CAPITULO 3: EL ARTEFACTO INTRIGANTE

2 0 0
                                    

Mientras más pasaba el tiempo, comencé a darme cuenta de que mi padre no era tan loco como pensaba. A veces cuando no tenía otra cosa que hacer a parte de tomar y ver su televisión, se ponía a reparar objetos, creo que era una afición para él.

Reparo el microondas que teníamos, un pequeño reloj antiguo, la tostadora y mejoro nuestra lavadora. En esos momentos en donde trabajaba por primera vez en su estúpida vida... Honestamente me gustaba verlo trabajar.

Un día, este recibió un empaque extraño, cuando lo abrió era una especie de muñequera, como si se tratase de una pulsera super inteligente, pero este era más gruesa y robusta... parecía antigua.

¿Qué es eso papa? -le pregunte inocentemente.

No te incunve- respondió.

Imbécil, de todos modos, lo averigüe mediante la caja. Al ver la caja no encontre un nombre en especifico, pero al parecer por lo que entendí, era algo extraordinario.

Se trataba de un reloj gravitacional, un invento de unos científicos de hace años. Lo tenían en la empresa escondido como un artefacto dañado y se lo dieron a mi padre, porque este les dijo que quiza lo podía reparar. 

Supe esto ya que se lo pregunté a él, y este me respondió cuando ya estaba más calmado y tranquilo.

Aunque... ¿Para qué demonios crearían algo así? Ósea con que propósito... en fin, no me importa, pero a mi padre si le importaba... le importaba repararlo y darle vida como decía él.

Ese artefacto era importante ya que mi padre no se rendía por nada en el mundo, cuando se empeñaba en algo no paraba hasta terminarlo o hasta que encuentre una botella de alcohol. 

A veces sacaba varias cajas de herramientas y de ahí sacaba varias cosas. Eran tantas que el suelo se llenaba de papeles, engranajes, tornillos y demás cosas.

Mi padre trabajo en ese aparato durante varias semanas que se convirtieron en meses. Lo notaba porque siempre llevaba su artefacto a todos los rincones de la casa y con el dinero que tenía lo usaba para comprar herramientas únicas.

También notaba que tenía varios cuadernos llenos de diagramas y notas. Una vez tuve la curiosidad de tomar uno de esos libros. Aproveche que mi padre estaba dormido y ebrio en su habitación y tome un cuaderno. 

Luego de eso corrí a mi cuarto y me encerré. Cuando lo abrí fue... una mierda. No entendía nada... 

(Tornillo lateral A45, Tornillo de caja superior 36, engranaje 14.3, engranaje 14.6 inferior) ¿Que carajos? Si así estaban las letras, imagina los diagramas. En fin supongo que como era un niño idiota, no entendía nada en ese entonces.

Creo que en esos momentos me ponía a pensar que la escuela me ayudaría un poco... aunque muy poco, bueno eso si es que ningún estúpido niño me viene a molestar sin razón. 

Como sea, luego de leer toda esa porquería de cuaderno lo devolví y me acosté en mi cama. Estuve pensando en ese artefacto, si fuese reparado mi padre estaría satisfecho y hasta alegre.

Tal vez... si yo pudiera repararlo, mi padre estaría orgulloso de mi, tal vez. O tal vez no, simplemente le importe una mierda su hijo y pase de mi como si nada. Aunque tiempo después ese pensamiento se me quedaría y volvería a mi mente como una oportunidad.

Durante algunos días, mi padre salía de casa en la tarde y regresaba a casa en las noches muy tarde. Al principio no sabía porque, pero luego me entere que se dirigía a una especie de mercado negro a comprar algunas piezas difíciles de conseguir.

Mi padre fue como unas 3 veces ahí durante los meses que trabajaba con el artefacto y un día decidió ir conmigo. Le pregunte porque y este me respondió que en "La calle sombra" había personas que podían asaltarte y hasta matarte, pero si entrabas con un niño no te hacían nada.

Me entere que "La calle sombra" era un túnel que se encontraba debajo de un edificio pequeño y este estaba sostenido por 4 columnas. Era una de las calles más peligrosas y tenebrosas, ahí siempre paraban pandilleros, mafiosos, prostitutas y vendedores de drogas o de piezas ilícitas que era a lo que venía mi padre y yo esa noche.

Mi padre y yo caminamos por ese lugar, sentía la mirada de todos alrededor mío, las personas me miraban con ojos de deseo y me sonreían de manera interesada. Malditos enfermos, yo simplemente les contestaba con una mirada de desagrado y de molestia.

Llegamos a un puesto en donde había un vendedor gordo y feo que conocía a mi padre, ambos se hablaban como si fueran amigos y de pronto hablaron de mí.

¿Este es el pelirrojito de tu hijo? – dijo el vendedor entre risas.

A: A quien le dices pelirrojito gordo de...

Cállate- me interrumpio mi padre molesto.

Jajaja, te salió rebelde el pequeño eh- dijo el gordo.

Mi padre compro las cosas que necesitaba y luego de eso nos fuimos. Aunque no sería la última vez que vea a ese gordo imbécil. Creo que íbamos a "La calle sombra" una vez a la semana... siempre de noche, porque solo a esa hora abrían y todas las veces siempre me topaba con el mismo vendedor y siempre me decía lo mismo... Pelirrojito.

Con las piezas que compraba mi padre cada vez mejoraba más el artefacto, cada vez agarraba más forma, por asi decirlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con las piezas que compraba mi padre cada vez mejoraba más el artefacto, cada vez agarraba más forma, por asi decirlo. Podía ver su artefacto a través de la puerta semi abierta y al parecer ya no necesito más piezas ilegales para completarlo, porque después de unas cuantas veces ya nunca volvimos a ir a ese lugar.

Bueno, en todo ese tiempo, me metieron a otra escuela en donde esta vez, dejaria las cosas claras de una vez por todas.

En ese colegio yo me convertí en el abusador, comencé a intimidar a mis compañeros y a demostrarles lo que era capaz de hacerles si me molestaban. Con el paso de los días empezaron a respetarm, a eso le llamaba intimidacion perfecta.

Solo se me juntaban los que querían ser mis seguidores, como depredadors siguiendo un Alfa, asi me sentia yo con los demas. Todos comenzaron a conocerme como el violento, hasta intimidaba a los chicos de mayor grado, realmente me sentía como un tipo dominante entre simples novatos y eso se sentia muy bien.

Por fin algo de respeto, algo de poder.

Los profesores no me importaban, simplemente los ignorabamos de vez en cuando, a las niñas tampoco les haciamos nada, aunque no lo crean, pero este monstruo tiene limitaciones. Simplemente estaba ahí para burlarme de otros y ser aconsejados por mis seguidores.

¿Y cómo aprobé los cursos? Amenazando a los cuatro ojos de la clase. Les decia a mis seguidores que les robaran las tareas, apuntes, loncheras entre otras cosas.

Si decían una sola palabra, lo pagarían en la salida. Así pude continuar estudiando y por cada año, pasaba de grado y por cada grado, nuevos seguidores e idiotas que molestar. 

Cuando eres el intimidante... el alfa, los que te apoyan y te siguen, se convierten en tu manada y los demás... en tus presas.

 en tus presas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Graviteck, el asesino de corruptosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora