༺𝟑𝟐༻

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POV LING


Luego de toda la celebración fuimos a la clínica médica para que nos revisaran las heridas, así que acabamos con un montón de gasas esparcidas por todo el cuerpo, pero Jak lo tenía peor. Tenía que quedarse en la clínica hasta nuevo aviso porque su pierna está gravemente infectada.


Podríamos habernos quedado con el, pero el médico dijo que solo se permitía una persona, así que Natt se ofreció a quedarse. La familia de Jak lo habían visitado hoy temprano, pero no se quedaron mucho tiempo porque Natt no quería que su familia lo viera así mientras los médicos le hacían algunas cosas.


Era deprimente ver a uno de nuestros amigos atrapado en la clínica mientras nosotros estábamos perfectamente. Ojalá pudiéramos hacer algo para ayudar.


Comimos en la clínica antes de que Engfa y yo nos fuéramos. Caminamos hasta el castillo para dormir todo lo que necesitáramos.


"Supongo que te veré más tarde", dijo Engfa.


Asentí.


"Sí. Quizá irrumpa en tu habitación y te arruine la noche", bromeé.


"No te atrevas a arruinarme la primera noche de descanso. Creo que has olvidado que puedo dispararte con una flecha" Ella amenaza.


Me reí y la vi alejarse dirigiéndose a su habitación luego me fui a la mía. Entré en mi habitación y vi que era mucho más grande que mi antigua habitación de abajo. Logré ver que tenía un pequeño balcón con vistas a todo el reino, era precioso.


Agarre algo de la ropa que me habían traído las criadas y me fui a bañar. Por fin tenía mi propio cuarto de baño.


Cerré la puerta y me quité la ropa dejando al descubierto mis cicatrices. Me miré en el espejo y suspiré. Ya no sé qué sentir. Todo es tan confuso.


Necesito darme un respiro. Me lo merezco, ¿verdad?


Me metí en la bañera y me froté el cuerpo hasta que se puso rojo, con la esperanza de poder quitarme también todas las malas experiencias que había tenido los dos últimos meses en el Reino de los Salvajes. Estaba segura de que en ese reino perdimos una parte de nosotros mismos.


Me lavé el pelo y añadí más champú, pero el color no se desvanece. Supongo que seguiré siendo pelirroja un par de días más hasta que encuentre la forma de quitármelo. Me sequé el cuerpo, me puse una camisa blanca y unos pantalones marrones y abrí la puerta.


Tiré la ropa sucia al cesto y algo me llamó la atención. Alguien estaba de pie junto a mi balcón, de espaldas a mí y con ese pelo gris suelto al viento. Ya estaba con su ropa de dormir.


Me hizo recordar las veces que había ido a mi habitación sin avisar. A veces para jugar al ajedrez o cuando simplemente necesitaba alguien con quien hablar.

ROYAL ROSE | LINGORMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora