Capítulo 1

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IMPORTANTE: Esta historia será completada en twitter (alba_duranx) con capturas de comversaciones, interacciones por redes sociales etc que tendrán los personajes.

Capítulo 1

Violeta
Mis amigos eran los mejores, Juanjo y Denna estaban para mí siempre que lo necesitaba. Cuando tenía bajones ellos venían a animarme, aunque eso significase coger el coche durante una hora o incluso más para llegar a mi casa. Hoy era uno de esos días, no sabía porqué, pero me sentía extraña y sola.

Normalmente disfrutaba la soledad y por eso dejé la ciudad para mudarme a una casa en la montaña. El eco de la naturaleza, el sonido de los animales, me tranquilizaba y hacían liberar mi mente de la presión diaria. Me sentía ligera, como si el peso de las responsabilidades se esfumara poco a poco.

Esa paz me ayudaba a liberar la mente, a imaginar con claridad los próximos pasos para mis proyectos. Era en esos momentos de absoluta serenidad cuando mis mejores ideas fluían, casi sin esfuerzo, como si fueran parte del mismo aire que respiraba. Podía perderme durante horas en esta comunión con la naturaleza, en esta vida que elegí para estar sola, o al menos eso creía.

Pero hoy, algo era distinto. La calma se había vuelto densa, y el aire no me reconfortaba como siempre. Sentía una presión en el pecho que no lograba ignorar. No era el peso de una preocupación pasajera, sino algo más profundo. Mi corazón palpitaba de manera distinta, cada latido más pesado que el anterior. Cada vez que intentaba respirar hondo, esa opresión aumentaba, haciéndome notar más fácil cada movimiento.

¿Qué había cambiado? No lo sabía, no podía explicar qué me pasaba. La presión en el pecho crecía, y una sensación de urgencia se apoderaba de mí, como si mi corazón estuviera tratando de advertirme de algo que yo no podía ver.

Denna fue la primera en llegar, juntas respiramos en ocho y, tras sacarme de casa para que me diese el aire, dejé de hiperventilar.

—Todo está bien —dijo Almudena, cogiéndome de las manos y mirándome con la misma firmeza con la que siempre apaciguaba mis tormentas.

Ya no había ruidos en mi cabeza ni latidos apresurados; solo un cansancio que me recordaba cuánta tensión había cargado sin quererlo. Me di cuenta, mientras inhalaba el aire frío de la montaña, de que la tranquilidad que tanto había buscado aquí podía tener matices que no había considerado. Tal vez incluso en la paz absoluta había un rincón reservado para el miedo.

—Chicas, traigo comida —anunció Juanjo entrando por la  valla que rodeaba la vivienda.

Su tono casual y alegre rompió el silencio de una manera tan natural que, por un instante, todo lo que había sentido antes quedó suspendido en el aire. Era tan típico de él. En lugar de preocuparse o preguntar, traía algo que me hiciera olvidar lo vivido. Denna y yo nos miramos, incapaces de evitar sonreír ante su espontaneidad.

Nos sentamos en el porche y, en pocos minutos, sin siquiera planearlo, tuvimos un pequeño picoteo improvisado. Algo en su llegada, en el simple hecho de compartir comida y su manera natural de estar ahí, lograba disipar las sombras que me habían rodeado minutos antes.

Mientras catábamos los dulces, él nos miró con esa sonrisa suya, como si no hubiera notado nada extraño en mi expresión, pero su mirada decía otra cosa. Era la típica persona con la que podías poner en práctica la frase de: “si las miradas mataran”, pero aún así comentaba cualquier cosa con tal de que mi mente no empezase a pensar de más.

Denna, por su parte, se relajó al ver cómo la tensión se iba disolviendo, y pronto los tres compartimos ese espacio como si la inquietud de antes no hubiera existido. Había algo reconfortante en la sencillez de la escena: el bosque, el aroma de la comida y la compañía de mis dos amigos, cada uno de ellos reflejando una parte de la paz que tanto buscaba.

Turbulencias del corazón- KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora