17. Consejo

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Las manos juntas apretadas entre sí, eran una contraparte a la expresión relajada que dejaba ver el demonio de la radio. Nadie podía saber lo afligido que estaba a simple vista, pero eso no era mucho problema para su amiga Rosie, quien estuvo con él los años suficientes para darse cuenta de esas pequeñas cosas que nadie notaria.

- ¡Qué sorpresa verte por aquí, querido Alastor!.- la Omega se acercó al alto Beta que esperaba parado.- Siempre es un placer verte.

- Opino lo mismo, querida Rosie. Gracias por recibirme a pesar que la tienda está repleta de clientes.

- Eres muy especial como para hacerte esperar. No hay cosa más importante que recibir a mis amigos.

- También, me alegra mucho que estés teniendo mucho reconocimiento. Puedo reconocer rostro incluso de otros anillos.

- ¡Ay, Alastor! Como siempre tan observador.

Ambos amigos se adentraron a la sala privada de la dueña del lugar, la mujer lo invitó a sentarse mientras le servía café y ella se preparaba un té de jazmín. Habían tenido muchas reuniones juntos y la Omega sabía la bebida preferida de su gran amigo sonriente.

- Aunque me alegra verte por aquí, estoy segura que no viniste para ver el crecimiento de mi negocio ¿O sí?. Puedo sentir que algo te perturba.- le dijo mientras daba el primer sorbo a su taza.

- Me conoces bien.- sonrió Alastor, imitando su acción.- Estoy aquí porque busco uno de tus grandes consejos, querida.

- Bueno, ¿Qué clase de consejo? Vamos, dilo rápido y no te hagas el misterioso conmigo.

El Beta tomó un gran sorbo de su taza de café caliente, deseando colocar un poco de whisky para que pueda raspar ese nudo que se le formó en la garganta.

- Hace una semana o dos, secuestré a Vox.

De la sorpresa, los negros ojos de Rosie se agrandaron.- Hmm, ¿Hizo algo que te enojara?.- preguntó con cautela.

- Sí pero fue por algo tonto y ahora yo me siento como un tonto también por haberlo capturado.- el venado soltó afligido.

- ¿Me puedes decir qué fue exactamente? Si no quieres está bien, pero me gustaría para poder saber cómo ayudarte.

Alastor dudó, pero al final terminó hablando de eso que considera tonto, hasta lo que pasó en la semana de celo de Vox. Sería mentira decir que está más tranquilo, se sentía mejor de haberle dicho a alguien, pero al mismo tiempo se sentía avergonzado. Después de todo, lo que hizo con Vox fue la cosa más pecaminosa y burda que se atrevió a hacer. Tampoco quería que su amiga pensara que era así de indecente.

- Comprendo y aunque sé que es lo que aparentemente te pasa, al mismo tiempo me cuesta trabajo creerlo.- Rosie se llevó sus manos a la boca, ocultando su gran sonrisa.- Alastor, ¡Estás enamorado!

- ¿¡Qué!?

- ¡Sí lo estás! Todo lo que describes encaja con eso. Los celos, el tiempo de calidad que pasaron, lo posesivo que actúaste secuestrándolo y luego al dejarlo ir.- Alastor se sentía peor a cada cosa que enumeraba la mujer.- Es algo increíble pero está pasando.

- No creo que sea eso. Yo nunca me he enamorado, ni siquiera cuando he estado vivo.

- Que nunca te haya pasado antes no significa que no esté pasando ahora.- Rosie le sirvió más café.- Y si no me crees, ¿Entonces, qué te está pasando?

Alastor no pudo encontrar otra razón ante lo que le pasaba, por lo cual la conclusión de Rosie fue la única que quedó y con ello, le brindó la información que necesitaba en estos casos. Y con mucho valor, Alastor se encontraba en este momento al frente de Vox, habiéndole dicho que quería cortejar.

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