Casados sin compromiso

Luna de Miel

Aquí el controlador era el cocinero. Tenían quince días de vacaciones y siete de ellos eran para un viaje de Luna de miel cortesía de Zeff. Un resort con todo incluido, así que en realidad solo tenían que llevar cambios de ropa y aún así con toda la experiencia que tenía cuidando de que el marimo tuviera todo para viajar, seguía estresándose como si ahora realmente tuviera que encargarse de que sobreviviera.

Bueno, todos sabían que si no fuera por el cocinero, Zoro ya habría muerto en una cuneta.

Murmuraba bajito mientras indicaba con el dedo el contenido de la maleta:

—Toallas de playa, siete cambios de ropa y uno de emergencia, protector solar... un arma ...

Sanji se quedó mirando la reglamentaria de Zoro.

—¿¡Qué hace tu reglamentaria aquí?!—gritó casi escupiendo fuego.

Se preguntó porque siempre que tenían que viajar se encontraba con la pistola de Zoro en alguna parte.

El marimo se dejó caer en la cama y le miró tranquilamente, ya estaba acostumbrado a sacar de quicio al cocinero.

—Cuántas veces tengo que decirte que siempre estoy de servicio.

—Si estás de luna de miel no puedes estar de servicio —se quejó Sanji llevándose las manos a la cara.

—Dile eso a mí jefe.

Sanji soltó una sarta de maldiciones mientras pensaba que no quería ir al aeropuerto y ser detenido por cargar un arma en la maleta.

— ¿Estás diciendo que si el teléfono suena a medianoche te tienes que subir a un avión de regreso?

—Básicamente— el peliverde se acomodo para verlo mejor, parecía que disfrutaba hacerle sufrir.

—Como este es un permiso de trabajo en primer lugar—se lamentó.

—Pero seré el último que llamarán, por eso es "permiso de trabajo"

Sanji se le quedó viendo, Zoro realmente estaba satisfecho con su "permiso de trabajo" como si no se diera cuenta que era una burrada de tiempo libre falso, porque tenía que cargar su arma y estar al pendiente del móvil.

—No creo que tenga que usarla, pero debo llevarla de todos modos —explicó el marimo.

Al cocinero le pareció que estaba tratando de consolarle de alguna manera. Iba a seguir reclamando pero sintió que este era un dejá vu de sus viajes anteriores.

—Llevas la placa ¿verdad? —dijo resignado.

Zoro asintió entonces el rubio se rindió por completo.

Luego de comprobar la maleta varias veces más, solo para no encontrar alguna sorpresa como un lanzagranadas o C4 se dispuso a dejarla en la sala del departamento.

—Creo que tenemos todo.

—Sacaré el auto entonces — Zoro tomó sus llaves de la encimera y se dirigió a la puerta.

—Trata de no perderte — dijo Sanji con ironía.

Quizás no era tan irónico pensar que su esposo era capaz de perderse camino al estacionamiento, así que sin que lo supiera había aprovechado que dormía más que un oso para instalar una app de rastreo en el móvil, con suerte le ayudaría a tener un control remoto de ¿Dónde está Zoro?

Aprovechó de revisar que los servicios estuvieran cortados, las ventanas cerradas y los objetos eléctricos desenchufados. Tomó la maleta y la sacó fuera, cerró con seguro y puso una copia de la llave bajo el tapete.