Parte 1

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"Twilight Sparkle está muerta."

Las palabras flotaban sombrías entre los ponis reunidos, reverberando en el aire pesado de una tarde gris. En el centro del claro de Ponyville, rodeada de flores de lavanda, yacía Twilight Sparkle, inmóvil, envuelta en un manto de descanso eterno. La chispa de vida que alguna vez encendió su mirada ahora se había apagado, dejando un vacío en cada corazón que tocó.

Todo el pueblo se había congregado, abrumado por la pérdida. Sus amigas de siempre permanecían al frente, unidas en el duelo, sus rostros marcados por la pena. Fluttershy temblaba mientras las lágrimas caían en silencio; Rarity, aferrada a un pañuelo bordado en honor a Twilight, lloraba abiertamente; Applejack, con el sombrero en el pecho, se mantenía firme, pero su mirada perdida revelaba su propio dolor. Pinkie Pie, normalmente radiante, parecía una sombra de sí misma, con su melena caída y apagada.

Al frente de todos, Celestia y Luna observaban el descanso final de su querida alumna. La Princesa Celestia miraba a Twilight como si aún no pudiera creerlo. Cerró los ojos un momento, como esperando que al abrirlos todo aquello desapareciera y Twilight siguiera a su lado, como siempre. Pero, cuando volvió a abrirlos, la realidad seguía allí, cruda y devastadora. Con voz quebrada, pronunció en un susurro lleno de incredulidad:

Mi alumna... está muerta.

Las palabras resonaron, desgarrando la última barrera en los corazones de los presentes. Luna, incapaz de encontrar consuelo, posó un ala protectora sobre su hermana, sintiendo que cualquier palabra sería insuficiente para aliviar esa pena.

Una brisa suave hizo ondear las lavandas que rodeaban a Twilight, enviando su aroma hasta los ponis, como si fuera el último susurro de despedida de la princesa de la amistad. Las flores parecían inclinarse hacia ella, honrando su legado, recordando que fue esa misma bondad y luz las que alguna vez salvaron a Equestria.

Celestia apretó los dientes, mirando al horizonte, con la voz temblorosa y cargada de rabia.

Todo esto... es culpa de Sombra.

Nuestro Último Crepúsculo | TwibraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora