Gema tembló ante la mirada de la matriarca Morgan.
-Yo...
-Acércate.
Ella lo hizo con rapidez.
-Te gusta mucho mi nieto, no es así?
-Sí.
-Creí que serías tan débil como Sara, pero tienes aguante. Siéntate.
Gema se sentó al lado de la mujer, un poco alejada de ella para no molestarla.
-Veo tu adoración hacia Christopher así como veo como él te desprecia. Si fueras otra mujer ya te hubieras ido.
-Prometí a Christopher no irme. Prometí siempre apoyarlo en todo.
-Pero no hizo que se quedara a tu lado.
Gema sintió que le faltaba el aire.
-La primera vez que Elija me ninguneó lo golpeé tan fuerte que hice que se arrodillara. Él ya me gustaba, pero no por eso iba a permitir que me tratara mal.
Regina observó el cuadro que estaba colgado en la pared. Era de su esposo y de ella.
-Ya teníamos algo, él creyó que yo sería como las tantas mujeres que frecuentaba. Que equivocado estaba.
Ella sonrió con burla y melancolía.
-Me trasladaron tres días después de eso. Yo había ido a avisarle que me iría pero él estaba con otra mujer, por eso recibió el golpe. Me trasladaron a Irak y estuve ahí durante tres años. Tres años en donde no tuvimos ningún contacto. Sabía que nadie me haría temblar el piso como lo hacía ese bastardo así que decidí no tener nada con nadie.
Gema la escuchaba con sorpresa.
¿Alguien se atrevería a hacerle eso a una mujer como la señora Morgan?
Sí. Un Morgan.
-Le dolió?
Regina la miró.
-Le dolió verlo con otra mujer. Saber que no eres suficiente.
-Claro que sí, pero jamás permitiría que él lo viera. Una mujer que puede tener a quien quiera no podría ser que esté llorando por uno que no la quisiera. Yo soy suficiente para cualquier hombre, soy inclusó más de lo que alguien podría querer. Jamás me pregunté si había algo mal conmigo, sabía que yo no era el problema.
Gema bajó la mirada y observó sus manos que se movían ansiosas.
-Cuando lo volví a ver no sentí nada.
Gema la volvió a mirar.
-Todo ese odio que nos agarramos desde el primer momento hasta esa calidez que empecé a sentir por él. Ya no había nada, solo indiferencia. Era un maldito desgraciado, no podía ver que yo estaba bien sin él y que hombres no me faltaban. Me acorraló muchas veces así como terminó muchas veces con un ojo morado. No quería saber nada de él y él lo sabía. Duró casi tres años antes de que yo lo volteara a mirar de nuevo. Lo vigilé todo ese tiempo y sabía que no había tocado a ninguna mujer así como sabía la razón del por qué siempre desaparecía mi ropa interior.
Gema abrió la boca ante lo último.
-Me dijo que no iba dejar de perseguirme y que no iba a permitir que otro estuviera a mi lado, que me convenía ser su esposa, después de todo indirectamente ya lo era. Les había dicho a todos nuestros colegas que teníamos algo y que íbamos a casarnos. Era un maldito descarado, pero era el maldito descarado que a mí me gustaba. Le terminé dando el sí y nos casamos en Rusia.
Gema sintió su nariz picar.
Sabía que ese tipo de final ella no iba a lograrlo.
-También hubo mujeres como tú detrás de Elija. Muchas terminaron con el corazón roto. Elija cambió por mí, porque me quería a su lado y sabía que tenía que cambiar para que se cumpliera su deseo. Entiendes, no?
Gema la miró con sus ojos llenos de lágrimas.
-Deja de ser un personaje de complemento y conviértete en la protagonista. Y tu protagonista debes saber que no es Christopher.
-Gracias...gracias, señora.
Gema la abrazó y Regina le dio ligeras palmaditas en la espalda.
Nadie le había aconsejado. Todos se burlaban o la alentaban a seguir con Christopher, pero nadie la escuchaba.
Todos solo asumían que ella quería seguir sufriendo.
-Empieza a pensar en lo que quieres y en lo que puedes obtener. Suelta lo que no puedes tener y empieza a buscar otras cosas.
Gema asintió y se separó de la mujer.
La puerta de la entrada se escuchó ser abierta seguida de voces.
A Gema se le fue el aire al ver a la señora Morgan ingresar.
Volteó a mirar y Regina le sonrió levemente.
-Que bien me veo.
La Regina que acababa de ingresar se quedó sin habla.
¡¿Qué mierdas?!
Gema se limpió sus lágrimas y se levantó.
-Me retiro. Permiso.
Ella pasó de largo y salió de la mansión.
Desde ahora pensaría solo en ella y dejaría de ser un trampolin para los demás.