🪷 ─── ❛ 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐇𝐀𝐃𝐀𝐒 :: ❪ Juan Rey. ❫
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── "Hubiera dado mi vida por poder curarte las heridas. No te conocía, pero cuando lo hice, ya no pude imaginarme una vida sin vos. Ven a mí y déjame amarte, empecemos una nueva historia jun...
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UNA NOCHE MÁS VIVIENDO ELMISMO SUEÑO. En un gran castillo, las risas contagiosas de dos niños rebotan por las paredes, llenando el gran salón. Recorren cada parte del inmenso lugar jugando a las atrapadas, intentando llenar el silencio abrumador que los molestaba. Ambos parecían felices, cómodos, como si no necesitaran nada más para poder seguir adelante.
Su recorrido terminó en un paisaje muy conocido, uno que Lia vivía plasmando sobre sus lienzos. Ambos niños corrieron a través del fino portal en dirección hacia el patio trasero de su castillo, lleno de árboles, pasto bien cuidado y flores hermosas adornando miles de arbustos. Una imagen perfecta, casi familiar.
Usualmente, el sueño de Lia terminaba ahí, era corto, realmente no pasaba nada interesante, hasta que pasó su primera noche en el Hangar. El sueño que antes parecía tan inocente, se había convertido en una pesadilla vivida en primera persona.
La niña de pelo castaño, vestida con un lindo vestido floreado es tocada en el hombro por el otro niño, dándole fin al juego. Ambos ríen una vez más, divertidos por la escena, pero cuando deciden reiniciar su juego inocente, el castaño retrocede, asustado por lo que veía a espaldas de ella. Los guardias de seguridad se acercan a la escena, resguardando al niño detrás de ellos.
── ¡Lia! ──escuchó la voz del niño llamarla con miedo, mientras intentaba pasar la muralla de guardaespaldas.
Lia, confundida, decide darse media vuelta, encontrándose con un hombre misterioso, con la cara borrosa, algo estaba fallando. Su cara oscura se fue acercando cada vez más y más a ella, pero cuando quiso alejarse, el hombre fue más rápido y saltó encima de ella.
── ¡Lia! ──el grito de Zeki la ayudó a despertar.
Abrió los ojos, desorientada. Giró la cabeza, encontrándose con la figura de Zeki siendo alumbrada por los rayos de sol que entraban a través de la cortina, de brazos cruzados y con una ceja alzada.
── ¿Qué hora es? ──preguntó mientras se sentaba sobre la cama para poder estirarse.
── ¡Tarde, Lia, tarde! ──se quejó su amigue── Dale, a levantarse, me prometiste que me ibas a acompañar ──puchereó.
