A medida que crecemos, nos damos cuenta de que está bien darle fin a las relaciones. Aprendemos que no todas las personas están destinadas a quedarse para siempre y que su partida no invalida el tiempo que compartimos, ni el impacto que dejaron en nosotros, ya sea positivo o negativo. Cada relación, sin importar su duración, deja una huella en lo que somos y en lo que seremos en el futuro. Sobre todo cuando somos nosotros quiénes deciden qué hacer con lo sucedido.
Nos duele ver a alguien que amamos sufrir. Es natural querer aligerar su carga, envolver su tristeza en nuestros brazos y protegerlos de todo. Pero la vida también nos enseña que no siempre está en nuestras manos salvar a quienes amamos, y que, a veces hay personas que no quieren ser salvadas. Hay batallas que cada persona debe o quiere pelear sola, caminos que deben recorrer sin importar cuánto queramos acompañarlos. Podemos ofrecer apoyo y comprensión, pero creo que respetar esa distancia es también una muestra de amor.
Y, mientras reflexionamos sobre nuestras relaciones, comenzamos a mirar atrás, a nuestras raíces. Vemos a nuestros padres y notamos las cicatrices de sus propios errores, de sus imperfecciones y limitaciones. En nuestra infancia, tal vez esperábamos que fueran perfectos, pero con el tiempo entendemos que hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían. Nos enseñaron desde el lugar que ellos conocían, desde los miedos y los sueños que arrastraban. Sus fallos, que de pequeños no comprendíamos, se convierten ahora en pruebas de que ellos también son humanos, aprendiendo y creciendo en su propio viaje.
Creo que la vida, son las cicatrices que guardamos: unas duelen y otras besan... sobre todo cuando estás a punto de impactar. Últimamente hay demasiadas cosas en mi cabeza. Las buenas noticias son difíciles de encontrar...
Estos días me encontré luchando contra la tormenta, sabiendo internamente, que sangraría. Soy consciente que después de tropezar voy a caer, lloré de rabia y dolor; luché por amor. Es normal, después de cada golpe lloraré, pero también seré más fuerte. Y ahora, escribo desde el suelo, y sé que poco a poco me voy a levantar. Pero me va a costar.
Quiero escapar, déjenme escapar para quererme un poco. Quiero aprender a vivir...
Siento que el cielo revienta de repente. La caída es amarga y fugaz... Son de esos días que nos dejan sin palabras, los silencios ya no fluyen al callar. Las horas pasan, la caída es infinita. Acá no hay luz y yo no puedo respirar.
Me pregunto porqué pensé que algún día las cosas podrían cambiar... Estoy tan cansada de esto, estoy harta de quedar en último lugar. Ya no quiero vivir donde nos miramos a los ojos y hacemos cosas sin sentirlas de verdad. Y, aunque ya no escucho tus peticiones, aunque me rendí veinte veces, a pesar todo yo sigo acá, pero eso vos ya lo sabés. Ya no sé qué hago acá, esperando que te des cuenta. Siento que te he dado más de lo que nadie te ha dado, mucho más, quizás fue demasiado...
Te amo, pero todo tiene un límite. No te diste cuenta que mientras rogabas por atención, perdías a quien te miraba como si el sol viviera en tu corazón. Y así, ¿qué querés que piense ya de vos? Sé que yo no debería decirte qué hacer, vos lo hacías muy bien. He intentado todo pero es imposible, entendé que sola yo no puedo... Ya no puedo. Me lastimaste y lo hiciste muy bien. No te diste cuenta de que también nos hacías falta. Y aunque intentes todo, ya nada será posible. Porque hoy nosotras podemos solas.
Creer que la gente cambia con el tiempo, es como plantar flores en el cemento. Es duro, pero es lo que es.
¿Qué te dio el derecho de hacerme dudar de mi misma? Supiste abandonar mi corazón, hoy que ya está solo, dejalo solo. Después de tanto ya por fin me voy.
Porque cuando una persona quiere a otra, la quiere con todas sus cosas buenas, y sobre todo con las malas. Es el punto de querer a alguien, porque a pesar de esas cosas negativas, la querés solo porque es ella.
¿Cuántas veces intenté explicarte lo que me pasaba? Lo grité tantas veces, pero nunca me supiste escuchar. Me lo dije, tarde o temprano esto iba a pasar. Y hoy ya no hay vuelta atrás...
¿Por qué debo renunciar a lo que soy a cambio de afecto y aceptación? ¿Por qué se espera que moldee mi esencia, que borre mis matices, que calle mis pensamientos para encajar en los estándares de otros? Me niego a hacer eso. No quiero un afecto que dependa de mi habilidad para amoldarme, ni una aceptación que florezca solo cuando oculto las partes más genuinas de mí. Tanto las buenas como las malas.
Aceptar esos términos sería construir una prisión hecha de sonrisas complacientes y silencios carentes de opinión personal, de renuncias y sacrificios que, al final, no me harían feliz. Prefiero enfrentarme al mundo con mi verdad, aunque eso implique perder algunas manos, o algunos corazones en el camino. Me niego a esconder mi esencia en un rincón oscuro solo para recibir una aprobación efímera, basada en una versión de mí que no existe.
Quería que me devolvieran el tiempo, las horas, la luz de todas las estrellas para que pudieran alumbrar mi oscuridad; que me devolvieran el aire que contuve, escuchar en los silencios rotos que dejaba tras de mí. Quería que dejaran que me apague y me consumiera poco a poco. Pero por fin entendí que ya nada de eso vale la pena. En la vida todo es tan de prisa, que a veces es mejor volar aunque duela.
Considero que es mejor caminar con la honestidad de quien soy, aunque sea en soledad, que vivir una vida donde cada acto y palabra sean medidas, complazcan a otros y se sientan como disfraces. Ser yo misma es el acto de amor más grande que puedo ofrecerme, y no voy a negociar eso por una aceptación que solo me haría sentir más vacía. Quiero enfocarme en las personas que me dan su vida y me dan paz. Porque a veces solo hay que olvidar lo que no tenemos, y celebrar y agradecer que aún nos tenemos.
Y aunque aún trabajo en ello, estoy tranquila, porque la vida es mala pero el tiempo es justo.
Hoy decidí aceptar todo lo que llegue, porque la vida es un sueño, y en esa aceptación encontramos paz, y en esa paz, la libertad de seguir avanzando con un corazón más abierto...
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Diario de una chica "Loca"
AcakDedicado a todos aquellos que se preguntan si escribo sobre ellos: Lo hago. Y no... No estoy loca. Aunque este diario es la prueba más sensata que tengo...