—¿Podrías darme la cuenta, por favor?
—Claro que sí.
Con una suave reverencia fue a buscar a la caja el ticket de pago de la mesa cinco. Otra semana más de trabajo; Shoyo volvía al día sábado y como siempre deseaba que su turno terminara para por fin descansar. Por primera vez en semanas se salvaba de una evaluación así que podía llegar a casa, comer y dormir. Estaba emocionado por eso último.
—Solo una hora más, Shoyo.
Respiró hondo y puso su mejor sonrisa para regresar a la mesa.
Hablaba en serio cuando decía que estaba cansado.
Cuando por fin salió del trabajo, se sintió muy relajado. No estaba siendo un buen día sinceramente. Los clientes lo habían tratado mal, sus compañeros no hablaron mucho y ni siquiera había estado soleado por culpa del reciente otoño. Era como si el día hubiera sido especialmente creado para ser una mierda y él se había dejado tratar así.
Por eso se sintió bien cuando por fin se liberó del estúpido uniforme.
A Kageyama le pasó algo parecido. Su día tampoco había sido tan maravilloso; no tenía ganas de hacer nada. Solo dormir y dormir hasta borrar cualquier rastro de ojeras sobre su rostro.
La noche estaba comenzando a ser un poco helada. Como si no fuera poco, ni siquiera había traído abrigo porque se había olvidado algunas cosas. Entre ellas su sudadera, en la universidad y era muy vago para regresar por ellas así que se resignó a pasar un poco de frío con tal de llegar temprano a casa.
Y podría haberse quedado en la parada de siempre. Pero decidió subir algunas calles recordando al chico de cabello naranja. Ese bonito paranoico que creía que le robaría. No se tenía fé a sí mismo, realmente no creía que estaría ahí y que solo fue una casualidad ver a alguien tan lindo en una noche solitaria pero tampoco perdía nada con ir a ver si él estaba.
El universo no estaba tan de su lado como para reencontrarse con él.
Y claro que no. Entre tantas personas en Japón, ¿por qué volvería a ver la misma por casualidad? Solo en las películas.
Cuando llegó a la parada deseó estar equivocado y ver a ese chico. Sin embargo estaba vacía y solo suspiró, resignándose a la idea que iba a morir solo. Quizás era un poco exagerado, como quién no, pero él creía que a sus veintiún años no haber tenido jamás una pareja era sinónimo de fracaso. Todos sus amigos habían estado —y están— en una relación, solo él faltaba y parecía que Dios no quería mandarle a nadie.
Entonces pensó: ¿Y qué tal si yo busco a esa persona y ya? Mal hecho. No encuentra a nadie y cuando llega a entablar algo mínimo con una persona que le interesa, se da cuenta que es estúpida y termina alejándose. Ahora, ¿será él también estúpido? Quizás pero este es su punto de vista y no se va a juzgar a sí mismo, mucho menos en un día como este.
Así que solo suspira y regresa a la parada de antes porque estar en esa simplemente no tiene sentido.
Quizás y solo si quizás se hubiera quedado cinco minutos más, hubiera visto a Hinata Shoyo doblar por la esquina para llegar a esa parada. Pero Kageyama es muy idiota y se rinde fácil.
Sorpresivamente algunos días pasan y el chico no puede sacarse de la cabeza al pelinaranja que vió en la parada. Divaga entre sus pensamientos durante la clase de economía; el trato con su padre era fácil. Kageyama no estaba interesado en estudiar nada, solo quería dedicarse al vóley pero el hombre no creía que fuera tan conveniente. Claro que confía en su hijo y su gran esfuerzo para el deporte, sin embargo no quería pensar que si se lesionaba, no tendría nada para hacer, ni para vivir. Y Kageyama estaba bien con eso, más cuando su padre le dijo que podía ayudarlo con el vóley solo si estudiaba administración de empresas.
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Zona De Confort¹ | Kagehina
Fanfiction[Confort: bienestar o comodidad material] Dos tipos de personas completamente distintas con diferentes intereses. Kageyama simplemente no se llevaba bien consigo mismo. Habían partes de su forma de ser que quería cambiar, especialmente cuando todo s...