capitulo 2: imprevistos

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"Saber utilizar a los hombres es tenerlos a todos de aliados." - Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia

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Eran las 6:30 de la mañana, y la academia Seton se encontraba con cierto movimiento durante esa hora, en un salón aislado y alejado de la academia, se encontraban diversos animales reunidos en aquel oscuro y desolado sitio.

El salón estaba decorado con motas de polvo, cortinas desgastadas por las cuales aparecía una luz tenue que apenas iluminaba a los animales presentes, y muebles rotos a donde sea que vieras, los únicos muebles en un buen estado eran una mesa y un par de sillas.

Los animales estaban sentados en círculo alrededor de la mesa principal, sus murmullos decoraban el lugar, siendo el único sonido audible de aquel sitio, ni siquiera los grillos eran escuchados adentró del aula.

Los murmullos se empezaron a extinguir lentamente, como un fuego lento que se apaga y muere en un solo momento, todos los animales estaban observando expectantes la puerta, listos para reaccionar en el momento que se abriera.

Repentinamente la puerta fue abierta y todos los animales presentes se levantaron de sus asientos, en una forma de mostrar respeto al animal que se presentaba ante ellos, era un lobo gris de dos metros de altura, unos ojos filosos de color rojo, y un pelaje terso y brillante.

El lobo entró al salón con pasos firmes, sin bajar o desviar la mirada en ningún momento, algunos animales bajaban la cabeza para no mirarlo directamente, otros lo observaban con cierto temor y respeto.

Diversos animales tenían distintas reacciones ante aquel lobo, algunos tenían los orejas detrás de la cabeza, otros tenían las colas entre las piernas, y otros temblaban levemente, como si instintivamente todos estuvieran frente a un depredador.

Pero el lobo no venía solo, estaba acompañado por su mano derecha y su más fiel seguidora, la tigresa.

Quien se presentaba con elegancia, haciendo una corta reverencia frente a todos los animales, ella dio un leve suspiro y comento.

Tigresa: el señor Rasmus quiere su atención - dijo con un toque de elegancia en su voz, su voz era firme pero mantenía su elegancia, todos los animales prestaron atención mientras ella se inclina ante Rasmus, esperando a que el se siente.

Finalmente Rasmus tomó asiento y asintió levemente ante la reverencia de la tigresa, observo con fiereza al resto de animales, los cuales lentamente se fueron sentando, aún seguían mirando al piso, pero Rasmus dio una sonrisa que ocultaba una macabra intención.

Rasmus: hablemos sobre un tema que a todos nos interesa - comento con su voz gruesa y autoritaria, con un destello de maldad reflejado en sus rojos ojos los cuales observaban a los animales, los observaba como si los analizará detenidamente - hablemos de los humanos...

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Jin se encontraba dando vueltas en su cama, no pudo pegar un ojo en toda la noche, la situación de ayer aún lo hacía pensar.

Y a pesar del cansancio y ardor en sus ojos, no podía dejar de pensar en ella...

Esa maldita tigresa, ¿Quien se creía para tratarlo así? Como si fuera un simple animal.

Pensar en ese maldito gato le hacía sentir repugnancia y odio, su orgullo no solo estaba herido superficialmente, ella le enterró un cuchillo y lo removió por sus entrañas, el calor de su enojo le impedía encontrar una posición cómoda para dormir.

Finalmente se levantó, su cabeza pesaba con fuerza, y sus ojos ardían como si hubiera frotado limones contra ellos, se levantó con su adolorido cuerpo, los golpes que había recibido ayer aún perjudicaba su andar, pero no le importaba en lo más mínimo.

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⏰ Última actualización: Nov 24 ⏰

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El Ser Superior (Murenase Seton Gakuen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora