Yo y Mi Futuro

33 3 1
                                    

Esto no es más que la consecuencia de haber retrasado  y dificultado yo misma,  la elección que un principio necesitaba hacer, un jodido mes de enero que no puedo hacer desaparecer del calendario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Esto no es más que la consecuencia de haber retrasado  y dificultado yo misma,  la elección que un principio necesitaba hacer, un jodido mes de enero que no puedo hacer desaparecer del calendario. Y de mi memoria, y experiencias amorosas, mucho menos.

     Como no sé cuánto tiempo necesitarán Álvaro y Bruno para asimilar lo que les propuse al límite de mi cordura, el baño de chicas estará bien para desaparecer por unos minutos antes de fingir que nada ha pasado.

     Camino rápido hacia mí escondite, no quiero que nadie me detenga.

     —Alex, ¿qué ocurre? 

    La intuición de René es sobrehumana conmigo, padre, hermano y hombre que no deja que ni el aire me roce.

    —Estoy bien.

     Me deshago de sus preguntas y continúo hacia mi destino.

     Pero Luján se interpone en medio.

     —Ratona, ¿y esa cara?

     —Lu, dame tiempo, ¿si?, no gestiono bien lo de tener dos novios.

     Él es más espabilado que nuestro hermano mayor o, mejor dicho, más experimentado en esto de las parejas abiertas.

     —Ha resultado ser amargo para ti —me dice al ver mis ojos.

     —Más que el enganche que tengo al puto café con doble de azúcar. 

     Luján me agarra los brazos dispuesto a regañarme.

     —Que nada te detenga, Alex, eres valiente y solo tú eliges cómo tomarlo.

     Y ya dije que estaba muy cariñoso, me besa para darme su apoyo, el que ya poco puede hacer por mi situación. 

     Como era de esperar no es el último Muñoz, antes de encerrarme en el baño, al que veo.

     Nico corre hacia mí cuando me ve disimular mis primeras lágrimas.

     —No es como darte un billete para Londres esta noche, pero pueden servirte las llaves del piso de Luján para desaparecer.

     Miro el llavero en su mano abierta. No, no lo cogeré.

     —Gracias, pero iré mejor a mear, así lloraré menos.

     —Es al revés —dice con toda su sabiduría londinense que me hace sonreír un poco.

    —No sería lo primero que haga al revés por esos dos.

     Nico mira a Álvaro y a Bruno, a mi espalda, o al menos creo que siguen ahí, porque mi hermano encoge el entrecejo como señal de desaprobación con ellos.

    —Ve tranquila —me pide, comprendiendo así que necesito marcharme—, estaré aquí fuera para lo que necesites.

     No hace falta más, y me deja marchar. Solo que Gabi se cruza en mi camino. Tanto Muñoz preocupado me hace sonreír ahora.

CAFÉ A CIEGAS, solo, sin azúcar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora