Capítulo 4:

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NARRADOR ANÓNIMO:

La oficina de Máximo estaba iluminada tenuemente por la luz de una lámpara de escritorio, creando un ambiente de confidencialidad que se respiraba en el aire.  Rodrigo se recargaba contra el borde de la mesa, observando a su amigo con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Mira, Rodrigo —comenzó Máximo, cruzando los brazos—. Este negocio de armas es un juego peligroso. Pero hay algo que me inquieta más que cualquier trato fallido.

Rodrigo frunció el ceño, sintiendo que la conversación se tornaba más seria.

—¿De qué hablas? —preguntó, manteniendo la mirada fija en él.

—Siempre he tenido la sensación de que hay algo oscuro detrás de la muerte de mi madre. Mi padre nunca ha querido decirme la verdad. ¿Tú sabes algo al respecto?

Rodrigo sacudió la cabeza, su expresión se tornó grave.

—No, Máximo. Nunca he sabido nada concreto. Solo rumores... pero nada que pueda confirmar.

Máximo se quedó en silencio, sus pensamientos se agolpaban como sombras en su mente. Finalmente, rompió el silencio.

—Sospecho que fue Ernesto Vannicelli. La enemistad entre él y mi padre era conocida por todos. Siempre hubo tensión entre ellos.

Rodrigo asintió lentamente, comprendiendo la magnitud de las implicaciones.

—Si eso es cierto, eso cambiaría todo —dijo Rodrigo, pensativo—. Pero no hay pruebas.

En ese momento, el sonido del teléfono interrumpió la conversación. Máximo miró la pantalla y vio el nombre de Clara iluminado.

—Es Clara —anunció, contestando rápidamente—. Hola.

La voz de Clara sonó al otro lado, clara y llena de energía.

—Máximo, ¿cuándo vas a venir a Florencia? Mi tío y yo queremos verte. Estamos aquí y el quiere hablar contigo.

Una sonrisa involuntaria se dibujó en el rostro de Máximo mientras escuchaba su voz.

—Voy a regresar mañana —respondió—. Te prometo que estaré allí.

—¡Genial! Te esperaremos en el restaurante de mi familia,ya sabes como es mi tio—dijo Clara con entusiasmo antes de colgar.

Máximo miró a Rodrigo con una chispa de determinación en los ojos.

—Voy a Florencia mañana. ¿Quieres venir conmigo?

Rodrigo no dudó ni un segundo.

—Por supuesto. No puedo perderme la oportunidad de ver a Clara —respondió con una sonrisa cómplice.

Sin embargo, detrás de esa sonrisa, ambos sabían que el viaje a Florencia no solo significaba reencontrarse con Clara. Era un paso más en el juego peligroso en el que estaban involucrados. Si Benjamín se enteraba de la traición de Máximo, si descubría que estaba planeando quitarle el puesto, las consecuencias serían devastadoras. Benjamín no era un hombre que perdonara fácilmente, pero Máximo tampoco y auqnue su familia se llevara con los Vanetto,  por culpa de Benjamin habian perdido grandes aliados y parte de sus negocios,  aunquea su padre eso no le importo ya que despues de la muerte de su esposa todo le daba igual ; su venganza sería implacable y podría costarles mucho más que sus posiciones en el negocio.

Máximo sintió un escalofrío recorrerle la espalda al pensar en ello, pero decidió dejar esas preocupaciones para más tarde. Ahora había un viaje que planear y una reunión que esperar. La vida seguía adelante, aunque las sombras del pasado nunca estuvieran muy lejos.

Máximo y Rodrigo estaban sentados frente a un mapa extendido sobre la mesa, sus rostros reflejaban la seriedad del momento.

Sombras del Ajedrez. +18 [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora