Brooklyn, New York.
Corte federal. 🗽📍
El juicio. 📸👨🏻⚖️🚨Las esposas que se aferran a sus muñecas caen minutos antes de las 2:40 de la tarde, cuando la audiencia en la sala está expectante para ver en persona al hombre que forjó un imperio multimillonario bañado en drogas, asesinatos, torturas, fugas, amores y traiciones. La puerta lateral de la sala 8C de la Corte federal de Brooklyn se abre y aparece el, rodeado de guardaespaldas, un hombre de 1,64 centímetros, que no lleva vestimenta de presidiario sino un traje gris oscuro, camisa un tono más claro y una corbata floja al cuello.
Aquel hombre, saluda a su equipo de abogados, sonríe, se sienta, pero no deja de examinar a nadie en la sala. Su mirada aguda de ojos marrones va y viene como un scanner, por un momento queda clavada en todos los periodistas que se encuentran en aquella sala. Y la sostiene con firmeza. Parece increíble, pero ese señor de pelo cobrizo, menudo y bajito, de allí su apodo de "El Chapo", definitivamente provoca miedo.
Los periodistas y el público se ubican frente a toda esa escena. Se ven también cuatro artistas que dibujan con destreza y velocidad los rostros del juicio, la única imagen que trascenderá a los medios.
Cuando la audiencia se inicia, ingresa sigilosamente la mujer del Chapo. La ex modelo Emma Coronel, de 29 años, cabello negro hasta la cintura, manicura roja, abrigo oscuro que resalta su atuendo y unos stilettos vertiginosos. Pero los presentes notan que a su lado tiene la compañía, de quien se imaginan es la esposa del gran sucesor Guzmán. Eh hija de uno de los miembros activos del cártel de Sinaloa. Al igual que Emma, cabello largo y sedoso hasta la cintura. Manicura negra, resaltando su piel pálida, un abrigo color claro que realza su cintura de avispa, y unos tacones "ysl", dejando al descubierto su extravagante y no accesible estilo para vestir.
Se sientan allí nada más, entre los invitados de la defensa. Ambas mujeres sonríen amablemente, pero ninguna habla con la prensa. Escuchan con atención toda la audiencia, con aire distraído, mientras mueven su pie de arriba abajo, y de repente juegan con un mechón de su pelo. Casi, casi, como si estuvieran restándole importancia al asunto, bueno, eso creen los espectadores.Ambas damas derrochan belleza, pero sobre todo elegancia y seguridad, aun ahí, sentadas, sin hacer un solo esfuerzo para llamar la atención, pero lo hacen.
Algunas personas se preguntan. "Por qué ellas?" "Que tienen de especial?", otras, al contrario. Entienden todo a la perfección, son hermosas, elegantes, y ambas están involucradas en el mismo mundo, casi desde el día de su nacimiento.Un escalofrío recorre sus cuerpos perfectamente moldeados, cuando lo ven a él, él tenía demasiada información, información que no solo involucraba a sus maridos, si no, también a esas dos mujeres. Ambas compartieron una mirada de complicidad, sintiendo aún más adrenalina eh incertidumbre.
Dámaso López, ex funcionario y socio del Chapo durante años, testificó que ambas mujeres trabajaron codo a codo, junto a los hijos mayores del narcotraficante, la famosa fuga de una cárcel mexicana en 2015, a través de un túnel, con una motocicleta. Ante las miradas ajenas ninguna se inmutó, ellas sabían que, con los abogados presentes no podrían culparlas de cosas que no eran "verídicas". O al menos, no si no tenían pruebas.
En el transcurso de estos días en las audiencias los testigos describieron al capo narco como un hombre desconfiado, que mantenía la calma bajo presión y que podía matar a sangre fría sin inmutarse. También era vanidoso: quiso hacer una película y un libro sobre su vida, dos proyectos que no pudo concretar pero que llegó a conversar con actores de Hollywood.
Los días de los juicios fueron llevaderos para ambas damas. Pero quizás el día en que declaró un ex sicario, que el chapo algún día creyó de "confianza" ah sido el más estremecedor para ellas ya que denunció torturas y asesinatos cometidos por el Chapo con sus propias manos, a los que se suman otras ejecuciones ordenadas por el capo que contaron otros testigos. El sicario relató, por ejemplo, que ese hombre que estaba sentado enfrente suyo había molido a golpes a sus enemigos, los había quemado con planchas calientes, les había pegado balazos en la cabeza, enterrados o incinerados vivos. Emma se negaba rotundamente a creer aquellas acusaciones, pues no creía a su dulce esposo capaz de eso, al contrario de Valeria, quien había visto a su marido, y su suegro arrancarles la vida a otras personas con sus propios ojos, pero prefería guardar esos detalles para sí misma.
En un relato espeluznante, contó que frente a una hoguera que habían ordenado encender, el Chapo, le puso el rifle en la cabeza a uno, le disparó y le dijo: "¡A chingar a su madre!". Hizo lo mismo con el otro, relató el sicario. Los tiraron a la hoguera. "Que no queden ni los huesos", ordenó el jefe.
El Chapo, que ya no luce el clásico bigote con el cual se le conocía, escucha estos testimonios con semblante firme y sereno. A veces toma agua del pico de una botellita y sigue atentamente todas las declaraciones, incluso los de funcionarios del FBI y la DEA, que son en inglés, mediante una traductora que se sienta a su lado y le habla casi al oído. Pero sus ojos no dejan de escanear toda la escena. Mira al juez, luego a los testigos, al jurado y a los periodistas. Sus ojos pequeños he incisivos van y vienen. El ya dijo que no va a declarar. Sus abogados no se lo recomiendan. Lo comunicó el juicio pasado, de pie, ante una pregunta del juez, y fue la única vez que su voz se escuchó en el juicio.
Poco antes de que caiga la noche, la audiencia termina y el Chapo se pone de pie. Sonríe, estrecha la mano a sus abogados y, desde varios metros de distancia, saluda a su mujer, y a su nuera con un abrir y cerrar del puño. Los hombres de seguridad se lo llevan para volver a esposarlo. Antes de abandonar el lugar, el protagonista del "Juicio del Siglo" se detiene un momento y echa una última y veloz mirada a los que aún quedan en la sala.
El chapo, sabía que si Valeria, su nuera, una de las favoritas, se atreve a decir, está aquí es para dejar bien en claro que Archivaldo, su heredero sigue con el, tal vez no está presente el, pero es como si hubiera mandado una parte de él.
Al cabo de estos días, Valeria ha mantenido comunicación con Iván, dándole santo y seña de cada juicio que se ha llevado acabo. Iván por su parte, sigue aún incrédulo, hubo testigos que declararon contra Joaquín que él jamás se imaginaba, dejándole más en claro que, en este negocio no se tiene amigos, mucho menos socios. El día que se enteró de la declaración que damaso hizo en contra de Valeria y Emma, un sentimiento de miedo lo invadió.
Si querían darle en un punto bajo, lo habían echo. Ahora el nombre de Valeria estaba escrito en alguna carpeta de aquel juicio, justo lo que él quería evitar. Pero ya no había vuelta atrás.🙈.
By: aleli. 🐆🌟
Sin editar.
ESTÁS LEYENDO
𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒐𝒔 - Iván Archivaldo
Fiksi PenggemarHola! Perdí acceso a la cuenta anterior, en este nuevo perfil se le dará seguimiento a esta novela. 🤞🏻