Diez Años de ausencia

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Año 837: Diez Años de ausencia

La caminata de Danna junto a Aland se volvió silenciosa después de haber salido del recinto edificio militar sintiéndose algo frustrada en su rostro decaído por aquellas palabras hirientes de Alessia.

–A qué viene esa cara – Se dirigió Aland al darse cuenta de lo decaída que estaba la pequeña.

– Alessia nunca quiere hablar conmigo, no se que le hice– Respondió Danna mientras miraba al suelo dando unos pesados pasos.

–Si... tal vez ella tenga molestias, siempre entrena demasiado sus movimientos. Tal vez solo esté estresada– Dijo internado animarla.

Sin embargo Danna no respondió a aquellas palabras que buscaban darle ánimos limitándose al simple andar aceptando su destino. Acto que no pasó desapercibido para su hermano.

–Ella puede ser así siempre. No se si has notado pero ella se enojó por que me deje llevar al pelear con ella diciéndome que cometí muchos errores. Ella solo tal vez solo quiere que mejore. Así es ella. Distinta a mamá tal vez por eso... mamá– Aland al sentir que le ha invadido un profundo vacío de tristeza haciéndolo sentir verdaderamente incómodo.

No obstante Danna se le notó unos ojos destellantes y con esperanza mostrándose ahora un poco más saltarina a la vez que el joven Aland en sus ojos solo llega a ver el templo del septum. Viéndose la estructura bastante pequeña contrastando con su pensamientos.

–¡Es cierto! Mamá quería verte– dijo muy entusiasmada– Justo ahora está en el templo. Si pasas la veras ¡Ven, vamos rápido...

Aland se sintió incómodo y enojado, mirando los laterales de la calle con una postura insegura. "Soy insuficiente", se repetía en su mente mientras observaba a Danna, que saltaba de un lado a otro, saludando a conocidos. Cada paso que daban los alejaba más del recinto militar. Danna, siempre al frente, a menudo lo obligaba a corregir su camino al desviarse por algún callejón, y en esos momentos, Aland no podía evitar preguntarse: ¿Cómo es posible que se mantenga tan contenta todo el tiempo?

–Oye– le interrumpió Danna a sus pensamientos– Hoy le diste un golpe varios golpes a Alessia. Yo creo que lo hiciste bien– le dijo mientras le daba un pequeño golpe en su brazo haciendo que Aland sienta solo le surgieron más dudas sin embargo ahora la alegría lo comienza a invadir lentamente por las facciones de su rostro.

Las palabras fueron suficientes para que aunque él estuviese lleno de dudas aun, poco a poco se le viera sentir una linda sonrisa. La alegría de Danna le era bastante contagiosa. A tal punto que ahora, sin darse cuenta estaban en las puertas del templo.

Un templo bastante alto que posaba en medio de una colina. Con varios ventanales con varias cúpulas en distintas zonas que lo hacían destacar de las demás construcciones de Asmir. Antes ellos habían varios escalones que llevaban a las entradas del templo que al parecer tenían las puertas cerradas.

Aland se detuvo al inicio de los escalones, mirando hacia lo alto del templo mientras Danna comenzaba a subir. Algo en su interior le decía que debía quedarse, que esperara un momento más. Sin embargo, decidió no sucumbir a sus propios sentimientos y dio la vuelta, dispuesto a marcharse.

—Aland...— llamó una voz que casi se quebró.

Justo detrás de él, como si de un ángel se tratase, estaba su madre. Que al igual que él, también estaba sorprendida. Ella traía algo con forma plana envuelto en una tela blanca. La sorpresa de ambos era distinta siendo Adala la que portaba la calidez en el aire.

—Te ves hermoso— le comentó Adala, sonriendo con calidez, mientras en sus ojos brillaba una profunda nostalgia—. Me da gusto verte de nuevo.

Aland segundos después de haber sido sorprendido no supo cómo reaccionar. Lo único que hizo fue bajar la mirada para seguir su camino e ignorar a su madre.

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