Es cierto que las circunstancias no siempre importan, pero todo depende de a quién se lo digas y de la situación en particular. Algunas personas pueden pasar por alto ciertos eventos, mientras que para otras, esos mismos eventos podrían ser decisivos. Esta lección la había aprendido un joven de apenas 13 años, alguien que, a pesar de su corta edad, mostraba una serenidad inusual.
Aquella tarde, como tantas otras, estaba sentado en su pupitre, inmerso en sus pensamientos. Disfrutaba de la tranquilidad, un respiro entre la agitación diaria de la escuela. Pero su paz no duró mucho. Un grupo de compañeros se acercó con intenciones claras de molestarlo. Las risas burlonas y los comentarios hirientes eran ya parte de una rutina que se repetía casi a diario.
El joven, sin embargo, no reaccionó como esperaban. No mostró miedo ni enojo. Con voz firme y un tono sereno, les dijo:
-Váyanse, o lo van a lamentar.
Sus palabras, cargadas de una calma inquietante, provocaron risas entre sus agresores. No creían que alguien tan tranquilo pudiera representar una amenaza. Sin embargo, él no titubeó. Los miró directamente a los ojos y, con la misma tranquilidad, añadió:
-Sé dónde viven.
Aquella afirmación, aunque no era del todo cierta, hizo que los abusadores se detuvieran por un momento. No sabía exactamente dónde vivían, pero tenía una idea aproximada. Y eso fue suficiente. La seguridad con la que lo dijo sembró una semilla de duda en sus mentes. Intercambiaron miradas incómodas y, tras unos segundos de silencio, se marcharon murmurando.
El joven no sintió ninguna satisfacción especial al verlos irse. Para él, su retirada no era un triunfo, sino una confirmación de lo que ya sabía: eran cobardes. Siempre actuaban en grupo, nunca se enfrentaban a alguien de manera justa. Dependían de su número para sentirse fuertes.
A pesar de su serenidad, el joven comprendía a sus agresores. Sabía que el miedo y la inseguridad los impulsaban a actuar de esa manera. Probablemente, ellos también habían sido víctimas en algún momento y ahora buscaban ejercer control sobre alguien más débil. Pero comprenderlos no significaba que estuviera dispuesto a tolerar su comportamiento. Sabía que en esa dinámica, él era la víctima, y no tenía por qué cargar con la responsabilidad de mejorar o justificar las acciones de los demás.
"En este mundo," pensaba, "la empatía tiene sus límites. Puedes entender por qué alguien hace lo que hace, pero eso no significa que debas aceptarlo o soportarlo."
El joven tenía claro que su prioridad era protegerse. No importaba si al hacerlo causaba miedo o incomodidad en otros. La autodefensa no era solo una cuestión de supervivencia física, sino también emocional y mental. Había aprendido que, a veces, la mejor manera de lidiar con la agresión era devolverla con la misma intensidad, pero sin perder la calma.
"No trates de pedirle al lobo que deje de comer carne, porque luego se va a robar todos tus alimentos de origen vegetal, sin dejarte nada." Esa frase resonaba en su mente como un recordatorio constante. No se trataba de ser cruel, sino de ser realista. En la vida, no siempre puedes apelar a la bondad o la razón de los demás. A veces, la única manera de proteger lo que es tuyo es estableciendo límites claros y defendiendo tu posición.
Los días siguientes transcurrieron con relativa calma. Los abusadores parecían haber aprendido la lección, al menos por el momento. Pero el joven sabía que esto no significaba que todo había terminado. En cualquier momento, podrían volver a intentar imponerse. Sin embargo, estaba preparado. Cada enfrentamiento no solo lo hacía más fuerte, sino también más consciente de sus propios límites y capacidades.
Entendía que, aunque no podía controlar las acciones de los demás, sí podía controlar cómo respondía a ellas. Y eso, en última instancia, era lo que realmente importaba.
La vida le había enseñado una lección importante: no siempre es posible cambiar el entorno o a las personas que te rodean, pero siempre puedes decidir cómo enfrentarte a las adversidades. Y mientras mantuviera su serenidad y su determinación, sabía que nada podría derribarlo.
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En Busca De Un Significado En Un Mundo De Dolor
Teen FictionEsta es una historia compleja, no apta para personas sensibles, profunda y difícil de entender. Puede que a muchos les parezca aburrida, y tal vez lo sea, pero sobre aviso no hay engaño. Tal como dice el título, esta historia se centra en una person...