Yo y Mi Sinceridad

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Llego a la reunión más animada, la que felicita a Gabi mientras revuelven su pelo, entre bromas de peluqueros

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Llego a la reunión más animada, la que felicita a Gabi mientras revuelven su pelo, entre bromas de peluqueros. Sí, mi hermano ha decidido que para esta nueva etapa de su vida también estrenará imagen, y se ha presentado con el pelo tan corto que solo encuentras volumen si le tocas el flequillo.

     —Esta me la debes —me dice Gabi al besarme, mientras disimula también su disgusto al ver el podio que habrá de pisar en algún momento de la noche para recibir su medalla de cuarentón entre vítores y bromas—. Recuerda que yo prepararé tu fiesta dentro de unos años.

     —Ya puedo ver que harás referencia a mis hormonas femeninas.

     —No soy tan garrulo,  ratona —comenta con un brillo siniestro en los ojos—, solo necesito invitar al inútil para hacértelo pasar mal.

     Gabi me señala la barra, donde los tres hombres que trato de mantener separados esta noche, acaban por atraerse mutuamente  cuál polos imantados, como ya hicieran conmigo en el pasado y en el presente.

     —El inútil sobra aquí después de la pelea que tuvimos el lunes —me quejo con Gabi.

     —No pude hacer nada cuando fue el primero de mis invitados.

     —Eres imposible, Gabi. Tenemos que trabajar tu dependencia emocional de él. 

     Gabi ríe, su amistad con el inútil ya no me duele porque sé que yo estoy por encima de ella.

     —Y si tú me lo pides  será el primero en abandonar la fiesta, también, ratona. —Gabi besa mi sien derecha para infundirme ánimo.

     —¿Y que arruine tu momento triunfal? —pregunto mientras le señalo el podio, riendo yo—, no,  gracias, los gemelos le escupirán por ti. 

     —Seis años te quedan, ratona, tu fiesta es mía.

     Y su amenaza, mientras se aleja riendo, me hace reír a mí a carcajadas, gracias a lo cual, además, siento una inyección de valor que mueve mis pies en dirección a la barra del bar.

     La situación es inverosímil. Ni en mil vidas que viviera podría imaginar a los tres juntos.

     El inútil habla al tiempo que los otros dos, frente a él, callan y sostienen sus vasos sin beber, y sin pestañear, embobados con lo que les dice. Si Bruno es bueno convenciendo con sus acciones, y Álvaro inmejorable con el don de la palabra, no me equivoqué al elegir al inútil por ambas cosas. Los tiene bien puestos para conseguir lo que quiere, lástima que aquella decisión de estafar al fisco le dejó sin cojones para mí.

     —Quiero una copa —digo al llegar a ellos. A ver cuál de los tres me la proporciona.

     Era de esperar la respuesta de mis novios, al igual que la de mi ex. Y sí, me he tomado otro chupito antes de acercarme a verlos, por eso el valor me sale por las orejas para llamarlos así. Mis novios.

CAFÉ A CIEGAS, solo, sin azúcar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora