i. golpes

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AXEL GOLPEÓ más fuerte el muñeco de boxeo qué estaba en el gimnasio, el sudor que caía por su frente y sus nudillos de un color rojo carmesí delataban que el chico llevaba horas entrenando

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AXEL GOLPEÓ más fuerte el muñeco de boxeo qué estaba en el gimnasio, el sudor que caía por su frente y sus nudillos de un color rojo carmesí delataban que el chico llevaba horas entrenando.

No importaba la hora que era él siempre estaba ahi llevando se al limite, pero que el chico estuviera así no le sorprendería a nadie que lo conociera. Todos podían afirmar que el chico era un competitivo nato, un obsesionado por ganar.

Eso Venus lo sabía muy bien, siempre lo observaba desde las sombras cuando entrenaba, peleaba o simplemente existía.

Venus, la fisioterapeuta que estaba haciendo practicas fue llamada por el equipo del sensei wolf para formará parte de su doyo.

La rubia siempre le parecía fascinante la agilidad y determinación en los movimientos del chico, sabía que tenía una disciplina increíble y por eso era el mejor.

Pero también le parecía alguien muy misterioso, se preguntaba que hacía fuera del doyo, nunca hablaba mucho y siempre se mantenía al margen, siempre traía una mirada seria y fría con él lo que lo hacía ver aún más intimidante.

Estaban a días de viajar para el seikai taikai
y con todas las responsabilidades que este cargaba la mayoría de sus competidores estaban tensos y las sesiones de la chica aliviaba a muchos.

Mientras observaba al alto chico golpear el muñeco violentamente, desde una esquina del gimnasio que era cubierta por una pared, una atracción más profunda nacía dentro del estomago de la chica.

De repente un golpe de realidad la azotó, lo que estaba haciendo era incorrecto no podía observar de esa manera al pobre chico, era su paciente después de todo.

Decidida a irse de allí se giró y al avanzar no se dió cuenta de que detrás se encontraba una barra cargada con pesas, la cual la hizo tropezar y caer de trasero al suelo.

El sonido que salía de la boca del karateka cada vez que soltaba un puño paró al ver a la chica caer al suelo.

Axel rápidamente dejó su atención del muñeco y se dirigió hacia donde estaba Venus.

── ¿Estas bien? ── Su vos grave y agitada por el ejercicio llegó a los oídos de Venus y una ola de vergüenza cayó sobre ella.

Con la cara tan roja como un tómate miró desde abajo al chico que ya me estaba ofreciendo una mano, era tan caballeroso.

── Si, gracias y perdón por interrumpir. ── Axel solo la miró y curvo apenas sus labios en un intento de sonrisa para luego darse la vuelta y seguir con lo suyo.

Pero el chico era tan serio y frío que no le sorprendió ni un poco qué pronto la dejara para seguir entrenando.

Pero aún así nadie le sacaría la sonrisa en todo el día por esa pequeña interacción que tuvo.

𝙈𝙄𝙍𝙍𝙊𝙍𝘽𝘼𝙇𝙇. axel kovacevicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora