V | Verdades susurradas

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No existe un momento perfecto para hacerlo, solo existe el momento, y hacerlo es justo lo que lo vuelve perfecto








『Quantico, Virginia
Actualidad』

      
       El sonido de las llaves impactando en el mueble fue lo único que se escuchó, Alexandra elevo la vista aún sentada en la silla de ruedas y miro su alrededor; todo era tan extraño.

—¿De verdad no te molesta? —pregunto. —Puedo quedarme...

—Deja de intentarlo, te lo dije en el hospital y te lo repetí de camino aquí, no pienso dejarte sola, el médico dijo reposo absoluto y si para que lo hagas tengo que mudarme temporalmente lo haré.

—Podrías quedarte en la comodidad de tu departamento y si necesito algo solo te llamare.

—Te conozco lo suficiente para saber que antes de llamarme ya habrías intentado hacer lo que necesites por lo mínimo tres veces —declaro con seriedad mientras terminaba de acercar la silla de ruedas al sillón. —A parte, no es como que me esté mudando al otro lado de la ciudad, mi departamento queda tres pisos arriba así que cualquier cosa que necesite subiré y asunto arreglado.

—La verdad es que ha sido un milagro que tu arrendadora haya tenido disponible un departamento en el primer piso, no me imagino teniendo que subir en silla de ruedas hasta el cuarto piso. ¿Quién te manda a rentar tan arriba?

—Hay más tranquilidad, no tengo que lidiar con tanta gente como lo haría si estuviera aquí o en cualquier piso inferior al mío.

—¿Alguna vez intentaras socializar con al menos una persona?

—No necesito socializar, con mi circulo estoy cómodo —determino. —¿Quieres quedarte en la silla o...

—Ayúdame a pasarme al sillón, estoy harta de esta silla.

—El sillón es exactamente lo mismo que la silla.

—Pero hay una gran diferencia

—¿Cuál? —interrogó acercándose.

—Es un sillón, no una silla de ruedas —el hombre la miro molesto por tal respuesta. —Odio esta silla, me hace sentir incapaz de...

—En este momento no es como que seas capaz de muchas cosas.

—Cállate —debatio molesta y rechinando los dientes cuando el joven doctor la ayudo a levantarse; aún le dolía el cuerpo y según el doctor así sería por un tiempo. —A lo que me refiero es que la silla me hace sentir que soy débil.

—Lo que menos eres es débil —debatió. —Literalmente los médicos no se explican como te has salvado, eres la mujer más fuerte que conozco.

—No me siento así.

El caso que lo cambio todo | Spencer ReidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora