CAPÍTULO 1: UN NUEVO COMIENZO

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ATP

Me desperté junto con el molesto sonido de la alarma, eran las siete y media de la mañana. Me alcé corriendo de la cama y me puse lo primero que vi, una camiseta roja con mi falda tejana favorita. Escuché los pitidos del coche de NADH mientras me lavaba los dientes.

— ¡ATP! ¡Vamos tarde!

Seguro que NADH estaba con un humor delicado, como siempre. Me calcé los zapatos rápidamente y salí por la puerta. Allí estaba el pequeño coche rojo que tantas veces habíamos utilizado mi mejor amiga y yo, que a tantas aventuras nos había acompañado. Ella y su gemelo, NADPH, me esperaban mirando por la ventanilla.

— ¿Otra vez te quedaste dormida, olvidona? – Preguntó NADPH

Él era el típico hombre deportista, musculado, de ojos azules y con un peinado tipo mullet que realmente favorecía su pelo negro. Solamente con verlo sabes que tiene una larga lista de pretendientes, pero él siempre está con su hermana, en el gimnasio o en bádminton, siempre ha sido un chico muy familiar.

— Es que pospuse la alarma varias veces – dije avergonzada.

— Si sigues así voy a tener que venir a despertarte yo, gatita – comentó NADPH con el tono burlón que lo caracterizaba.

— Pues no vendría mal, ¡SUBE YA AL COCHE! – gritó NADH.

NADH y yo hemos sido mejores amigas desde los doce años, cuando empezamos el instituto. Coincidimos en la misma clase, pero no intercambiamos palabras hasta que en educación física nos tocó juntas en un equipo. Ese día perdimos por mi culpa, pero ella nunca me dio la espalda, dice que le gusta verme esforzándome. Seguimos en el mismo instituto hasta el bachillerato, donde ambas decidimos tomar la rama científica y, ahora, en la universidad, yo voy a cursar biología y ella medicina. NADPH también iba con nosotras en bachillerato, pero él decidió convertirse en fisioterapeuta y escogió otra carrera.

— ¿Te quieres apuntar a atletismo con nosotros? Aún hay plazas libres – dijo NADH

— No, tía, tú sabes que no me gustan esas cosas, soy más de quedarme leyendo en los pocos descansos que tengo. No soy como el resto de chicas, no se me puede quitar un libro de las manos ni con una motosierra.

— Venga, ¡será divertido! Además, así nos veremos más - NADPH apoyaba a su hermana, con una sonrisa que, francamente, me daba grima.

— ¿¡Vernos más aún?! Imposible, pero vale, me lo pensaré. – "Qué panda de pesados, creo que están obsesionados conmigo o algo", pensé.

Llegamos a la UCE (Universidad Célula Eucariota). El campus era hermoso, había muchas facultades diferentes rodeadas por verde y brillante césped, muchas zonas de pícnic y espacios para charlar y pasar el rato. Estaba lleno de gente muy diversa, todos caminando en diferentes direcciones pero todos con una dirección clara. Me quedé tan hipnotizada con el campus que casi no noté cuando una mujer chocó conmigo, dejando caer todos los libros.

— Perdona, no te había visto... — dijo la mujer, mientras se agachaba a recoger los libros que se le habían caído.

— No te preocupes, era yo, que estaba en las nubes y no estaba prestando atención - me agaché para ayudarla.

Nos alzamos a la vez y nuestras miradas se cruzaron, entonces aproveché para analizarla con detalle. Era una mujer mayor que yo, de 30 a 35 años, con el pelo negro y los labios pintados de carmesí. Su pelo lacio y largo le caía por los hombros, tenía grandes pechos, que cubría con una camisa de escote en forma de pico, y un pañuelo enrollado al cuello. Me quedé mirando el collar en forma de flor que le colgaba.

— Muchas gracias – dijo con una sonrisa pícara. Tenía un brillo especial en los ojos, pero me vi incapaz de adivinar sus pensamientos.

— De... de nada – aparté la mirada rápidamente, sonrojada – perdón, pero me tengo que ir, tengo clases – y salí corriendo hacia donde estaban mis amigos.

