Un antropólogo inglés, de nombre Edward Saint Claire entró en una humilde biblioteca dentro de la localidad de Raka-Tibet, buscaba algo sobre la filosofía de aquel país, fue entonces que por casualidad, se halló con el poemario: Cielos Blancos.
—No es un autor reconocido —señaló el bibliotecario con su escaso inglés —.Pero he leído aquel libro y me ha fascinado.
—Nunca he sido muy aficionado a los poemas, pero, me llama mucho la atención el título, me lo llevaré también.
— Es un buen libro, algo corto, pero bueno.
—Lo sé, sé que me gustará.
—El que escribió ese libro, cuentan sus amistades que tuvo contactos con los dioses del cielo pero, realmente no hay manera de corroborar aquello.
—Lastimosamente no—respondió Edward, mirando la sencilla tapa blanca de aquel libro —¿Qué tipo de encuentro tuvo con aquellos seres?
—Se dice que eran una especie de reptiles, pero reptiles de una raza distinta, una raza albina, él y unos amigos, no recuerdo bien sus nombres.
—¿Una raza albina de lagartos?
—Sí, dicen que encontraron a uno de ellos meditando dentro de una cueva, y los chicos al verlo, le trajeron alimentos y escucharon sus enseñanzas.
—¿Hay algo de esa historia en estos poemas?
—Puede ser, solo hay que abrir el corazón.
—Si, usted lo ha dicho señor—respondió Edward contemplando su variada compra —. Solo hay que abrir el corazón.
Llegó a la habitación de su hotel y dejó sobre su mesita de noche los libros que había adquirido, después de hojearlos todos, se decidió por leer aquel poemario, abrió una página al azar y leyó uno titulado:
Cerezos Al Nacer
Busco mi camino mientras observo los cielos
el dolor y el miedo cada vez son más débiles,
puedo sentir el calor de un sol dorado y el soplar de un viento plateado
Los cerezos vuelven a nacer.
Los arroyos están calmados y serenos, y las turbulencias azules no perturban mi paz, miro a lo alto y abro mis ojos, no hay penuria que lamentar ni lágrimas que secar.
La luna vuelve a dar su resplandor,
Los cerezos vuelven a nacer.
El varón se durmió sobre su mesita de noche y en medio de sus sueños, se vio a sí mismo en un jardín, la luna brillaba de un color plateado con manchas naranjas, caminó por un estrecho sendero y vio un cerezo, y alrededor del árbol, una serpiente color lila, parecía estar en trance, por alguna razón, Edward quiso tocarla en la frente, al hacerlo, de ella salió una pequeña perla que se difuminó, inmediatamente empezó a llover y el cerezo también se desintegró.
Cuando Edward despertó, era de mañana y el cielo una vez más lucía nublado. Salió a caminar un rato. Le gustaba oler el suave aroma a frío y tierra mojada. Después de deambular por momentos, se dispuso a tomarse un té con mantequilla en una pensión, entonces recordó su sueño: ese jardín de noche, la luna con manchas naranjas, la serpiente color lila y el cerezo que se difuminó. Pequeñas gotas de lluvia cayeron sobre su mesa. La gotera era pequeña.
Recordó la breve conversación que tuvo con el dueño de la librería, en su escaso dominio de inglés, él le dijo:
—Las vidas van, y las vidas vienen, nuestros hechos aquí en la tierra, los cargaremos en las próximas reencarnaciones.
—¿Qué le gustaría ser en su próxima reencarnación, señor?
—No podemos elegir, aunque no lo sé realmente, pero si pudiera escoger —se quedó pensando por unos momentos, le costaba bastante articular las palabras, miró alrededor de su tienda y le dijo—.Me gustaría formar parte del viento.
—Es un buen sueño, ¿puedo preguntar por qué?
—He pasado gran parte de mi vida encerrado en estos libros, ellos me ayudan a viajar, pero viajo a través de la mente de estos escritores...yo ahora, quiero viajar con mi alma.
«Viajar con el alma, me gusta cómo suena aquello,» tomó un sorbo de su café y cerró los ojos. «Viajar con el alma, volar con el alma.»
Volvió nuevamente a su cuarto y se dispuso a leer otro poema, hojeó Cielos Blancos y buscó uno al azar, en él encontró el siguiente:
Nubes que Descienden
La fuerza de la vida se enrosca en el vaivén del viento,
Los cielos se vislumbran ante un manto morado
Ven, ven sabiduría, no me abandones hoy
Las respuestas, las preguntas aparecerán,
Nubes que descienden,
Compartan conmigo sus recónditos senderos
Luz de sol que resplandece sobre ríos plateados.
El poema le agradó bastante, se masajeó por momentos la nuca, entonces decidió buscar otro, se le ocurrió leer el primero que titulaba de la siguiente manera:
Confórtame, Alma Mía
Las penurias de la vida me hicieron quebrar en los filosos caminos de la prosperidad
Pies descalzos, lágrimas que queman,
Profunda soledad, lluvia que calma mis pesares,
Confórtame, oh, sagrada alma mía.
Cerró su libro y se tumbó en la cama, a los pocos minutos ocurrió ese sueño. Otra vez estaba en aquel jardín, pero no había ni cerezos ni serpientes lilas ni ningún otro animal, Edward sintió algo en su ombligo, sentía algo que se movía, como si quisiese salir por aquel lugar. Una luz se desprendió y se clavó en el firmamento, velozmente una serpiente blanca salió despegada cómo si fuese un haz de luz.
Se despertó, por alguna razón, se sentía relajado y tranquilo, cómo si se hubiese quitado un peso de encima. Se levantó y se acercó a su ventana, la lluvia irradiaba todo su carisma y esplendor, Edward sonrió, y salió de su cuarto.
«Volar con el alma...sólo hay que abrir el corazón,» pensó en aquellas frases el resto de lo que duró la lluvia.
ESTÁS LEYENDO
El Amanecer de los Dioses
SpiritualBLURB Un grupo de seres humanos es entrenado psíquica y espiritualmente por una raza reptiliana albina, con el objetivo de entrar en el nuevo universo de Annku. Primero se convierten en serpientes astrales para después, transmutar en dragones cósmic...