Cafe amargo ☕️🤎

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11 / 05 / 2024

Tenía que mejorar.

Akaashi respiró hondo y repitió aquellas palabras, intentando que el eco de ellas se escuchara hasta el rincón más oscuro de su alma.

Ya no quería recordarlo más, pero la herida no sanaba.

Cada pensamiento de Bokuto era como una brasa ardiendo en su pecho, un fuego abrasador que quemaba lento, sin extinguirse.

Dolía, pero aún así intentaba no hundirse en ese dolor, a esas emociones que amenazaban con consumirlo de nuevo.

Con determinación, decidió distraerse ordenando su habitación. Renovarse, se dijo.

No más lágrimas por alguien que no lo merecía.

Entró con dos cajas en las manos: una para las cosas que iba a guardar y otra para toda la basura acumulada. Sabía que necesitaba soltar, dejar ir no solo objetos, sino también los recuerdos de alguien que, por mucho que lo hubiese marcado, ya no estaba en su vida.

Puso algo de música de fondo y, mientras ordenaba, se fue dejando llevar por cada melodía. Se sentía en paz, como si el acto de organizar su espacio también le ayudara a poner en orden su mente.

Desenterraba pequeños recuerdos y, al dejarlos caer en la caja de basura, sentía que se liberaba un poco más de esa carga.

Finalmente, al acomodar la cama y ver la habitación impecable, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

Después de una ducha rápida, decidió salir a dar un paseo y buscar un café.

El día estaba frío, así que tomó un abrigo, sintiendo la tela envolviéndolo dandole una oleada de calor.

Al salir de casa, levantó la vista al cielo y se sorprendió al ver lo claro que estaba.

No recordaba cuándo había sido la última vez que se detuvo a observar el cielo. Era extraño, pero en ese instante sintió un impulso renovador de conectar con el mundo, de caminar, de apreciar el entorno en lugar de encerrarse en el dolor.

Caminó hasta su cafetería favorita, la misma que solía visitar cada mañana antes de ir a la universidad.

Solo el aroma a café y la atmósfera cálida de ese lugar le traían algo de consuelo. Entrar allí era como volver a una parte de él que aún se sentía tranquila y protegida.

Pero justo antes de cruzar la puerta, se detuvo, observando a través del vidrio. Al otro lado, distinguió una figura inconfundible. Su corazón dio un vuelco, golpeando en su pecho con fuerza.

Era Bokuto.

Akaashi sintió una punzada de dolor al verlo. Los recuerdos que había intentado ordenar y enterrar se abrían paso.

Pero justo cuando el dolor parecía dominarlo, notó que Bokuto no estaba solo...

Frente a él, sentada con una sonrisa dulce, había una chica de aspecto cálido, alguien que parecía irradiar la misma calidez que alguna vez había visto en Bokuto.

Sintió que su corazón se encogía, pero trató de convencerse de que nada de esto lo detendría.

Tomó aire y decidió que nada ni nadie lo haría renunciar a un simple café. Así que entró, caminando con firmeza, y se sentó en una mesa al fondo. Pediría su café y se marcharía; no le debía nada a Bokuto, y él ya no merecía tampoco su sufrimiento.

Mientras esperaba a ser atendido, intentaba concentrarse en otras cosas, en los ruidos a su alrededor o en los aromas que llenaban el lugar. Pero entonces, en una de aquellas miradas, notó algo que lo sorprendió por completo.

La chica se acercó lentamente a Bokuto y, tras un breve momento, lo besó.

Akaashi sintió que el mundo se desmoronaba.

Intentaba convencerse de que no le importaba, de que esto era solo otra señal de que debía seguir adelante, pero una tristeza amarga lo consumía.

Se levantó de la mesa y, sin esperar siquiera su café, salió de la tienda.

Caminaba rápido, sin mirar atrás, con las lágrimas cayendo silenciosamente por sus mejillas. Se sentía como un cielo nocturno roto, vacío, al darse cuenta de que aquellos ojos...

Esos ojos amarillos que tanto necesitaba...

Ya no brillaban para él.

Ya no brillaban para él

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Bokuto POV:

Esa tarde, Bokuto había decidido salir por un café.

Últimamente, su vida estaba envuelta en una confusión constante, y aquella amiga que estaba a su lado se había convertido en un refugio, en un escape de los pensamientos que lo atormentaban desde su ruptura con Akaashi.

Necesitaba hablar, despejarse, y de alguna manera, la presencia de su amiga le brindaba un alivio que ni siquiera él entendía completamente.

Mientras conversaban, ella lo miraba de una forma diferente, como si hubiera algo en sus ojos que quería decirle, algo que él mismo no lograba descifrar.

Justo cuando estaba a punto de preguntarle si estaba bien, vio una figura en la puerta y sintió un nudo en el estómago.

Era Akaashi.

Ahí estaba, frente a él, con esa calma y dignidad que siempre había admirado, pero con una mirada que le recordaba todo lo que habían compartido.

Su primer impulso fue levantarse, ir hacia él, decirle que lo extrañaba.

Pero algo en su mente lo detuvo, una mezcla de culpa y miedo. No sabía qué palabras decir, no sabía si siquiera merecía hablarle.

Antes de que pudiera reaccionar, su amiga se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla.

Bokuto apenas lo notó, porque su mirada seguía atrapada en la figura de Akaashi. Pero entonces, ella se acercó más y lo besó en los labios.

Fue en ese instante que se dio cuenta de su error, del enorme error que había cometido.

Su mente se desconectó de todo, y solo una cosa ocupaba sus pensamientos: la expresión herida en el rostro de Akaashi, esa tristeza que nunca había querido causarle.

Vio cómo Akaashi se levantaba, cómo salía de la cafetería apresuradamente, y en su interior, algo se rompió con una fuerza inesperada.

Sin pensarlo dos veces, se levantó y salió tras él, el mundo pareciendo perder sentido si Akaashi no le escuchaba, si Akaashi pensaba que lo había olvidado.

—¡Akaashi! ¡Espera! —gritó, intentando alcanzarlo, sintiendo que las palabras se atoraban en su garganta.

Sin saber cómo explicarle que aún lo amaba, que él era y siempre sería la persona que daba sentido a su vida.

Akaashi se detuvo, pero no se giró de inmediato. Bokuto tomó aire, preparándose para decir todo lo que había guardado en su interior.

¿Realmente me amas? (Bokuaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora