Todo buen hombre

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Todo buen hombre, antes de morir,

debería de escribir un extenso poema

sobre su vida

o su propia muerte,

si es que, con su muerte,

la dama de la hojarasca

se va acercando poco a poco,

hasta que lo tiene acorralado,

hasta que no se puede más

y es el último día

pero aún le queda tiempo suficiente

para ir a una casa

y pensar que allá podrá vivir.


Tener el tiempo suficiente

o tener un breve amor

como una batalla que no se acaba todavía,

luego lo de jugar a las cartas

hasta las tres de la madrugada,

fumando,

bebiendo

y al salir del lugar

se siente un frío muy fugaz

en la garganta

y alguien le pide un cigarrillo

y le dice que la vida es así,

sin nada más.

-Qué se podría hacer a estas alturas de mi vida -y el tipo,

que parece el mismo diablo,

le dice que vaya a un burdel

y que se gaste todo el dinero.

-Pero si no tengo ya dinero,

lo he perdido en la timba

y el otro se encoge de hombros

y se aleja y se desparece

entre la niebla

de la noche.

-Es como si fuera el mismo diablo -masculla

entre dientes

y el hombre se pone a caminar,

perdido entre la niebla

de aquella noche

y recuerda su sueño

de ser escritor,

de escribir algunos poemas.

-Seguro que nadie los iba a leer -se dice el hombre

-pero me da lo mismo,

lo que importa es tenerlos escritos,

lo demás no importa,

pero me parece que ahora es demasiado tarde,

sí, estoy seguro de que es demasiado tarde.


Y recuerda la lejana figura de un antiguo

amigo

que siempre le decidía que él no llegaría

a nada,

que no servía para nada.

-Tal vez tenía razón -se dijo el hombre

y recordó cuando era jovencito

e iba a la disco

y no se atrevía a decirle nada a las chicas.

-Seré un fracasado,

todo esto no vale para nada -y se salía de la disco

y encendía un cigarrillo.


A eso de las diez de la noche,

regresaba a casa.

-Tengo que inmortalizar

a alguien en mi poema,

a esa chica que me habló,

no me atreví a decirle nada,

ah, será mejor que me tire

a las vías del tren -y las vías del tren

pasaban no lejos de allí,

pero era un pensamiento vano,

quién se iba a suicidar a los diecisiete años

y de eso ya ha pasado tanto tiempo

y no se arrojó el hombre a las vías del tren

ni ha escrito un largo

poema,

acerca de su aburrida vida.

-Bien en cuanto tenga el tiempo suficiente,

en cuanto tenga el dinero bastante,

me iré a un país, el más lejano

el más exótico,

me hundiré entre la multitud

y nadie sabrá nada de mí,

seré una hormiga entre millones de hormigas

y no le importará a nadie si he tenido éxito

o si he fallado en la vida

o si a alguien le haya importado

que haya escrito un largo poema

sobre los años que me restan.

Poemas Para Nadie en la Ciudad RotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora