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Entre su quebrantar empieza a hablar sola, y su mirada se dirige hacia sus manos temblorosas y dice:

"Aquella, mujer que solía ser valiosa de corazón, ya no existe más. Aquella que solo buscaba el amor en todos, y nadie se lo daba. Aquella se sentía sola dentro de su alma, tan sola que recurrió a renunciar a ella para sentir pertenencia."-Dijo ahora secando sus lágrimas.

Nosotros no decíamos nada, solo la escuchábamos hablar.

"Aquella, que ahora está maldita. Aquella, que ni en el día de su muerte puede descansar, y es obligada a regresar al lugar del que quiso salir."

"Te dije, Aquella, te dije que ya no te tortures por no tener el corazón de los demás. Te dije que el hombre no puede entregarte vida, que no puede darte algo que no tiene. Quisiste entregarle tu vida a alguien, y a cambio solo recibiste la eterna muerte. Si tan solo hubiera sabido que querías algo más de este mundo, te hubiera entregado mi biblia y en tu cuello hubiera puesto un rosario, tal vez así, hubieras podido permanecer en paz. Aquella, amiga mía."-Dijo con un suspiro.

"Cada vez que me arrodillo y rezo, pido por tu alma, y en cada oración, aún tengo la esperanza de que puedas descansar. Lydia, amiga mía." 

Aquella.Where stories live. Discover now