El día en que todo comenzó

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Eran las tres de la tarde de un viernes cualquiera, el cielo como solía ser en aquellas fechas resultaba estar cubierto por una bruma grisácea, mezcla de contaminación y nubarrones de la temporada. El sol se metía más temprano, haciendo del día un eterno amanecer, que cambiaba súbitamente a una oscuridad desde los primeros minutos en que el tiempo de la luna comenzaba.

Apenas Christian Presea salió del edificio, el frío golpeo su cuerpo que hasta ese momento había estado resguardado en la calefacción del edificio gubernamental. Resultó imposible no volver la mirada y dirigir la vista hasta lo más alto de los treinta pisos, cubiertos de unos ventanales enormes en un negro lustroso pese a los años. La forma era igual que casi todos los edificios, algo simple pero funcional. Su encanto radicaba en el parque que lo circundaba donde se encontraban canchas multipropósito, juegos para niños y unas palapas abiertas al público.

Aquel lugar representaba uno de los pilares del nuevo gobierno, que se empeñó en hacer más cercano y humano la atención el servicio burocrático. Todo aquel complejo, incluyendo las amenidades cubrían dos manzanas de norte a sur y una más de este a oeste.

Cuando el clima lo permite, todo eso reverdecía, inyectándole un aire de vitalidad a la colonia donde se encontraba asentado. Por el este y el oeste, bordeaban dos avenidas grandes, mientras que al norte una de las avenidas principales de la ciudad. Mientras que al sur una pequeña calle que solía usarse de estacionamiento, y que marcaba el inicio de la casa habitación.

Frente al edificio, la avenida principal era alimentada por varias calles como aquella donde solía estacionarse. Mientras que varios negocios de comida, ropa y otras cosas se enfilaban en las orillas, frente al complejo gubernamental.

El paisaje en esa época resultaba un tanto deprimente, haciendo que pensamientos intrusivos cayeran como las gotas de agua del cielo, inundando la cabeza de ideas tristes y nostalgia. El viento gélido solo acentuaba el vacío que la vista percibía al ver los árboles desnudos, junto a un mundo que se teñía de un gris, de abandono y soledad.

Caminaba con las manos en los bolsos intentando mantener el calor corporal obtenido dentro de las oficinas de la policía. La urgencia diaria había desaparecido; la paranoia y delirios de persecución que otras veces lo habían sacado de apuros, esta vez se habían disipados, logrando que su mente se concentrara en entrar pronto aquel deportivo que tanto amaba.

Caminaba por la acera del edificio, rumbo a la calle contigua de este, maldiciendo el tener que estacionarse tan lejos del trabajo o por el hecho de no tener un espacio dentro del estacionamiento del edificio. Para desgracia el frío resoplo con más fuerza trayendo consigo una brisa helada que golpeo con violencia la cara, haciéndolo tiritar de manera inmediata y apresurando su paso.

"Puta Madre" pensó mientras avanzaba más rápido, lo que hizo que al doblar hacia la izquierda topara de frente con un sujeto cuyas facciones despertaron levemente en mi interior algo que en ese instante ignoré.

̶̶ Disculpé ̶ Le escuché decir mientras se acomodaba la chaqueta.

"váyase a la verga" pensó mientras aquel sujeto iba saliendo de su rango de visibilidad.

̶ Nos vemos el lunes Lic. ̶ Gritaron los leguleyos de la esquina, con los que de vez en cuando se apoyaba para obtener algún favor que rosaba en lo ilegal. Ante su efusivo saludo, solo les sonrió e hizo un movimiento con la mano en señal de aprobación.

A lo lejos veía el árbol floral endémico de la región en el que casi siempre se estacionaba. Sus hojas grandes y flores blancas despertaban una calma casi mágica en su ser que para su trabajo, los pequeños chispazos de calma es algo que se deben conservar hasta que sean consumidos por el caos y terminen siendo parte de la vorágine de locura en la se vive.

