Narrado por MaiaAquí estoy, en la sala de la casa de mis padres, con tres pares de ojos fijos en mí, esperando una explicación. Marcos ya conoce una parte de la historia, pero necesita saber más, al igual que mis padres, quienes se han enterado de la peor manera. Trato de reunir fuerzas para hablar, pero siento un peso en el pecho que me impide mirarlos a la cara, especialmente a mis padres.
Inhalo profundamente, consciente de que lo que voy a contar es una parte de mi vida que he guardado durante mucho tiempo. Los recuerdos comienzan a aflorar y vuelvo, en mi mente, a aquel día de hace siete años...
PASADO : Siete Años Atrás
Aquella noche estaba llena de emoción y ansias por ver a Alejandro.
Me había dicho que tenía algo importante que contarme, y hasta mencionó que tenía una sorpresa para mí. La ilusión crecía en mi pecho;
esperaba que fuera lo que me imaginaba. Alejandro estaba considerando estudiar en el extranjero, y el solo pensamiento de separarnos me llenaba de miedo. Lo amaba, aunque nuestra relación era todavía nueva, y no quería perderlo.
Estaba en la discoteca, esperando a que llegara, cuando de repente comenzó a sonar nuestra canción favorita. Sin pensarlo, empecé a mover las caderas al ritmo de la música, dejándome llevar. De pronto, sentí unas manos conocidas tomando mis caderas desde atrás, pero algo me hizo dudar: el perfume era distinto. Me gire Y Ahí estaba él. Sin pensarlo, me lance sobre él, besándolo apasionadamente, sin importarme nada más.
Su mirada al principio reflejaba sorpresa, pero pronto comenzó a seguirme el ritmo. El beso se volvió más intenso, y sentí cómo la pasión que había estado conteniendo esos días sin verlo se desbordaba. Me tomó de la mano y me guió hacia el final del pasillo oscuro de la discoteca. No pude resistirme; dejé que el deseo nos arrastrara a ambos en una pasión que quemaba.
Estábamos recuperando el aliento después de aquel momento cuando escuché unos pasos acercarse. Me apresuré a arreglar mi vestido, aún con la adrenalina corriendo por mis venas. Fue entonces cuando escuché una voz que hizo que mi corazón se detuviera.
—¡Maia! ¡Alexandro! ¿Qué han hecho? Giré, con el estómago hecho un nudo.
A pesar de la oscuridad, pude distinguir dos rostros idénticos. Con horror, entendí lo que había sucedido.
Las sensaciones que me habían confundido, el perfume distinto, y, sobre todo, el nombre que se me escapó entre susurros... "Alejandro." Pero él no era Alejandro. Era Alexandro, su hermano gemelo.
En ese instante, el mundo se me vino abajo. La verguenza, la culpa, y el pánico me envolvieron, mientras comprendía el error que acababa de cometer.
PRESENTE:
La sala se encuentra en un tenso silencio. Mis padres, con sus rostros llenos de incredulidad y desconcierto, no saben cómo reaccionar. Marco solo me observa en silencio, aún procesando lo que les acabo de revelar.
He contado mi historia con todo el dolor y la sinceridad de la que soy capaz, y aunque me siento más ligera, sé que las consecuencias de esto apenas comienzan.
No olviden tocar la estrella