03: La primera vez que la vi

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Años antes

Verano del 2016

¡Chuta, Dez! ¡Chuta!

Chuté el balón y se impactó en la red del arco. Brinqué gritando por el gol que había marcado, mientras recibía felicitaciones por mi grupo de amigos y continué jugando, corriendo por el balón hasta que uno de mis amigos chutó tan fuerte que se salió de la cancha.

—Joder —Dije esa palabrota y se me vino a la mente el regañón de mi madre diciéndome "cuida esa boca, Pablo Martín".

—Ve por el balón, Dez —gritaron.

—¿Por qué yo? —pregunté malhumorado.

Empezaron a fastidiarme y a cabrearme; dije más palabrotas y terminé yendo a por el balón, el cual había rodado hasta las bancas del parque. Alcé la mirada y vi a una niña. El balón estaba a sus pies.

—¡Oye, tía! —grité tan fuerte que estaba seguro que me había escuchado— ¡Me tiras el balón! ¡Por favor!

Ni me miró.

—¡Oye! ¡Tía que me tires el balón! —grité más fuerte. Siguió sin mirarme.

Pensé que tal vez no me hacía caso porque esa no era la forma de tratar a una niña, o bueno, eso era lo que me decía mi hermana mayor. Me decía que no debía de gritarle a las mujeres.

Me acerqué a la niña y yo mismo agarré el balón.

—Perdona por gritar —me disculpé, siguió sin mirarme—¿Estás sorda?

Iba a pasar mis manos a centímetros de su rostro para llamar su atención, pero me fijé en unos audífonos que llevaba en cada oreja. Estaba escuchando música. La música debía de estar tan fuerte para no escucharme.

—Te quedarás sorda.

Ni se percató de mí.

También noté que llevaba un libro entre sus faldas. Estaba leyendo. Leyendo y escuchando música.

Era rara.

—¡Dez! ¡Ya vienes! —gritó uno de mis amigos.

Fui a por ellos; regresé a jugar fútbol, pero de vez en cuando algo me llamaba a ver a esa niña. Seguía leyendo y escuchando música; me fijé que movía su pie como si quisiera bailar; también noté que sonreía de una manera que era contagiosa. Me pregunté qué era lo que estaba leyendo para que la hagan sonreír de tal manera.

Volví al juego y regresé a mirarla. Seguía leyendo. Estuve así hasta que el partido terminó. Miré hacia ella y esta vez había dejado de leer: una joven mujer estaba sentada a su lado, charlaba con ella y ambas se reían. Por su apariencia era fácil deducir de que eran hermanas; mismo color de cabello, misma forma de rostro, se podía decir que eran idénticas; hasta su ropa combinaban. Unos minutos después llegaron dos señores, una mujer más mayor que era igual a la niña y a la mujer joven; sospechaba que era la mamá y el señor mayor era el papá. La niña los abrazó y la mujer joven hizo una mueca para luego agarrar a la niña y cargarla.

Eran una familia.

Recordé a mis padres, a mi hermana y a toda mi familia. Estaban en mi pueblo, muy lejos de donde estaba. Y aunque ayer habían venido a visitarme por mi cumpleaños, esa misma noche tuvieron que irse por sus diferentes trabajos y escuela. Ver a la familia divertirse me hizo desear que mis padres y hermana vinieran a visitarme otra vez, pero eso no se podía; yo había venido a Barcelona para cumplir mis sueños y cuando lo lograra traería a mi familia o tendría el dinero suficiente para ir a visitarlos cada vez que quisiera.

Tal vez, solo tal vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora