El jardín cerrado del hospital parecía un lugar de otro mundo, un resquicio de paz en medio del caos. Habíamos improvisado un cementerio aquí, cavando tumbas con las herramientas que logramos encontrar en el hospital. Veintidós personas. Veintidós vidas arrancadas por Jack y su maldita banda. Mujeres, hombres... niños. Me parecía increíble que aún pudiera respirar después de ver todo lo que vi en esa sala.
Las cruces improvisadas se alzaban en filas desordenadas, hechas con madera de muebles rotos. El viento soplaba suavemente, como si incluso la naturaleza estuviera de luto por lo que habíamos perdido. Mi cuerpo temblaba mientras sostenía la pequeña flor que había encontrado en un rincón del jardín. Era todo lo que podía ofrecerle a mi hermana. No había mucho más que dar en este mundo arrasado.
—Gracias a todos... —mi voz salió apenas un murmullo. Me aclaré la garganta, mirando a Matt, Derek, Sara, Nick y Max, quienes estaban de pie detrás de mí. Sus rostros reflejaban el cansancio y el dolor, pero ninguno de ellos se había quejado mientras cavaban junto a mí. Ninguno cuestionó mi necesidad de darles a todos un entierro digno, de hacer algo que les devolviera la humanidad que Jack les había robado.
Ellos asintieron, sus ojos pesados de tristeza. No dije nada más. Mi gratitud era infinita, pero no tenía fuerzas para expresarla en ese momento.
Me arrodillé frente a la tumba improvisada de Lara, mi corazón latiendo con tanta fuerza que dolía. La tierra estaba recién removida, y la cruz que habíamos colocado era más pequeña que las demás. Había escrito su nombre con un cuchillo en la madera: Lara Williams. Hermana. Valiente.
Tomé aire, pero las palabras no llegaban. Las lágrimas comenzaron a caer antes de que pudiera siquiera pensar en qué decirle.
—Lara... —empecé, con la voz quebrada—. No sé cómo decir adiós. No quiero decirlo. No debería estar diciéndolo...
Me incliné hacia adelante, apoyando las manos sobre la tierra, sintiendo el frío de la realidad calar en mi piel.
—Tú... tú no merecías esto. No después de todo lo que luchaste, de todo lo que aguantaste. Venciste al cáncer, Lara. Venciste algo que debería haber sido imposible... y yo pensé que eso significaba que eras invencible. Pero no. No en este maldito mundo.
Mis dedos se clavaron en la tierra, y mi voz se quebró más con cada palabra.
—Te prometí que estaría contigo. Te prometí que te cuidaría, y no lo hice. No llegué a tiempo. No te protegí. Y ahora... ahora no estás aquí.
Me detuve, cerrando los ojos mientras mi cuerpo temblaba con los sollozos que no podía controlar.
—Pero sabes qué, Lara... —murmuré, apenas capaz de hablar entre lágrimas—. No voy a dejar que esto quede así. Te lo prometo. Te prometo que Jack va a pagar. Voy a hacer que pague por cada una de las vidas que arrebató, por todo el dolor que causó... y sobre todo, por ti.
Me incliné más cerca de la cruz, acariciando la madera como si pudiera sentirla a través de ella.
—Te amo, Lara. Siempre te amaré. Y prometo que voy a seguir adelante, aunque ahora mismo no sé cómo. Pero lo haré por ti. Porque tú eras lo mejor de este mundo, y mereces que alguien recuerde lo increíble que eras.
Me quedé en silencio, dejando que mis lágrimas se mezclaran con la tierra frente a mí. Sentía a los demás detrás de mí, pero no me importaba. Esto era entre Lara y yo. Esto era mi despedida.
Finalmente, dejé la flor sobre la tierra y susurré:
—Adiós, hermanita..
Cuando me levanté, mis piernas temblaron, y sentí las manos de Matt y Sara sosteniéndome. No dije nada. No podía. Solo miré una vez más la cruz, grabando ese momento en mi memoria como un recordatorio de lo que debía hacer.

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SIN REFUGIO | Zona Z #1
Ficção CientíficaSeattle ha caído en el caos. Un virus mortal ha convertido a los infectados en criaturas violentas, y la ciudad es ahora un campo de batalla. La oficial Tessa Morgan está atrapada en la comisaría junto a su compañero Matt y un peligroso criminal, De...