Los Weasley Nott: Enredos de Corazón

Bill y Laurent Bellamy Weasley

Seis meses. Seis meses. Bill no podía creer lo rápido que había pasado el tiempo. Había llegado a París sin una razón clara, más allá de un impulso que lo llevó hasta allí, pero jamás pensó que terminaría quedándose. No solo quedándose en la ciudad, sino quedándose con Laurent.

Lo que comenzó como una conexión intensa, algo que ni Bill ni Laurent pudieron evitar, se transformó en algo mucho más grande de lo que cualquiera de los dos había anticipado. El primer mes fue un torbellino de emociones, risas, y descubrimientos. Pasaron horas hablando sobre magia, sobre la vida, sobre sus deseos y sueños. Habían compartido secretos, temores y, por supuesto, esa extraña sensación de que estaban destinados a encontrarse. La química entre ellos era innegable. Bill no podía evitar sonreír cada vez que pensaba en Laurent.

Lo que nunca imaginó fue cómo, en ese proceso de conocerse, de vivir el uno para el otro, se iría desentendiendo de todo lo que había dejado atrás. Su familia, su trabajo, su hogar... Había olvidado por completo avisar a su madre, Ethan Nott, de su paradero, de que seguía vivo, de que estaba bien. Cada día que pasaba junto a Laurent, el mundo parecía más pequeño, más concentrado en ellos dos. El ritmo frenético de su vida anterior, las cartas, las responsabilidades, los viajes... todo eso parecía tan lejano, como si nunca hubiera sido parte de su vida.

Laurent lo había invitado a quedarse, sin presión alguna, sin nada más que un "si quieres". Pero Bill nunca había imaginado que esa invitación lo llevaría a vivir en el mismo apartamento con él. Un mes pasó. Después otro. Y de repente, ya vivían juntos. Sin hablarlo realmente, sin establecerlo como una "decisión", simplemente se fue dando. Los dos compartían ese espacio, ese pequeño refugio en París, un lugar que Bill ahora veía como suyo también.

Estaba completamente cautivado por Laurent. Su sonrisa, su manera de moverse, su bondad tranquila. Habían hablado sobre su futuro juntos, sobre lo que querían lograr, sobre los lugares a los que querían ir. Bill había encontrado en él algo que nunca había buscado, pero que ahora no podía imaginar vivir sin ello.

Todo parecía ir tan bien que se olvidó de algo tan simple como enviar una carta a casa.

Hasta que llegó la carta.

Bill estaba recostado en el sofá, leyendo un libro sobre antiguas maldiciones egipcias, cuando un búho mensajero llegó a la ventana. No era un búho familiar. No era el de su madre ni el de algún otro miembro de la familia. Aun así, cuando lo abrió, lo reconoció inmediatamente: era de Ron, su hermano Ronald.

Bill, con una mezcla de curiosidad y algo de aprensión, rompió el sello y empezó a leer. Al principio, todo parecía normal. Ron le contaba sobre lo que había pasado en la Madriguera, le comentaba cómo la vida seguía su curso, y lo entretenía con pequeñas anécdotas de sus hermanos. Pero lo que hizo que Bill se detuviera en seco fue una línea que cambió todo el tono de la carta.

"Bill... mamá se está volviendo loca, y no solo por no saber nada de ti. Resulta que Charlie, nuestro hermano, fue a la casa a presentar a su pareja. Un hombre, omega, que tiene 8 meses de embarazo. Sí, lo leíste bien. El estúpido insensato de Charlie vino con su pareja omega embarazado y, lo peor, mamá lo está tomando tan mal que literalmente dice que no puede creer que el hijo de alguien como ella haya hecho tal locura sin antes casarse. Así que, como te imaginarás, estoy escribiendo esto porque mamá ya está preguntando por ti. ¿Estás bien? La última vez que supimos de ti fue cuando te fuiste a Egipto, ¡y hace meses que no sabemos nada!"

Bill, al leer esas palabras, se sintió como si el suelo bajo sus pies hubiera desaparecido. De repente, todo lo que había estado ignorando, todo lo que había estado postergando, lo golpeó con la fuerza de una maldición antigua. Su madre, Ethan Nott, estaba al borde de un ataque de nervios. Y no solo eso, sino que la noticia de Charlie y su... ¿pareja embarazada? Estaba causando un caos familiar que ni siquiera Bill había anticipado.