IV
Al Primer Encuentro
Un jeep se paseaba por en medio de las calles de Kosovo. Hace pocos días se habían enfrentado serbios y albaneses dejando un saldo de más de cuarenta muertos. El que manejaba llevando un pasajero era el dueño de un hostal. Su nombre era Dragan. Ambos hombres se conocieron una noche en una taberna y trazaron una buena amistad.
Dio la gran casualidad que a ambos les agradaban los temas sobre el esoterismo, religión y espiritualidad; intercambiaban pensamientos y opiniones sobre aquellas áreas.
Las casas yacían en escombros, el humo serpenteaba hasta el cielo y las calles estaban repletas de baches. Zoran Nitchy apuntaba con su cámara e intentaba enfocar a un padre de familia que escarbaba entre las ruinas de su hogar. Zoran era oriundo de Suiza, del pueblo de Soleura, se había propuesto ser, lo que muchos llamaban: fotógrafo de guerra.
—Cuéntame más sobre esta mujer, esa tal Genta—pidió Zoran.
—Bueno, Zoran, ¿c'pmo explicártelo? resulta que esta mujer es una vidente y médium, y...—hizo una larga pausa—. Dice ser que, en una vida anterior, hace muchas vidas anteriores, fue la esposa de un gran sacerdote guerrero de una raza reptiliana albina.
—Los reptilianos dicen que son, como que los seres malos del universo y todo eso, según las doctrinas conspiranoicas, ¿cierto?
—Puede ser, no lo sé, no se puede saber a totalidad, pero esta mujer ya ha hecho contacto con esta entidad y...
— ¿Y qué más?
—Afirma estar viviendo en su propia casa—completó Dragan.
Zoran no pudo evitar lanzar una leve risilla.
—Te digo que es real, yo lo he visto ¿Y quieres saber que planea hacer?
—¿Qué? —preguntó Zoran.
—Llevar a un grupo de gente a su mundo y transmitirles él y su pueblo, toda la cultura y espiritualidad que ellos han adquirido con el paso de los siglos.
— ¿Toda su cultura? ¿Toda su espiritualidad?
—Bueno, quizás lo más importante, lo más esencial, o quizás lo máximo que podamos asimilar.
—Bueno, si es verdad, me anoto —respondió con algo de entusiasmo, Zoran.
—Espero que no te asustes, es un reptil albino con algo más de tres metros de altura—advirtió Dragan.
—Soy un fotógrafo que ha estado tomando capturas de diversas batallas; me han disparado, incluso he esquivado una granada. Miles de piedrecillas cayeron sobre mi cabeza y hasta un tanque ha estallado cerca de mí ¿Ya dije que me habían disparado? Creo que podré lidiar con un lagarto de gran estatura.
—Bueno, si tú lo dices. Ella vive en las afueras de Kosovo. Ponte cómodo que nos depara un largo viaje.
Llegaron hasta una zona desértica y algo pedregosa, uno que otro arbusto adornaba el terreno. Detuvieron el carro y Dragan señaló con mucho disimulo a una anciana que vestía completamente de blanco y meditaba frente a una fogata, parecía estar elevando una plegaria. Cuando ambos varones se detuvieron ante ella, esperaron a que terminara de hacer su ritual. Zoran notó que la anciana llevaba en su cabellera varios anillos que le hacían una cola. Al abrir sus ojos, la mujer preguntó:
—¿En serio crees, Dragan, que este buen hombre, del que me has hablado, estará listo para estar ante su presencia? —preguntó Genta.
—Bueno, realmente no lo sé, pero compartimos muchas cosas en común y pensé...—titubeó un poco Dragan.
—Bueno—interrumpió Genta levantándose—.No lo sabremos hasta que ocurra, ¿cierto?
—Yo estoy por demás preparado, estoy preparado para lo que sea—replicó Zoran.
—Si tú lo dices buen hombre.
Dragan y Zoran la siguieron de cerca. Zoran notó que había otras personas que de igual manera vestían de blanco; entonces preguntó:
—¿Quiénes son?
—Son discípulos míos. Han decidido instalarse aquí para practicar la meditación y la oración. Dragan me comentó que usted es fotógrafo, pero por favor, no intente tomarle capturas —sentenció Genta.
—¿Por qué? ¿Se molestaría y nos devoraría?
—No es eso, es que simplemente no le serviría.
—¿Puedo probar aunque sea con usted?—insistió Zoran.
—Si gustas —permitió finalmente Genta.
Zoran apuntó con su cámara, ajustó y disparó su flash en el rostro de Genta con su polaroid, pero cuando salió la foto, solo se veía un destello de luz que cubría toda la imagen; nuevamente le sacó una segunda foto a la mujer, y de paso a sus discípulos y a todo el lugar, más de diez tomas realizó, pero todas destellaban una luz que hacía imposible la visibilidad.
— ¿Pero, ¿qué ha pasado?
—Es muy sencillo —le respondió la mujer sonriente— .Estás en otra dimensión.
—Otra dimensión, eso es un poco difícil de creer.
—Mira hacia el cielo, mi querido amigo, ¿alguna vez ha visto al cielo de ese color? —señaló Dragan.
—Maravilloso —El cielo en ese momento lucía como si fuese una esfera de ámbar, con ligeras turbulencias—. Realmente nunca...—dijo visiblemente asombrado, Zoran.
—Vengan —les dijo a todos la anciana—. Entren conmigo.
Los varones la siguieron, entraron en su vivienda y se sentaron en el sofá; poco a poco fueron llegando el resto de sus discípulos, que no eran más que ocho. Algunos miraban con cierto aire de desconfianza al extraño que estaba con Dragan. Una mujer de aproximadamente treinta años se sentó al lado del fotógrafo; su larga melena negra y sonrisa jovial atraían por momentos la atención de Zoran.
—Esta será la primera vez que conozcas a Zhudu, ¿cierto? —preguntó la joven mujer.
«Conque ese es su nombre,» pensó Zoran.
—Sí, aquí mi amigo Dragan me invitó.
—Pese a su apariencia, es un ser muy noble y de un gran poder sobrenatural—replicó Dragan.
—Realmente estoy preparado para lo que sea.
Genda abrió la puerta, y de ella apareció un ser de casi tres metros de alto, con una túnica morada oscura que le cubría de pies a cabezas. Al descubrirse mostró su rostro lleno de escamas color de color blanco. Sus enormes ojos amarillos parecían como si escudriñase las almas de los presentes.
« ¡Realmente es un reptil, un maldito reptil del espacio sideral!» pensó Zoran al tiempo que se le hacía un nudo, tanto en la garganta como en el estómago.
—Discúlpenme un momento, por favor.
—Pero ¿A dónde vas? —preguntó Dragan.
Cuando Zoran salió de la casa de Genta, el cielo había cambiado de un morado a un azul claro. La cabeza le daba vueltas, sentía como si la tierra se le moviera, entonces escuchó una voz gutural que pronunciaba su nombre. Al darse la vuelta, vio al colosal reptil albino parado a tan solo unos centímetros detrás de él. Vestía una túnica morada. Zoran simplemente volteó sus ojos y se desplomó levantando estelitas de polvo.
ESTÁS LEYENDO
El Amanecer de los Dioses
EspiritualBLURB Un grupo de seres humanos es entrenado psíquica y espiritualmente por una raza reptiliana albina, con el objetivo de entrar en el nuevo universo de Annku. Primero se convierten en serpientes astrales para después, transmutar en dragones cósmic...