Capítulo 5

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La carretera llega a un parking con tres coches que se ve, que hace tiempo que están estacionados. En la oscuridad solo puedo ver los coches y un camino. Mis padres sacan las maletas del coche velozmente, parecen muy contentos. Al cerrar el coche me fijo que el suelo esta húmido, debemos estar cerca de un río. Nunca llueve ahora, el agua no se puede evaporar sin sol. Nosotros tenemos agua gracias a las reseras que hay cerca de la ciudad. Aquí debe haber una. Cuando me doy cuenta mis padres se han puesto andar, van por el único camino que hay. Voy rápido a seguir su paso y me miran con una sonrisa exagerada, tienen una sorpresa. La otra vez que estuvieron así fue hace dos años por mi cumpleaños. Me regalaron la bici que tengo ahora. Ese fue el regalo más bien aprovechado que he tenido. Veo un edificio al final de la subida, es de madera, es precioso. Me brillan los ojos en la poca luz que hay, lo sé porqué me lo dicen mis padres. Al llegar nos espera una mujer vestida de negra con una sonrisa como las de mis padres. Se conocen, lo veo. La tengo a dos metros de mi cuando se acerca para darme la mano. Es muy guapa. Se ve adulta pero más joven que mis padres. Tiene el pelo oscuro y tiene la cara llena de pecas. Me da una calorosa bienvenida aunque a mis padres les mira con cara de más seriedad. Nos da una llave y entramos en el edificio. La entrada es muy grande, tiene una mesa donde hay una mujer, la recepcionista. Hay mesas y sofás por todos sitios y alguna televisión aunque ahora están apagadas. Vamos dirección a los ascensores. Subimos dos plantas. Llegamos a una habitación a través de un largo pasillo. Mis padres me hacen asentar encima de la que será mi cama, están más serios que antes, me tienen que contar algo.

- Marco, hemos estado mintiéndote durante los últimos seis meses sobre nuestro trabajo. Por razones económicas nos echaron del instituto de economía de la ciudad. En menos de tres días nos llamaron para venir a trabajar aquí y así fue. Estamos en la reserva natural número 6 del mundo, es la más cerca de la ciudad. – Mi padre se frota la nariz y sigue mirándome seriamente – Aquí estudiamos y trabajamos las reservas primarias que irán a la ciudad de aquí un tiempo. Miramos cuando van a durar y que usos se les puede sacar a las piedras, los minerales... Es un trabajo muy diferente del anterior -.

- ¿Por qué no me lo habías contado? ¿Qué me querías esconder? – Suelto. Estoy confuso. –

- Queríamos que fuera una sorpresa, - dice mi madre – sabemos que para ti el verano es muy aburrido y queríamos que fuera más entretenido con lo que te tenemos preparado. – Ya me mira de otra manera, está más relajada. –

- Y que me tenéis preparado? – Yo también estoy diferente aunque sigo sin entender las cosas.-

En terminar la frase llaman a la puerta, mi padre va hacia ella y en abrir entra una chica de unos veinte años bajita.

- Esta va a ser tu monitora en el campamento. – Dicen mi padre y mi madre al mismo tiempo. Parece que lo hayan ensayado un montón de veces.

De golpe me doy cuenta que solo hay una cama y no tres, voy a dormir solo. Me fijo en la mirada de la monitora, tiene los ojos marrones.

- Me llamo Aisha, Aisha Clord y tengo veintiún años. – Lo dice con una sonrisa verdadera. –

Tiene la voz muy dulce, quiero que hable más pero mi padre empieza a hablar bajito con ella y termina marchándose. Tengo la sensación de que me lo voy a pasar muy bien aquí. Mi madre se queda conmigo en la habitación. Quiero hacerle muchas preguntas pero termino de deshacer la maleta y ya nos vamos hacia los ascensores.

Sueños de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora