Celos silenciosos

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A medida que ___ terminaba de atender a Bachira, notó cómo los demás chicos lanzaban miradas furtivas, esperando su turno, cada uno con una excusa más creativa que el anterior. Ella no pudo evitar sonreír al ver sus esfuerzos por llamar su atención. Aquella camaradería que se había formado entre ellos le hacía sentir que, de alguna forma, también pertenecía a ese equipo, a pesar de no estar en el campo.

Bachira, fingiendo una cojera exagerada, se acercó y le dijo: “Creo que me lastimé... el corazón. ¿Tendrás algún remedio para eso?” Las risas no tardaron en aparecer, y ___ lo miró divertida antes de responderle con un tono irónico.

—Lo siento, pero para eso no hay cura —contestó, conteniendo la risa.

Los demás estallaron en carcajadas, y ella se sintió contagiada por aquella energía tan llena de vida. Cada día en el equipo le recordaba que no solo estaba allí para curar heridas físicas, sino también para acompañarlos en su recorrido, en cada paso hacia sus sueños.

Mientras el entrenamiento llegaba a su fin, ___ se quedó un rato más observando cómo el sol empezaba a ocultarse detrás de las gradas. Sentía una calidez en el pecho, una satisfacción que iba más allá de su rol como enfermera. En esos momentos compartidos, había descubierto una nueva familia, una que la aceptaba, la valoraba, y la hacía sentir como en casa.

Con una última mirada, se despidió de los chicos y comenzó a caminar hacia la salida, segura de que, al día siguiente, la recibirían con las mismas bromas, risas y ese cariño que tanto había aprendido a apreciar.

Aquí tienes una continuación posible para el texto:

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A medida que ___ terminaba de atender.
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___ volvió a la enfermería, dejando atrás el bullicio del campo de entrenamiento. Cerró la puerta, permitiéndose disfrutar de la calma del lugar. Aún tenía trabajo por hacer: revisar los suministros, actualizar los registros y preparar el equipo para el día siguiente. Pero su mente seguía en los momentos compartidos con los jugadores, en las risas y las bromas que tanto alegraban sus días.

Mientras revisaba las vendas y organizaba el material médico, una sensación de satisfacción la invadió. Aunque su labor principal era cuidar de las lesiones físicas, había descubierto que su presencia también era importante para el ánimo del equipo. Ellos le recordaban que no estaba sola, que formaba parte de algo más grande, de una familia que la apreciaba.

El tiempo pasó rápidamente, y antes de darse cuenta, la enfermería estaba lista para el próximo día. Apagó las luces y cerró la puerta con una última sonrisa, segura de que mañana la esperarían con la misma energía y entusiasmo que tanto había aprendido a valorar.

___ terminó de organizar la enfermería y, al salir, sacó su celular para revisar las notificaciones. Al abrir Instagram, notó una sorpresa inesperada: Sae le había devuelto el seguido. Se quedó observando la pantalla por un momento, sorprendida y un poco incrédula. No había pensado que alguien tan conocido se fijara en ella, y mucho menos que la siguiera de vuelta.

Recordó aquella vez en que atendió a Rin. En ese momento, no lo había reconocido, solo había visto a un joven más en necesidad de atención. Ahora, al unir los nombres y los rostros, comenzaba a comprender que aquel mundo en el que se había integrado iba más allá de lo que imaginaba. Estaba rodeada de personas que tenían carreras impresionantes, pero para ella, seguían siendo simplemente chicos que buscaban apoyo y cuidado.

Con una sonrisa ligera, guardó su celular, sin darle demasiada importancia. Sabía que al día siguiente continuaría con su trabajo, atendiendo a cada uno de ellos como siempre lo hacía, sin importar quiénes fueran afuera del campo.


ᴄʜᴏᴏꜱᴇ ʟᴏᴠᴇ ♡! ||ʙʟʟᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora