Capitulo Cuatro

29 8 1
                                    



Así era como Fluke esperaba sentirse en brazos de un hombre exaltado, eufórico y totalmente consciente de su propio cuerpo. Hasta ese momento creía que esa reacción era un mito, que algunas personas exageraban, que eso no existía.

Sin embargo, con un solo beso, Ohm había desmentido tales suposiciones y el cuerpo de Fluke, tuviera o no sentido, emitía un zumbido como el del motor de un coche de carreras en la línea de salida.

–Así que..., ¿te gusto? –preguntó Fluke en voz baja cuando él separó la boca de la suya–. Es evidente, pero...

Ohm lo miró, asombrado.

–¿Por qué creías que no era así?

–Porque tu padre te ha casado a toda prisa, sin importarle que yo no fuera el novio que había elegido. Me pareció que le daba igual con quién te casaras, con tal de que la boda se llevara a cabo.

–Así es. El país entero sabía que era el día de mi boda. A mi padre le pareció una humillación y un escándalo para el trono la desaparición del novio. No podía aceptarlo. Si la boda se celebraba y podía ocultar lo sucedido, se calmaría.

–No me di cuenta de hasta dónde podían llegar las consecuencias de la desaparición de Luke –reconoció Fluke–. No entendí que para tu padre fuera un delito y una situación vergonzosa. Fui un ingenuo.

–Vuelve a besarme –dijo Ohm mirándole el labio inferior, que Fluke se estaba mordiendo.

–No estoy seguro de que debamos hacerlo.

–Nada que sepa tan bien como tu boca puede ser malo. –Ahora va a resultar que eres poeta –susurró Fluke conteniendo la respiración mientras miraba sus maravillosos ojos verdes y notaba una oleada de calor por todo el cuerpo.

Y, ¿qué demonios? Otros se arriesgaban constantemente, a diferencia de Fluke. Reconocerlo lo molestó.

–Estamos casados.

Fluke no pensaba en eso, sino en cómo hacía que se sintiera, indulgente consigo mismo, algo que nunca se había permitido. Pero ¿qué eran unos besos? No había mal alguno en ello, se dijo con determinación. ¿Por qué se tomaba la vida tan en serio y se comportaba como si el techo se fuera a desplomar sobre Fluke, si se apartaba del camino de la rectitud?

En un intento de negar su costumbre de ver siempre el lado negativo de las cosas, ladeó la cabeza y dijo con voz tensa –Lo estamos.

Ohm volvió a besar su rosada boca, atractiva como un melocotón maduro, y cedió aún más al deseo que se había apoderado de su cuerpo, recostándola sobre los cojines mientras le acariciaba la rodilla y seguía hacia arriba por el muslo.

Fluke ahogó un grito y alzó las caderas al tiempo que notaba un repentino deseo en el centro de su cuerpo de una intensidad aterradora.

–¡Haces que te desee, pero no sé cómo hacerlo! –exclamó, impotente, con los nervios en estado de alerta.

Ohm le sonrió.

–Sabes cómo. No eres tan inocente.

Sin embargo, si lo era, porque lo que sentía era nuevo y excitante. ¿Y cómo no iba a serlo, si era la primera vez que lo experimentaba?

Él se acomodó sobre Fluke y colocó una de sus piernas entre las de él. Fluke contuvo la respiración. Él volvió a besarlo, le abrió los labios y le introdujo la lengua, con la que le hizo pequeños giros en el paladar que lo hicieron estremecer.

El peso de su cuerpo sobre el suyo, su masculino y envolvente aroma, su forma de mordisquearle el labio inferior... Todo le estaba volviendo loco y despertando en Fluke una insana impaciencia que lo llevó a acariciarle la espalda por debajo de la camisa. Se dio cuenta de que estaba tan caliente como prometían sus besos. Él apretó los labios contra su cuello, descubriendo otro lugar que era muy sensible, y descendió hasta su pecho.

Príncipe por accidenteWhere stories live. Discover now