La muerte

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De golpe abrió los ojos, y un ataque de histeria lo invadió haciendo que intentara manotear, gritar. Su cerebro que desde el accidente había permanecido apagado y de la nada se encendía, cual si alguien saliera de una habitación obscura de repente. Sin embargo, su cuerpo no respondió, era como si este aún permaneciera dormido y aquello fuese solo una extraña pesadilla en la que el cerebro y la conciencia reaccionan antes que el resto de su cuerpo.

Mientras tanto dentro de su cabeza intentaba recordar los rezos que tanto había practicado durante pequeño, encontrando fragmentos que se iban apilando en su mente hasta formar oraciones sin sentido, que se iban entremezclando con otras ideas intrusivas de lo más oscuras y caóticas que alguien se pudiera imaginar.

Poco a poco su cuerpo fue haciendo consistente una multitud de sensaciones que nunca había experimentado, y cuya única referencia eran las ficciones que solía ver en la televisión, novelas o videojuegos. Con la mano izquierda temblorosa y débil, palpo su cuerpo, encontrando en el tubos y cables conectados, para de esa forma también hacer consiente el pitido de las máquinas de soporte vital, que lo habían sumido en un sueño profundo del cual aún no era completamente consiente. Un tubo en la boca, varios cables al pecho y otros mas introducidos en sus manos y otros orificios le hacían sentir como si aquello fuese la sala de experimentaciones de una nave extraterrestre.

Con sus manos temblorosas y que apenas le respondían, tomo el tubo introducido en la garganta y en varios movimientos lentos que le provocaban arcadas, lo sustrajo del interior, para de esta forma empezar a respirar por cuenta propia, lo que provoco de forma inmediata una tos en la cual sintió que en cualquier momento expulsaría los pulmones con todos sus órganos licuados.

Escuchó la voz de lo que para el era un ángel, pronunciar su nombre, acompañado de un grito de auxilio. En el fondo aquella voz le resultaba familiar, y por una extraña razón se sintió seguro pues la idea de los extraterrestres quedaba descartada por completo.

—Christian —Se escuchó decir entre las voces de los doctores, el ruido, y el andar de los zapatos.

De forma paulatina, así como se despertó lentamente todo se le fue apagando, cuando sintió un par de manos heladas volverlo a acostar sobre la cama. Sus fuerzas desaparecieron y en cambio una calma artificial lo hizo presa, de la cual prosiguió un profundo sueño.

—Crisi, ¿Estas bien? —La voz de Laura, su hermana sonaba con una alegría contenida, como si quisiera gritar de emoción, pero hubiese algo que se lo impidiera.

Mientras tanto, Christian solo podía mover levemente la cabeza y asentir con la mirada que iba acompañada de una tenue sonrisa en la que mostraba sus dientes amarillentos y labios resecos.

—Me alegra que estes bien, pensé que no despertarías —La voz de Laura se descomponía en un llanto inconsolable, como si durante meses hubiese contenido aquel desconsuelo y que en ese momento donde él se encontraba medio consiente podía sacarlo de golpe.

—Agua —Fueron las primeras palabras que pudo articular, salieron de su boca de forma que se sintió como si alguien más las pronunciara, y no él. Si tenía sed, pero el estado tan deplorable y frágil que mostraba su hermana no merecía ser recompensado con algo tan banal como pedir agua.

El corazón gentil de Laura se hizo presente al limpiarse las lágrimas y acariciarle con el dorso de la mano la mejilla famélica del paciente que tenia enfrente. Con una mirada y un gesto simple, la pequeña Vanessa que hasta entonces había permanecido en silencio y rígida, cual, si fuese parte del inmobiliario del hospital, le acerco a su madre un vaso.

Habían pasado apenas dos días, y la salud de Christian era notable, su mejoría avanzaba a pasos agigantados. Todo de la mano de Laura y la pequeña Vanessa que antes de acercársele primero lo exploraba de arriba abajo, para después ir a su lado y quedarse sentada al costado de la cama viéndolo.

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