2020
En su segundo año universitario todo se sentía diferente a lo que alguna vez imaginó. Creyó que luego de pasar su primer año acostumbrándose al estilo de vida, todo sería más fácil luego, pero se equivocó, pues, no contó con que posibles factores externos comenzarían a afectar su estabilidad emocional, además de su vida social.
Karina y su hermano gemelo Jeno siempre habían vivido en la misma casa, un hogar lleno de risas, recuerdos y el cálido aroma de la cocina de su madre. Sin embargo, todo cambió una tarde de verano cuando un extraño sonido, sutil al principio, comenzó a resonar en las paredes. Al comienzo, pensaron que era solo la casa envejeciendo, pero pronto se dieron cuenta de que algo más grave estaba sucediendo. Un día, mientras ayudaban a su madre en la limpieza, Karina encontró unas pequeñas galerías en la madera de la sala. Con una mezcla de curiosidad y miedo, llamó a Jeno. Cuando su hermano llegó, ambos se asomaron y, para su horror, descubrieron que su hogar estaba siendo invadido por termitas. Estos pequeños insectos, voraces y silenciosos, habían hecho de su casa su festín, devorando las vigas y los muebles, dejando a su paso un rastro de destrucción. La noticia fue devastadora. Sus padres, preocupados y angustiados, se dieron cuenta de que la casa había quedado poco habitable. Las termitas debilitaron la estructura, y las reparaciones serían costosas. La familia se reunió esa noche, con el peso de la incertidumbre sobre sus hombros. Fue entonces cuando Karina y Jeno decidieron que no podían quedarse de brazos cruzados.
Determinada a ayudar a sus padres, Karina propuso que ambos se enfocaran en estudiar rápido para conseguir trabajos que les permitieran ahorrar dinero para la reconstrucción de su hogar. Jeno, siempre el más entusiasta, estuvo de acuerdo al instante. Así que se pusieron manos a la obra; estudiaron largas horas por la noche, revisando libros y apuntes, mientras también buscaban trabajos a medio tiempo o remotos. Karina encontró empleo en una cafetería local, donde sus habilidades para el diseño brillaron, además tenía la facilidad de trabajar 3 veces a la semana desde casa. Jeno, por su parte, se convirtió en asistente en una tienda de electrónica, donde podía compartir su amor por la tecnología. Cada día, después de clases, regresaban a los dormitorios exhaustos, pero llenos de esperanza. A medida que pasaban los meses, el esfuerzo comenzó a dar frutos. Con cada salario, ahorraban un poco más, y poco a poco, la idea de reconstruir su hogar se volvía más real.
No fue hasta que luego de un año de sacrificio, lograron reunir el dinero suficiente para contratar especialistas que se encargaran de deshacerse de las termitas y comenzar la reconstrucción de su hogar. Cuando la primera pala de tierra fue levantada, Karina y Jeno sintieron una mezcla de alivio y orgullo. Habían enfrentado la adversidad y habían salido adelante, transformando la tragedia en una oportunidad para crecer y unirse aún más como familia. La casa, aunque aún en proceso de reconstrucción, volvió a llenarse de risas y amor. Karina y Jeno habían aprendido que, aunque la vida puede presentar desafíos inesperados, la determinación y el trabajo en equipo pueden superar cualquier obstáculo.
A medida que la reconstrucción de la casa avanzaba, Karina se encontraba cada vez más inmersa en el proceso. Hasta trabajó tiempo extra para realizar unas remodelaciones. Su enfoque estaba en ayudar a su familia y resolver los problemas que habían surgido a raíz de la invasión de termitas. Esto significaba largas horas de estudio, trabajo y colaboración con los contratistas que estaban restaurando su hogar. Sin embargo, esta dedicación tuvo un costo: su vida social se empezó a desvanecer.
Winter, su casi única amiga, notó la ausencia de Karina. Las dos habían compartido innumerables momentos juntas, desde risas en el parque hasta largas charlas sobre sus sueños y aspiraciones. Pero, en esos meses, Karina se había encerrado en su mundo, enfocándose casi exclusivamente en la casa y en sus responsabilidades. Aunque sabía que Winter estaría allí para apoyarla, se sentía culpable por no poder dedicarle tiempo. Winter, quien siempre había sido comprensiva y solidaria, comenzó a preocuparse. Intentó comunicarse con Karina a través de mensajes y llamadas, pero las respuestas eran breves y esporádicas. La distancia comenzó a hacer mella en su amistad, y Winter se sintió sola y algo abandonada. Los días pasaban y, aunque comprendía que la pelinegra debía tener responsabilidades más importantes que ella, no podía evitar sentir que su amiga se alejaba.

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It Was Always You (Winrina)
FanfictionEntre las sombras, a oscuras, como nunca, siento tu piel sobre la mía, luego de tanto, por fin vuelvo a sentirte. Y moriría por hacerlo diez mil veces más. Te amo, te amo y me temo que para siempre. ¿Qué me has hecho? ¿Por qué siempre tuviste que se...