Al culminar la noche, Winter le dijo a Karina que la dejara en su casa y que se fuera a la suya con el auto, para así pasarla buscando al día siguiente por la mañana para ir juntas al trabajo. Lo cual para Karina fue difícil de rechazar, considerando la pequeña disputa que tuvieron antes de eso.
Karina al llegar a casa con un automóvil prestado se sintió con fuerza de pronto. Pudo notar la confianza de Winter puesta sobre ella. Le confió su auto, le confió la verdad de un escándalo dentro de la revista, y además le confió sus propios asuntos privados y personales. La pelinegra no pudo evitar sonreír. ¿Qué era esta sensación de suficiencia que se estaba produciendo dentro de ella? ¿Acaso se había vuelto a sentir viva por reencontrarse con su antiguo amor? Ella pensaba que ya lo había superado... Que no fue más que un tonto amorío adolescente que le pasó por la cabeza y que al parecer, nunca la abandonó.
Sin abandonar el pensamiento, colgó las llaves en el centro de la puerta, en donde las colgaba para nunca dejarlas. Retiró también su chaqueta, guindándola en el perchero, junto a la puerta, también. Observó a su izquierda y recordó la pequeña cajita que guardaba con llaveros, desconocía la razón, pero le encantaba coleccionarlos. Se acercó a ella y la abrió, quedando como siempre fascinada ante la cantidad de pequeños colgantes coloridos y metálicos. Una difícil decisión, habían al menos 30 de ellos. Decidió optar por uno con una bandera de carreras, la típica bandera a cuadros blanco y negro que señala el final de una carrera. Lo había comprado en una estación de servicios en el extranjero, a donde tuvo la oportunidad de visitar una vez. Entonces caminó hasta la puerta de entrada, tomó las llaves del Mustang de la rubia y unió los aritos plateados. Ahora sí que parecían las llaves de un deportivo.
Caminó por la casa desvistiéndose, quedando tan solo en sujetador y bragas. Y de esa manera, sintiéndose un poco acalorada, quizás, fue hasta su garaje, y comenzó a golpear de a poco el saco de boxeo que tenía la chica colgado al techo, podían verla desde afuera si encendía las luces, pero no era tan tonta como para hacerlo.
Golpeaba y pateaba su saco sin intenciones de disminuir el ritmo. Ya estaba empapada en sudor y no tenía la mayor de las intenciones de bajar la intensidad. Al menos estaría allí unos 10 minutos más, se sentía bien poder dejarse llevar en ese espacio personal que trataba de tener como hábito. Le gustaba la disciplina. No creía en otra manera mejor de tener una vida equilibrada. Sus hábitos alimenticios de pronto no eran los mejores, pero todo lo demás en su vida estaba bien, hacía ejercicio regularmente, mantenía una rutina estricta de higiene, diaria, además de ser totalmente productiva con sus responsabilidades, y cuidar de su apariencia al máximo. ¿Cómo había conseguido aquello? Disciplina. Disciplinó su mente a esforzarse a hacer algo todos los días. Ese era el secreto del éxito.
(...)
2018
En el año de su graduación de la secundaria, Winter, ahora sin un novio presente, y Karina, soltera para variar, parecían ser la única amiga de la otra, pues, sus amigos la mayoría o dejaría la ciudad para comenzar la universidad, o se irían de viaje con su familia, o ya tenían planes vacacionales con sus parejas. Por lo que decidieron inscribirse en clases de artes marciales. Un poco como para matar el tiempo, y otro poco para aprender sobre defensa personal. Además, ambas querían estar en forma, desde aquel emparejamiento en la clase de educación física, las hizo darse cuenta que hacían un buen equipo, al parecer podían animarse la una a la otra en ese importante aspecto.
En una tarde soleada, Karina y Winter decidieron dar el paso que cambiaría sus vidas. Ambas, por diferentes razones, se encontraban en la recepción del dojo 'Black Dragon', un respetado centro de artes marciales de la ciudad. Karina, con su característica determinación, había estado buscando una manera de canalizar su energía y mejorar su disciplina. Winter, por su parte, quería fortalecer su confianza y aprender técnicas de autodefensa. Ninguna imaginó que algún día estarían haciendo esto juntas. "Winter Kim. 18 años de edad." Tomó la delantera, hablándole a la mujer en la recepción, quien crearía sus fichas de estudiantes del dojo. Winter le sonrió tímidamente.
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It Was Always You (Winrina)
FanficEntre las sombras, a oscuras, como nunca, siento tu piel sobre la mía, luego de tanto, por fin vuelvo a sentirte. Y moriría por hacerlo diez mil veces más. Te amo, te amo y me temo que para siempre. ¿Qué me has hecho? ¿Por qué siempre tuviste que se...