Parte 7

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El amanecer se deslizaba tímidamente por el bosque, proyectando sombras alargadas a través de las ventanas de la cabaña. Twilight, apenas descansada, miraba hacia el horizonte, sintiendo que sus pensamientos eran un torbellino imposible de controlar. La necesidad de respuestas seguía aumentando, y con ella, una inquietud que apenas podía contener.

Por otro lado, la presencia de Sombra se hacía cada vez más opresiva. Él había comenzado a vigilarla con más frecuencia, incluso acompañándola en cada momento, como si temiera que Twilight escapara en cualquier instante.

Durante el desayuno, la tensión era palpable. Twilight trataba de concentrarse en su comida, pero sentía el peso de la mirada de Sombra. Él la observaba en silencio, sus ojos oscuros fijos en ella, como si intentara leer cada pensamiento que se formaba en su mente.

Finalmente, Twilight rompió el silencio.

—Ayer, encontré ese cartel en la ventana. —Las palabras salieron antes de que pudiera detenerse. Sentía que debía ser honesta, aunque temía la reacción de Sombra—. ¿Por qué nunca me hablas de ese lugar, de Ponyville? ¿O de... la Princesa de la Amistad?

Sombra entrecerró los ojos, y su expresión se volvió dura.

—Te lo he dicho, Twilight —respondió con voz baja y firme—. Esos son recuerdos del pasado, sombras de lo que no tiene importancia ahora. Solo nos traerán dolor. No quiero que te preocupes por cosas que ya no importan.

Twilight apretó los labios. No podía aceptar esa respuesta. Sabía que algo importante estaba enterrado en su memoria, algo que había sido ocultado y distorsionado.

—Pero, ¿cómo puedo saber quién soy si no conozco mi pasado? —insistió, tratando de mantener la calma—. Siento que hay algo que debo recordar... algo que, de alguna manera, sigue aquí.

Sombra la miró con una mezcla de frustración y tristeza. Se acercó a ella y le tomó la pezuña, en un gesto que Twilight ya no encontraba tan reconfortante como antes.

—Twilight, tú eres lo único que tengo —dijo, su voz quebrada—. Yo te traje de vuelta, te di una nueva vida. Todo lo que necesitas está aquí, conmigo.

Las palabras resonaron en su mente. "Te traje de vuelta." ¿Qué significaba eso? ¿Acaso no siempre había sido así? ¿Por qué la idea de haber "regresado" la llenaba de una inquietud profunda, como si estuviera viviendo una mentira cuidadosamente construida?

A pesar de sus dudas, decidió no presionar más. Sabía que Sombra no le daría las respuestas que buscaba, al menos no de buena voluntad. Necesitaba otra manera de descubrir la verdad, y una parte de ella comenzaba a sentir que su única salida estaba en esos sueños, en el sendero de lavandas y el lago oscuro.

Esa tarde, aprovechando que Sombra había salido brevemente a buscar provisiones, Twilight se adentró en el bosque. El aire estaba frío, y la luz del sol apenas lograba atravesar la densa copa de los árboles. Se dirigió hacia el claro de lavandas, esperando que el aroma de las flores la ayudara a recordar algo más.

Al llegar al claro, inhaló profundamente el perfume de las lavandas, y una calma extraña se apoderó de ella. Casi podía escuchar sus propios pensamientos resonando en el silencio, como si el bosque mismo guardara los secretos que Sombra se empeñaba en mantener ocultos.

Entonces, en el borde del claro, notó algo inusual: una figura tallada en un viejo árbol. Era un símbolo que reconoció de inmediato, una estrella de seis puntas rodeada de pequeños destellos. Twilight sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al mirarlo.

"Esa estrella... ¿por qué se siente tan familiar?"

Al tocar la marca, una serie de imágenes cruzaron su mente como un relámpago. Vio una biblioteca, una gran sala repleta de libros y estanterías, un lugar que sentía como un segundo hogar. Luego, vislumbró la imagen de otras figuras, sus rostros borrosos pero sus presencias cálidas y reconfortantes. Entre esas figuras, reconoció el rostro de una princesa, radiante y fuerte, llena de amor y amistad. Esa princesa...

"¿Soy yo? ¿Era yo esa princesa?"

El vértigo se apoderó de ella, y tuvo que sostenerse del árbol para no perder el equilibrio. Era como si una parte de ella intentara abrirse paso entre la niebla, recordándole fragmentos de una vida que había sido borrada. Su respiración se aceleró, y por un momento sintió que todo su ser se estaba desmoronando.

Entonces, un sonido de pasos a su espalda la hizo girarse rápidamente.

—Twilight.

Sombra estaba allí, observándola con una expresión sombría y llena de reproche. Twilight retrocedió un paso, sintiendo cómo una mezcla de culpa y temor crecía en su pecho.

—Yo... solo estaba caminando —dijo, intentando sonar tranquila.

Sombra se acercó lentamente, y Twilight pudo ver en su mirada algo más oscuro que nunca. Él sabía lo que estaba haciendo, y su mirada de preocupación se tornó en un gesto de desaprobación y decepción.

—Twilight, me prometiste que confiarías en mí —dijo con voz fría—. Sabes que todo lo que hago es para protegerte, para mantenernos a salvo. Pero, si insistes en cuestionar esta realidad que he creado para ti... solo te traerá dolor.

Twilight sintió que sus palabras eran más una advertencia que una súplica. Pero ya no podía ignorar la realidad; necesitaba respuestas, y estaba cada vez más segura de que Sombra estaba dispuesto a mantenerla en una jaula de mentiras para evitar que las descubriera.

—¿Protegerme de qué, Sombra? —preguntó, su voz temblorosa pero firme—. ¿Por qué tengo la sensación de que no me estás diciendo toda la verdad?

Sombra la miró con una mezcla de desesperación y frustración.

—Twilight, te amo —susurró, acercándose aún más—. Lo único que importa es que estamos juntos, y nada ni nadie puede quitarnos eso. ¿Por qué te empeñas en dudar de mí?

Twilight apartó la mirada, sintiendo cómo sus emociones se debatían entre el cariño y el resentimiento. Aunque una parte de ella quería aferrarse a la seguridad que Sombra le ofrecía, su deseo de saber la verdad era mucho más fuerte.

—No quiero vivir en una mentira —murmuró, casi en un susurro.

La tensión entre ellos se intensificó, y Twilight sintió cómo el aire se volvía denso y pesado. Sombra la observaba con una mezcla de furia y tristeza, y Twilight temió por un instante haber cruzado un límite invisible.

Sin embargo, él finalmente dio un paso atrás y respiró profundamente.

—De acuerdo —dijo, con voz tensa—. Si tanto deseas descubrir tu pasado, te acompañaré. Pero recuerda, Twilight, que a veces, los recuerdos pueden traer más dolor que paz.

Twilight asintió, aunque en su interior sentía un temor profundo. Sabía que Sombra ocultaba algo oscuro, algo que no quería que ella descubriera. Pero, al mismo tiempo, se sentía determinada a encontrar la verdad, aunque esa verdad la condujera a un lugar sombrío.

Esa noche, al regresar a la cabaña, Twilight se sentó junto a la ventana, observando las sombras del bosque, sintiéndose como una prisionera en una celda de recuerdos olvidados. Se preparó para enfrentar los secretos que Sombra intentaba enterrar, y aunque el miedo estaba presente, la necesidad de conocer la verdad la fortalecía.

Mientras la luna se elevaba en el cielo, Twilight supo que, sin importar las consecuencias, debía encontrar ese lago y mirar de frente al misterio que allí la esperaba.

Nuestro Último Crepúsculo | TwibraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora