El esposo de ideas confusas

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—Marimo ¿Estás seguro de que esas ruedas van con esas tuercas?

Sanji observaba atentamente cómo su esposo intentaba armar infructuosamente un carrito para guardar verduras, solamente para demostrar que podía hacerlo, sin considerar el hecho de que el cocinero nunca mencionó necesitar ayuda para ensamblarlo.

—Estoy seguro.

Sanji miró las instrucciones y luego las piezas, le preocupaba un poco herirle el orgullo a Zoro, pero definitivamente esas dos piezas no iban juntas. 

—Es que… 

—No lo digas.

—Pero…

—Cocinero… 

Sanji suspiró. El carrito acabaría muerto sin haber conocido la dicha de cargar verduras frescas encima. En otras circunstancias el rubio habría intentado salvar su compra, pero desde el “pequeño” accidente del Baratie, el marimo estaba muy pesado con las instrucciones del doctor, si bien el cocinero estaba adolorido y lleno de hematomas, podía hacer una vida perfectamente normal. 

Pero tampoco en el restaurante lo dejaban hacer todo normal. También allí tenía a Zeff encima recordándole las instrucciones del doctor. Al cocinero le gustaba más pensar que eran recomendaciones, así no se sentía obligado a seguirlas. 

Algo hizo “crack” y lo sacó de sus pensamientos, vio como un trocito de plástico saltó desde la rueda del carrito hasta el suelo. 

—Bueno, ya se terminó el juguete —dijo el rubio acercándose a la estructura a medias. 

—Venía dañado. —gruñó el marimo. 

—Si, si…— sonrió el cocinero, mientras reunía las piezas que ya no servían. 

Viéndolo de cerca, incluso si esa rueda no hubiese hecho crack, de todas formas no habría funcionado, el producto estuvo muerto en el momento que Zoro trató de juntar dos piezas incompatibles. El marimo se quedó viendo cómo el otro sonreía, ni siquiera parecía molesto con él por haber destruir algo comprado para la cocina, que era territorio de Sanji. 

— ¿No deberías estar enojado? —preguntó Zoro. 

—Ah, es que desde un principio no le vi mucho futuro —respondió el rubio mientras metía todo lo inutilizable en la caja. 

Luego observó cómo dejaba la caja a un lado y volvía a mirarle.

—Podemos comprar otro después. 

A veces el marimo no sabía cómo debía sentirse. Cuando veía esa sonrisa sentía que estaba siendo vencido sin siquiera haber iniciado una pelea y otras veces le llenaba de tanta energía, que el rubio era la primera persona en quien quería usarla y  generalmente, lo que más le provocaba esa sonrisa era abrazarlo y apretarlo. 

—¡Ouh! Cuidado…

A veces no se daba cuenta cuando ya se le había lanzado encima. 

Vio a Sanji con una expresión adolorida pero cariñosa. 

— Más suave, aún me duelen los golpes. 

—Te pasa por no defenderte…

Sanji le tomó la cara y le apretó las mejillas mientras Zoro lo miraba con su habitual expresión de pocos amigos. 

—No vamos a seguir con este tema—le riñó. —Ya pasó, quedará como una anécdota para …

Sanji se quedó callado. Iba a decir nuestros nietos, pero cómo iba a tener nietos si para iniciar no quería tener hijos. Se sintió raro, iba a decirlo de forma tan natural como si estuviese dejando de lado aquella decisión. 

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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