Capítulo 2

5.1K 564 125
                                    

Uno, dos y tres.

Nadia.

Aún no me acostumbraba de nuevo a Nueva York, sentí que esos dos años en Paris habían cambiado muchas cosas en mí y en la ciudad. La verdad pensé en que no tendría que volver hasta tener una gran presentación, pero había cosas que simplemente se escaparon de mis manos y no me quedaba más opción que asumirlo como tal. Solo me quedaba seguir estudiando como lo hacía en Paris, incluso cuando estos bailarines de segunda no pudieran seguirme el paso.

No todos eran unos malos bailarines, durante mis días en Julliard pude reconocer que había jóvenes promesas que me hacían querer competir con ellos y ellas, pero no era muy diferente a la academia en la que estuve en Paris. Por mi hubiera seguido estudiando en casa, pero Tatiana insistió en que entrar a Julliard como una transferencia iba a ser mejor y que el ambiente sería más relajado para "permitirme disfrutar mi juventud". Yo disfrutaba mi juventud.

A mi manera.

—Nadia. —Vi a Melody asomarse por la puerta de mi habitación mientras me cambiaba, quería llegar antes a la universidad considerando que tendría el primer ensayo con esa chica y Katerina.

—¿Ha pasado algo? —Sus ojos grandes me miraban fijamente, me acerqué para inclinarme un poco.

—Se ha acabado la leche.

—¿Leah no ha comprado cuando fue al mercado el otro día?

—Estoy tomando mucha para crecer tanto como tú. —Sonreí antes de posar mi mano sobre su cabeza.

—Es cierto, has crecido mucho, enana. —Sus mejillas se inflaron. —Pero tu desayuno tendrá que esperar, prometo traer cuando vuelva. Ahora, ve a buscar otra cosa que comer y prepárate para la escuela.

—Gracias, Nani.

—No te apresures por crecer, así que no te excedas con la leche. Ahora preocúpate de que tengas todo tu uniforme. —Vi a la niña volver a correr por el pasillo para irse a su habitación. Cuando bajé a la primera planta mi madre estaba en la sala viendo un programa de History Chanel. Era su pasatiempo favorito. —Me voy a la universidad.

—Es temprano, hasta para ti. Pensé que no tenías clases tan temprano.

—Es para un ensayo, nada especial.

—Melody dijo que quería leche, ¿podrías pasar?

—Si, pasaré al mercado. —Mi madre sonrió. —¿Quieres un chocolate? —Cuando me acerqué para verla mejor, ella se veía algo cansada.

—Claro, siempre es bueno un poco de chocolate. —Cuando veía su sonrisa me daban ganas de llorar al ver las fotos que solo estaban a unos metros. Lo delgado que estaba su cuerpo y lo cansada que estaba era notorio, al menos, se suponía que habíamos pasado lo peor.

—Buscaré tu favorito.

—Gracias, de todas formas, no traigas cosas de más. Tu padre traerá más cosas.

—No entiendo por qué siempre le encargan las cosas a Leah, es pésima con estas cosas.

—¿Quién es pésima con qué? —La mujer que trabajaba en casa entró mirándome con sus ojos entrecerrados. —¿Ya hablas mal tan temprano de la gente?, sabía que llegaría el día en que me empezarías a odiar a mí. Llegaste a esa etapa de tu vida. —Ella se llevó su mano a su pecho antes de atraparme en sus brazos. —Mi bebé está pasando por su adolescencia.

—Tengo 21 años, ya pasé esa etapa.

—Es un retraso por estar lejos de mí. —Me alejé de ella.

Compáses OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora