18. La cita

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- ¿¡Qué esperan!? ¡Mi abuela se movía más rápido que ustedes, maldita sea! ¡Muévanse!

Eran gritos los que se oían en la torre de los Vee's, gritos a compañados de ordenes que hacían que todos los trabajadores se apuren para cumplir con los mandatos de Vox. Los dos amigos de este mismo veían todo el alboroto que era la torre, siendo el responsable el presentador. Movidos por la curiosidad, decidieron acercarse para preguntar.

- Vox, ¿Qué mierda estás haciendo?.- preguntó Velvette delicadamente.- Toda la torre parece un mercado por tus gritos.

- Estoy haciendo un musical. ¿Qué más creen que hago? Obvio que moviendo a estos demonios holgazanes para que trabajen más rápido. El tiempo es muy limitado.- respondió, sin mirar a su socia ya que estaba muy ocupado revisando unos papales en sus manos. Velvette iba a hablar de nuevo pero se calló cuando Vox empezó a gritar de nuevo.- ¡¿QUIÉN PUTAS HIZO ESTOS ESCRITOS?! ¡ESTÁN MEDIOCRES!.- lanzó los papales al suelo, un demonio ayudante se acercó para recoger los papales y recibió los reclamos de su jefe.- ¡Que los vuelvan a hacer, si no serán los próximos blancos en el campo de tiro!

En cuando el demonio reprendido se marchó de su vista, Vox tomó su celular e hizo una llamada bajo la mirada de sus socios.

- Pepper, ¿Cómo vas con los arreglos?.- quedó en silencio escuchando la respuesta del otro lado de la linea.- No te concierne saber qué es lo que tiene entre las piernas, sólo necesito que dejes todo arreglado y bonito. Que sea simple pero atractivo. ¿Ok? Te daré un aumento si lo logras.- cuelga la llamada.

- Vaya, todo esto es por un perrito o perrita. ¿Estás de cacería o lo intentas atrapar?.- fue el turno de Valentino en preguntar.

- Son unos chismosos, todo lo quieren saber.- con fastidio, Vox se metió el celular al bolsillo.- ¿Por qué mejor no van a centrarse en sus asuntos? Sean productivos.

- ¡Já! El demonio de los chismes nos esta juzgando, vaya que esto parece mucho más serio que una simple aventura.- se burló Velvette.

- Exacto, que hipócrita es la gente hoy en día.- apoyó Valentino.

El demonio televisivo ignoró todo lo que decían, estaba contra el tiempo y no era el momento para discutir con sus socios. Tenía un montón de pendientes que terminar antes de su reunión y debía ver todos los detalles de los programas que se presentarían hoy para que no hubiera errores. Ya que debía estar libre a las seis.

Alastor le dijo que vendría a verlo en la noche, pero no fue específico ni generoso al decirle la hora. La noche empezaba a las seis pero no sabía si vendría a esa hora o a las ocho, o nueve. ¡No tenía idea! Pero tampoco quería estar desprevenido cuando venga, por eso le encargó un trabajo muy especial a su asistente personal mientras él se ocupaba de todo lo relacionado al trabajo.

Y así pasaron las horas, donde sus amigos se reían de él por lo alterado que lucía, después de liberarse de la aburrida reunión y presentar de manera impecable su programa volvió a dar órdenes a diestra y siniestra, e incluso haciendo el trabajo ajeno, encargándose manualmente de hacerlo perfecto.

Ya sintiendo sus fusibles a punto de estallar, terminó con éxito sus pendientes de ese día. Siendo las seis en punto se dirigía con prisas a su lugar en la torre, abrió la puerta y buscó con la mirada a su asistente que ya se dirigía a su dirección en cuanto entró.

- Buenas noches, jefe. ¿Qué le parece?.- le preguntó con una sonrisa su asistente.

Vox le dio una mirada detallada, no había mucho, solo una mesa con dos sillas al frente de su gran acuario, con una botella de champagne en el centro dentro de una cubeta con hielos, con luces cálidas de fondo y una música romántica. Simple pero bonito, tal como pidió.

- Está perfecto, ya puedes irte. Tienes tu aumento asegurado.

