¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acció...
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Issabella, al darse cuenta de lo que acababa de suceder, se separó bruscamente, empujándola con toda la fuerza que tenía. Su corazón latía desbocado, y sus mejillas ardían. Sin decir nada, se puso de pie, sacudiendo con torpeza su uniforme mientras evitaba mirar a Lynn directamente.
Lynn, por su parte, seguía tirada en el césped, con la respiración agitada y un leve rubor en sus mejillas. Por primera vez, la siempre segura Lynn Loud parecía quedarse sin palabras. Cuando finalmente se levantó, su mirada tímida se cruzó con la de Issabella, y ambas parecían estar tratando de descifrar lo que acababa de ocurrir.
-Eso nunca pasó -soltó Lynn de golpe, rompiendo el incómodo silencio.
Issabella, con los ojos abiertos como platos, asintió frenéticamente.
-Concuerdo. Eso nunca pasó -murmuró, su voz temblando ligeramente mientras desviaba la mirada. Luego, con un tono aún más bajo, añadió-: D-debo ir al baño.
Sin esperar una respuesta de Lynn, se dio la vuelta y salió corriendo en dirección a los vestuarios. Una mano cubría su boca mientras intentaba ocultar la sonrisa que luchaba por formarse en sus labios. Sus ojos brillaban de emoción, y su mente estaba en completo caos.
"¿Qué fue eso?", pensó mientras se refugiaba en el baño, apoyándose contra la puerta. El eco de lo sucedido seguía resonando en su pecho, y por mucho que intentara convencerse de que nada había pasado, su corazón no estaba de acuerdo.
Issabella tapó su cara con ambas manos, tratando de contener la sonrisa tonta que iluminaba su rostro, pero era inútil. Dio un pequeño chillido, incapaz de ocultar la emoción que la invadía, y empezó a dar saltitos en el lugar, como si estuviera descargando toda la felicidad que sentía en ese momento. Su corazón seguía acelerado, y sus dedos se posaron sobre sus labios mientras revivía el momento una y otra vez en su mente, casi como si fuera un sueño del que no quería despertar.
-¡Dios mío, necesito tranquilizarme! -murmuró para sí misma, aunque su tono denotaba que no tenía intención de hacerlo. Su sonrisa se amplió aún más cuando añadió-: ¡Necesito contárselo a Amelia!
Mientras tanto, Lynn permanecía en el césped, todavía intentando procesar lo que acababa de suceder. Sus pensamientos eran un caos, un torbellino de emociones y preguntas. Había besado a la mejor amiga de su hermana, a la porrista a quien siempre se dedicaba a molestar, a esa chica que solía mirar con desdén por considerarla "Torpe y superficial" Pero, a pesar de todo, no podía negar la realidad que la golpeaba con fuerza: esa misma chica hacía que su corazón latiera como si estuviera corriendo una maratón.