Noté sus ojos clavados en mí mientras me alejaba. Estoy segura de que se estaba riendo de mí, había sido una situación embarazosa. NADH estaba agarrando un mapa del campus con una mano, mientras agitaba enérgicamente la otra mano en una acalorada discusión con su hermano para ponerse de acuerdo qué dirección había que tomar.

— ATP, espabila, yo tengo que ir al edificio mitocondria y tú al citosol, el de la izquierda. NADPH se irá ahora a entrenar, tiene clases más tarde.

— Te puedo acompañar para que no te pierdas, mi hermana ya se ubica pero a ti te veo en un apuro – dijo NADPH

— No te preocupes, llegarías tarde al entreno, sabré llegar a clase por mi cuenta. – qué pesado era.

No sé como NADPH puede tener tantas pretendientas. Es un hombre muy descarado, y eso sin tener en cuenta lo pretencioso que se pone a veces. Entiendo que a las chicas les pueda gustar el estilo que tiene, con su actitud de badboy y su chaqueta de cuero negra con un tigre (estilo japonés) bordado en el dorso, pero si supieran lo superficial e interesado que es en realidad, seguro que cambiarían de opinión.

Pensándolo mejor, quizá sí debería haber aceptado la ayuda de NADPH, porque estoy perdida, definitivamente soy una pringada. Cuando crucé delante de la misma clase por lo que me pareció la quinta vez, me choqué con alguien. Ya es la segunda vez en solo una mañana, soy demasiado patosa...

— A ver si miras por donde vas, puta cerda – dijo un hombre de estatura alta. Joder con la puta jirafa. Era un zanahorio delgado con ojos verde oscuro, llevaba puesta una camisa beige de lino con unos pantalones anchos de color caqui.

— Ay, perdón, es que estoy muy perdida. Se supone que tengo que ir a la clase 210, pero no me ubico ni con la ayuda de un mapa – admití con una sonrisa falsa, ya que no tenía ganas de empezar a hacer enemigos en mi primer día.

— ¡No jodas tía, si yo voy a la misma! Tienes biología molecular, ¿no? – es gay, ahora lo entiendo todo.

— Sí, me llamo ATP y empiezo la carrera de biología humana – dije entusiasmada, quizás este twink sería mi primer amigo de la carrera.

— ¡Yo soy FADH2 y también empiezo biología humana! venga, pues vamos tirando, que llegamos tarde.

Por un milagro de Dios, encontramos la clase poco antes de que sonara el timbre y nos sentamos en los únicos asientos que quedaban disponibles, en primera fila.

— Qué mal rollo, ahora quedaremos retratados como los pringados del curso... — susurré a mi nuevo amigo.

— Tía, qué va, ¿no has escuchado hablar de piruvato?

— No, todavía - contesté curiosa.

— ¿Has estado viviendo debajo de una piedra, o qué? Piruvato es el friki ese que no para de hacer el ridículo por el grupo de mensajes de clase. Lleva todo el verano preguntando si alguien quiere ser amigo suyo, se le nota la desesperación a quilómetros.

— Vaya, es que no toco demasiado el teléfono. Se podría decir que soy adicta a los libros.

En ese momento entró una persona en la clase, pero no me fijé en ella hasta que no habló.

— Buenos días clase, comprendo que este es vuestro primer día, pero eso no significa que vaya a ser laxa. Tenemos demasiado temario como para desperdiciar una sesión entera en tonterías. — dijo una voz femenina, autoritaria, pero extrañamente familiar – Me presento, mi nombre es Dra. ATPasa, y yo seré vuestra profesora de biología molecular este año.

No lo puedo creer, ¡era la mujer atractiva con la que me choqué antes! ¡Tierra, trágame! Bajé la cabeza antes de que me pudiera reconocer, pero, en ese instante, noté como nuestras miradas se conectaron. Por un breve momento pensé que no me había reconocido, pero la sonrisita que se le escapó entre los labios carnosos y brillantes la delató. Noté un brillo de picardía en sus ojos y supe inmediatamente que estaba en problemas.

La Teoría del Enlace Roto: Polaridades OcultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora