comienzo de la redención. No es solo pedir perdón... es despojarse de esa segunda piel y enfrentarse a sí mismos. Y aún así, muchos no comprenden que la redención no es una garantía, sino una elección, un esfuerzo. Nadie puede recorrer ese camino por ellos, si ellos no lo consiguen... lo perderán"

"Debo luchar por cada uno de ellos. Ella tiene que aprenderlo, entenderlo". Adala ya lo había visto, su esperanza se llenaba al recordar a los habitantes de Asmir demostrando la bondad a una forastera, a Viktor rescatándola en Mares de Hielo sin importar de donde hubiera venido, formando incluso una familia... Adala se quedó mirando a su pequeña hija, Danna mientras que a su vez subía las escaleras del templo después de haber visto a uno de sus hijos marcharse sin dirigirle la palabra.

Este frío recorría su cálido corazón, mientras daba vuelta su mirada triste hacia abajo, buscando a su hijo, quien ya había desaparecido. Sus ojos se volvieron vacíos de expresión al ver, de nuevo, aquel oscuro perro negro mirándola fijamente con sus finos ojos pálidos. "Si puedo enseñarle a Danna a ver en los demás lo que otros no pueden... entonces tal vez... Ella estará bien" Pensó con la esperanza ahogándose en su pecho al volverse y ver, desde el cielo, los pesados ojos de Danna, mirando hacia abajo, con una frialdad inquietante, como si de ella ya no quedará nada. El gran perro negro, ahora se retiraba.

- Ese perro nos ha estado siguiendo, mamá - señaló Danna, su tono inexpresivo, mientras sus ojos no dejaban de seguir al animal, como si nada pudiera perturbar su mente.

Adala soltó una ligera carcajada, haciendo que Danna diera media vuelta y entrar por las enormes puertas del templo.

Al atravesar aquellas enormes puertas de piedra, el ambiente cambiaba drásticamente. La sala era inmensa y circular, con un techo tan alto que daba la impresión de abrirse al mismo cielo nocturno. En el centro, una mesa de piedra sostenía un cuenco de agua tan serena que reflejaba la luz de las velas, dispuestas en un círculo ritual a su alrededor. La luz tenue de las ventanas y las velas amarillas creaba una atmósfera cálida y sosegada, llenando la sala con una calma pesada, que invitaba al recogimiento y al silencio.

Mientras Danna recorría el lugar, dejaba que sus dedos se deslizaran por los muros curvos, cuyas superficies estaban decoradas con tallados antiguos y desgastados, quizá representando los ideales que el templo defendía. Al alzar la vista hacia el techo, vio una pintura en forma de constelación llamada "La Grulla de Paz", una serie de estrellas que, unidas por líneas finas, formaban la silueta de un ave con las alas extendidas. Esta constelación era conocida en Asmir como símbolo de serenidad y reconciliación, y se decía que quien la contemplara desde el templo podía encontrar la fuerza para enmendar sus errores.

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⏰ Última actualización: Nov 09 ⏰

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