Luego de un adiós rápido por parte de su trabajador y saliera de su territorio, hizo cambiar las luces de fondo a unas bajas de color azul, de igual manera la música la cambió por un jazz tranquilo y como última cosa fue a su cocina para sacar de su cajón secreto uno de los caros y antiguos vinos que tenía, remplazando al champagne en la mesa. Nadie mejor que él sabía los gustos que tenía Alastor, además que también nadie sabía que tendrían una cita.

- Wow, una cita con Alastor. No puedo creerlo.- murmuró emocionado.

Bueno, el demonio Beta no le dijo como tal que es una cita pero ante los ojos de Vox si lo era. Pues, ya habían hablado de cortejo, Alastor lo quiere cortejar y él estaba más que contento con eso, todo eso sumado da como resultado una cita.

Aún más emocionado que antes se empezó a alistar, se quitó su habitual traje y se colocó un traje negro, con camisa del mismo color y con un chaleco elegante de color azul marino, marcando su figura fabulosamente. Sin duda todo de él gritaba ALFA. Esperaba dar la misma impresión a Alastor cuando lo viera.

Y se puso a esperar. Espero una hora, dos, tres.

La impaciencia le hizo empezar a mover una pierna.

Cuatro horas, cinco horas.

Ya había destapado la botella de vino y se sirvió una copa para calmar sus ansias, esperaba que Alastor no se enojara por no esperarlo.

Seis horas, siete horas.

El vino ya estaba casi vacío y su enojo ya no podía ser contenido, el cansancio y el estrés acumulado junto a licor que tomaba hicieron que saliera a relucir aquel enojo. Con cólera, tiró al suelo la botella de vino y de paso la mesa junto a las sillas, con su electricidad hizo explotar su reproductor de música y las luces que iluminaba el lugar. Se sintió estúpido al haber arreglado todo para está velada y que al final no haya venido como dijo. Se sintió herido al ser dejado vestido y alborotado.

Ni ganas tuvo de quitarse la ropa o de irse a la cama a dormir, solo se acomodó lo mejor que pudo en su sofá y cerró los ojos para dormir.

Unos instantes después, la presencia de Alastor se manifestó y se sintió desorientado al ver el lugar más oscuro de lo normal. Dio unos cuantos pasos y el vidrio romperse bajo su zapato captó su atención, podía identificar el olor a vino y observando bien el lugar descubrió que todo estaba destruido. Luego unos pequeños ronquidos lo llamaron hasta dar con el demonio que buscaba, hallándolo dormido, vestido muy bien y con olor a vino.

- Oh, Vox. Al parecer estabas muy cansado.- se acercó viendo la pantalla apagada de este.

Se agachó un poco y lo levantó en brazos estilo nupcial, se dirigió a la cama para dejarlo ahí e incluso le buscó ropa más cómoda para que duerma. Aunque una sonrisa siempre adornaba el rostro del demonio de la radio, esta vez parecía ser una sonrisa que contenía ternura mientras le colocaba la ropa que eligió para Vox. Una vez listo, lo acomodó mejor y se colocó a su lado.

- Mmgh, jódete Alastor.- Vox lo insultó en sueños, haciendo que se carcajé bajito para no despertarlo.

- Lamento haberte hecho esperar.- murmuró estando sentado en la cama a su lado, dando pequeños toques delicados a la pantalla del televisor.- Te lo voy a compensar, ¿Bien?

Con un poco de nervios se acercó a la pantalla de Vox y depósito un pequeño, fugaz y tímido beso. No sabía como aquello podía hacerlo sentir tan nervioso, aun más cuando el demonio se encontraba dormido. Pero bueno, ya lo había hecho, con las mejillas rojas, sonriendo aún más embobado pensó en acomodarse en la cama también. Pero primero, se dirigió a la puerta de la habitación y colocó seguro, no quería que algunos intrusos interrumpieran su sueño. Estando más tranquilo, se preparó a acomodarse al lado de Vox y taparse con la misma manta que él.

Le era curioso como los nervios le recorrían el cuerpo mientras que literalmente se acurrucaba junto a Vox, lo sentía como un montón de bichos, pero al final dejó de preocuparse para por fin cerrar los ojos y dormir cerca del demonio.










































































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