Ese maldito Keats

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Escribo mi poema,

como otros pretendían sólo escribir su poema

en el agua,

-ese maldito Keats-

y, sin embargo, son más perdurables

que un bosque de juncos finos,

que las catedrales,

que las iglesias donde el aire

vive hasta enloquecer

en el día último

de mi vida,

contemplo las puestas de sol,

agradecido de que en el horizonte

no haya enemigos.

El único hombre solitario soy yo,

enfrentado

a ese viento de los bosques,

a ese viento que pretende llevarme

a los páramos de los bíblicos lobos

que se arrastran en un piélago de nieve,

espero que las puertas de mi casa se abran,

espero quemar mi casa,

pero guardar su fuego entre mis dedos

de hombre mudo,

llevaré algo encendido e importante

al lado de mi corazón,

la tierra, cuando la recorro,

es seca y polvorienta,

es cruel y es sangrienta

no hay un solo lugar donde me pueda esconder,

ni un páramo donde nadie no sepa de mí

por mucho que camine.

Todo tiene su origen y todo tiene su fin,

todo su tallo y su raíz,

¿de veras hay algo escrito en un libro

que es inmortal como un río?,

soy un puñado de sombra,

un hombre que vaga,

traeré los rocines

solitarios y terribles como una ola

de mil maldiciones,

recogeré

lo que quede de mi hojarasca,

esperaré por la dama oscura y de sombra

que sabe todo de mi,

que ama mi pecho extenso como un desierto

y ella es la palmera y ella es el oasis

y ella es el espejismo

y ella escribirá un poema

en mi torso

y veremos

si duraré

o seré la ceniza de la ceniza.

Poemas Para Nadie en la Ciudad RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora