Zoro no disfrutaba de las cosas dulces, de hecho las evitaba, le gustaban las cosas saladas como el arroz o la carne, pero acababa de descubrir que había un alimento dulce que podía tolerar, en ese momento pensó que podía volverse adicto.
Untar una frutilla en crema de almendras y deslizarla por la piel del hombro del cocinero, para luego pasar la lengua por los restos de crema que quedaba era bastante delicioso. Mejor aún cuando, hacía que su pareja mordiera la frutilla para luego robarle un poco de la boca al besarse.
Se dio cuenta de que podía comprarse una plantación de frutillas para hacer solo eso todo el día.
Pero no era el único, al cocinero le gustaba pasar la crema y las frutillas por la piel de Zoro y lamerla de regreso también, le gustaba ver cómo tragaba saliva cuando sentía la humedad de su lengua pasearse por su manzana de Adán.
Ahora, Sanji tenía un nuevo alimento para agregar a su lista de compras.
Le gustaba sentir como una de las piernas del rubio lo sostenía obligándolo a mantenerse cerca de él, le agradaba haberse mudado a una casa con una cocina que tuviera un mesón tan amplio para poder estrenarlo de esa manera con su esposo.
Así que allí, en medio del caos de cajas de mudanza y desorden, parecía mucho mejor besarse y comer frutillas que concentrarse en sus tareas.
Hubiesen podido continuar así por horas y horas, pero un móvil interrumpió todo el ambiente y los hizo separarse como si alguien los hubiese descubierto. Zoro maldijo su suerte, y agarró el móvil con deseos de lanzarlo por la ventana más cercana.
Otra vez : Tashigi. Parecía tener un detector de malos momentos para llamar por teléfono.
—¿Qué? —dijo visiblemente molesto.
Observó como Sanji se arreglaba su camisa para cubrirse ya que estaba a medio abrir gracias al peliverde y como iba liberándolo poco a poco de su agarre. También parecía fastidiado por la llamada telefónica.
Zoro escuchó a la chica atentamente mientras se lamentaba internamente de no poder cortar la llamada.
—Mas te vale que sea “algo” porque si no, te prometo que te abriré un expediente.
Hubo silencio de nuevo mientras Sanji tomaba una toalla de papel y se limpiaba los restos de crema de almendras de algunas zonas de su cuerpo.
—Si, si me importa una mierda… estoy allí en veinte.
Zoro casi rompe la pantalla del teléfono de golpe al terminar la llamada. Se quedó mirando a su pareja.
—Uhm… así que ¿permiso por matrimonio?— comentó el cocinero con ironía.
El marimo gruñó, ya habían hablado de ésto.
—Surgió algo…
—Lo sé —si el rubio era totalmente honesto, le hubiese gustado pedirle al peliverde que se quedara con él. Había aprendido a disfrutar pasar el día así.
— Trataré de volver para la cena…
Sanji desvío la mirada, se sintió extraño que Zoro se justificara de alguna manera.
—Vuelve cuando quieras.
Zoro suspiró y tomó sus llaves del mostrador y se dirigió hacia la puerta. Le echó una última mirada al cocinero.
—Pues me voy…
Sanji le hizo un gesto con la mano y observó como la puerta se cerraba. En cuanto escuchó el auto alejarse, tomó su teléfono y activó el rastreador que había llamado “¿Dónde está el marimo?” no podía evitar preocuparse de que se perdiera incluso camino al trabajo.
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Casados sin compromiso
General FictionZoro un día toma una decisión radical. Quiere casarse con Sanji aunque nunca tuvieron una relación amorosa, pero sí ocasional. Su excusa muy superficial pero ¿Es verdad? ¿Sobrevivirán a ese tipo de decisión? Aclaración: En este fic no se utilizan l...