A lo lejos un maverick 86 gris color mate, resaltaba demasiado entre los vehículos modernos que se encontraban alrededor. Aquel coche era una de sus posesiones más preciadas, debido a que fue el primer vehículo que pudo comprarse con su sueldo, por lo que el coche pese a sus años, estaba dotado de toda la modernidad necesaria.

Camina mientras pensaba en María, y en como todo se les estaba yendo a la mierda, en todo lo que hoy les hacia falta que con el pasar del tiempo se perdió en algún lugar.

Entro al auto en color gris mate, encendió la calefacción y se dispuso a irse cuando una llamada hizo sonar el teléfono.

̶ María, que sucede.

Del otro lado de la bocina había un silencio que se vio interrumpido en varias ocasiones por una respiración entrecortada, similar a la que se daba cuando teníamos sexo en casa de sus padres cuando eran más jóvenes, y le tapaba la boca para que no los fueran a escuchar.

"no tengo tiempo para sus pendejadas" pensó mientras encendía la bocina del auto, para reproducir The Scientist de Coldplay. Inició la marcha, yendo al fondo de la calle y dando una vuelta en "u" para retornarse por la misma calle y salir a la avenida principal que corría por el frente del edificio de justicia.

El motor de seis cilindros rugió con todo su poder mientras lo iba revolucionando a la par que iba metiendo los cambios de marcha. Se integró a la avenida principal sin ningún problema, cuando vio que el cristal trasero del coche se encontraba estrellado. Otro vehículo doblo por una calle frente a donde yo salí de manera violenta, lo que hizo que saliera de mi estupor provocado por el frío. Sin embargo, del lado del piloto una luz cegadora me iluminó; aquello era como si de pronto viese la luz al final del túnel...

De pronto todo se oscureció, un zumbido en los oídos no lo dejó escuchar nada más que a el propio corazón. Y de un momento a otro, así como comenzó todo terminaba, con Christian prensado entre los fierros retorcidos.

La pierna derecha atravesada por un fierro, mientras que la izquierda se encontraba parcialmente fusionada con los metales de la puerta. Otra parte de esta presionaba el pecho, mientras que el techo del auto estaba doblado de tal forma que mantenía mi cabeza inclinada hacia la izquierda a la par que los fierros retorcidos aplastaban el resto del cuerpo.

A lo lejos escuchaba el tono de llamada del celular, la música que seguía sonando "buen dios, déjame entregarte mi vida" escupía la bocina del auto, cual, si su destino fuese una burla de algún dios indolente, mientras que su conciencia se iba perdiendo su vejiga se liberaba sobre él, lo cual en ese momento era lo más preocupante.

Como si volviera de un sueño profundo, abrió los ojos nuevamente y podía distinguir una lampara de luz blanca en el techo; a la par que un dolor insoportable lo invadía, era un dolor tan insoportable que sentía como estar al borde de la locura o de la muerte. De pronto un pitido invadió aquel sitio en el que estaba postrado, su piel empezaba a abrisel, las manos de los doctores y enfermeros comenzaban a hurgar en su interior conectando tubos y maquinas

̶ Tranquilo, señor. Todo va a estar bien ̶ Retumbo una voz dentro de su cabeza, mientras intentaba deducir donde estaba y lo que había sucedido. Después de eso, no había nada.

̶ Necesito que te tranquilices ̶ La voz de mi madre sonaba a lado mío, mientras iba recobrando la conciencia.

̶ ¿Dónde estoy? ̶ dijo a al par que el dolor le recorría de pies cabeza —¿Donde estoy? —decía mientras intentaba que el cuerpo le respondiera con la misma fuerza con la que intentaba mover sus extremidades. Sin embargo, sus fuerzas solo servían para palpar los tubos y fierros encarnados a su piel.

Lentamente su cuerpo fue consiente de aquella situación, haciéndole sentir dolor de manera súbita, de tal forma que de tener las fuerzas necesarias y requeridas, se habría revolcado de dolor, gritado con todo el aire captado por sus pulmones.

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